sábado, 7 de agosto de 2010

RECREO: Homenaje a un adversario

Por J.Luis Medina Lizalde


AL PRINCIPIO
El licenciado Raúl Rodríguez Santoyo fue mi maestro de derecho administrativo en la escuela de Leyes de la UAZ. Desde entonces advertí su vocación política como su signo distintivo, su pertenencia al PRI desde que éste no cedía un metro de territorio a un gobierno opositor no lo instaló en la poltrona, por el contrario, lo recuerdo polemizando fuerte con la generación de jóvenes zacatecanos a los que el movimiento estudiantil de 1968 los convenció de la necesidad de luchar en contra del régimen.
Guardo en mi memoria la ocasión en que aceptó participar en una mesa redonda sobre la situación nacional, en donde debatió, y en serio, con Pablo Gómez Álvarez, líder estudiantil del movimiento del 68, quien acudió a Zacatecas a realizar su primera actividad pública después de su estancia en prisión y su exilio en la República de Chile. Corría el año de 1971 y el acto se realizó en el auditorio Cervantes Saavedra.
Fueron muchas las ocasiones en que nos topamos defendiendo posturas opuestas, recuerdo las agrias discusiones que sostuvimos a propósito de la ocupación de los latifundios por el campesinado organizado en el frente popular, tiempo antes nos ubicamos en campos opuestos en la reforma universitaria. También tuvimos serias desavenencias porque no compartió, en sus inicios, nuestra actividad para fundar el SPAUAZ, el conflicto universitario desatado el 10 de enero de 1977 nos ubicó en bandos contrarios. Durante el sexenio de Cervantes Corona, siendo el secretario general de gobierno, el tema que nos hizo adversarios fue el de la práctica de la tortura en la investigación del delito, su sentido de la institucionalidad lo entendía como defensa a ultranza del gobierno.


A CUAL MÁS DE TERCOS
A lo mejor porque nuestra relación personal nació siendo la de maestro-alumno, las ocasiones en que nuestras diferencias nos hicieron pasar momentos álgidos, la relación entre ambos nunca llego a la ruptura, no hubo ocasión en que nuestros encuentros no terminaran en una intensa conversación sobre el tema político del momento, conversación sin concesiones, salpicada de “puyas” de ambas partes.
Recuerdo como si fuera ayer la ocasión en que sostuvimos una charla de café intercambiando impresiones sobre un tema que a mí me producía entusiasmo y a él desolación: la derrota del PRI zacatecano en 1998.
Conocí a un Rodríguez Santoyo verdaderamente comprometido con su partido. Su desprecio por los “traidores”, su plena conciencia de los errores que condujeron al desastre, y su plena coincidencia con lo que Octavio Paz, tanto reiteró desde las pantallas de Televisa: en la democracia, la victoria no es para siempre ni la derrota es para toda la vida”.
Raúl Rodríguez Santoyo buscó, sin lograrlo, en varias ocasiones ser postulado al cargo de gobernador de Zacatecas, participó con denuedo en las luchas intestinas de su partido, se desempeñó con institucionalidad indiscutible en los cargos que ocupó a lo largo de su vida, entendió como pocos las reglas del juego de la política “a la mexicana”. Su bagaje ideológico lo supo combinar con una considerable dosis de pragmatismo.


DIGNIDAD EN LA DERROTA
Su oportunidad de acreditar el honor con que practicaba la política llegó con la derrota de su partido. Jamás lo vimos en flirteos indignos con los nuevos detentadores de poder, nunca aprovechó las relaciones personales que en una sociedad aún poco numerosa se establecen de manera natural entre los protagonistas de los distintos partidos para no bajarse del “tren de la Revolución”.
Fue crítico feroz de los que al hundirse el barco lo abandonan, y nunca escatimó elogios para sus adversarios en ideas que a su parecer eran congruentes. No obstante su deteriorada salud, lo imagino pendiente del acontecer electoral y seguramente feliz de que la vida le permitiera ser testigo del regreso de su partido al Palacio de Gobierno, no es difícil evocarlo disfrutando la expectativa del regreso de su partido a los Pinos.


Al ÚLTMO EL ADIOS
Causas de fuerza mayor no me permitieron estar presente en el homenaje de despedida al licenciado Rodríguez Santoyo, me entero por los medios de los pormenores de la ceremonia en el Congreso local. Creo que en su persona, el priísmo rinde homenaje a los miembros que con su lealtad a toda prueba resistieron los 12 años de soledad. Ellos son los verdaderos victoriosos. Los que con su congruencia merecen el triunfo que la vida les ofrece.
Un abrazo solidario a toda la familia Rodríguez Márquez.

Nos encontramos el lunes en El Recreo