miércoles, 22 de diciembre de 2010

RECREO: Despertando al tigre

AL PRINCIPIO

El raquítico aumento al salario mínimo confirma la ceguera histórica de un pequeño grupo de poderosos que nos llevan al desbarrancadero al defender una catastrófica política económica cuya brutalidad se demuestra con el hecho de que en 1983, un día de salario mínimo permitía la compra de 51 kilos de tortillas mientras que en la actualidad ese mismo salario alcanza sólo para cinco kilos. El anuncio del aumento de un 4% al salario es, esta vez, inclusive más bajo que el incremento de los precios estimado para el mismo periodo.
La concentración de la riqueza en nuestro país tiene mucho de delincuencial en la medida en que un elevado porcentaje de fortunas privadas se origina en fraudes al erario, tráfico de influencias, “diezmos”, operaciones de “parientes incómodos”, etcétera.
Al igual que durante el porfiriato, la minoría enriquecida impone su avaricia como supremo móvil de la política gubernamental, con la diferencia de que en ese tiempo los ricos de la época y sus aliados históricos del alto clero se desvivían por congraciarse con el dictador, mientras que ahora sucede al revés: son los gobernantes los que se desviven por quedar bien con los ricos de su entorno y sus aliados históricos. Mientras, la clase media desaparece y la violencia muestra potencialidades insurrecciónales impensables hace un lustro.
No recuerdo en las historia de las guerras de independencia, de resistencia a las dos invasiones extranjeras del siglo antepasado, de la Revolución Mexicana y de la Cristíada en sus dos etapas (1926-1929 y 1934-1935) que alguna vez se combatiera simultáneamente y durante 24 horas consecutivas en 12 municipios como acaba de suceder el pasado 8 de diciembre en Michoacán, con su consecuente número de combatientes de ambos bandos, armas, municiones, pertrechos y logística.
Una vez instaurada la calma, las insólitas protestas populares se producen en contra de la presencia de la policía federal y de ensalzamiento del fallecido fundador del grupo delictivo La Familia.
Si después de eso no se reconoce que estamos en vías de una guerra civil, de no registrarse un cambio drástico en la conducción de la economía y los asuntos públicos, es que estamos culturalmente condicionados para ser sorprendidos por los acontecimientos.


NI POR ENTERADOS…
Si la clase gobernante tuviera la más elemental conciencia de la grave situación originada en la exclusión social, promovería una autocontención en el gasto corriente mediante una reorganización que inicie con ajustes a la baja de las percepciones de los integrantes de los altos niveles de los tres Poderes y de los tres niveles de gobierno. Cancelaría miles de teléfonos celulares con cargo a los contribuyentes, prohibiría el pago de restaurantes cuando el consumo es en la misma ciudad y si no todos los viajes pueden suprimirse, si se pueden racionalizar al dejar de viajar en grandes grupos y algunos, de plano, cancelarse por ociosos y demagógicos.
Pudieran dejar de gastar en instalaciones suntuarias y adaptarse a la idea de que el confort y el buen desempeño no son sinónimos.
¿Es mucho pedirles que no despilfarren el dinero público de los contribuyentes en guaruras y vehículos blindados para que sientan el mismo grado de seguridad y de inseguridad que sentimos los simples mortales?, sirve que dejan de contradecirse flagrantemente al mantener un discurso de que “hay tranquilidad” mientras ellos, con sus “precauciones”, demuestran lo contrario.
Aunque son muchos los beneficios que obtendríamos con unas finanzas públicas a salvo de “manirrotos”, los beneficios más apreciables serían en el terreno político. El rencor social que se acumula en contra de lo que huele a gobierno no tendría en el derroche de fondos públicos tan formidable acicate. Habría más disponibilidad a la paciencia social ante la caída de poder de compra, los impuestos, el pago de la tenencia y los “gasolinazos”.
La mentalidad “de nuevos ricos”, tan magistralmente exhibidas en las comedias de Molière es la que impera; sólo que en el trabajo del dramaturgo francés el mal gusto inherente a los de esa condición es divertido, no factor de irritación social.


AL ÚLTIMO
AMARGA NAVIDAD
El presupuesto federal no refleja la austeridad republicana, el presupuesto del estado de Zacatecas, aún en discusión, ni siquiera se lo propone.
En el plano federal se anuncia un empobrecedor ajuste del salario y en Zacatecas se cancela el empleo de muchos servidores públicos sin el menor remedo de explicación al respecto.
Cómo si los votos fueran cheques en blanco y no mandato republicano en donde cada medida que se toma, se justifica ante los ciudadanos.

Nos encontramos el jueves en El Recreo.