lunes, 8 de noviembre de 2010

RECREO: La indiferencia, mal refugio


AL PRINCIPIO


Un país que castiga sólo el 1% de los delitos que se comenten en su territorio vive una emergencia descomunal, significa que no hay gobierno y que la sociedad tendrá que asumir riesgos que en tiempos normales serían impensables. Pero para ello habrá de recuperar los lazos de cohesión perdidos. El individualismo, el “me vale mientras no me pase a mí”, es el suicidio social.

En el momento de más necesidad parece evaporarse el espíritu de cuerpo que permite que cuando uno de sus miembros es atacado los demás responden en decidida solidaridad, a veces, hasta con exceso, pero eso no ocurre ahora, el impacto brutal de la violencia del entorno inhibe los mecanismos sociales de auto defensa propios de identidades colectivas.

En el gremio periodístico, la agresión a un medio o a un periodista, cuando existe el espíritu de cuerpo, genera manifestaciones solidarias aún cuando no se comparta la línea editorial, el aplastamiento del Excélsior de Julio Scherer ordenado por el ex presidente Luís Echeverría y el asesinato de Manuel Buendía suscitaron respuestas solidarias que ejemplifican lo anterior.
En los años 60, la caída en prisión de un estudiante desataba intensas gestiones en pro de su libertad que iban desde sendos telefonazos del rector en turno (apremiado por la raza) hasta pequeñas y bulliciosas manifestaciones al grito de “presos políticos, libertad”.
Aunque todo mundo supiera que el receptor de la solidaridad tenia como único suplicio una espantosa cruda, secuela de una noche de juerga.


EL TEMERARIO SILENCIO
Ahora nos paraliza el temor. Los agentes de tránsito comentan en voz baja que la desaparición de sus compañeros Raymundo Rosales y Manuel Dávila casi cumple los tres meses sin que nadie diga nada. Los agentes ministeriales se deshacen en conjeturas por el incierto destino de varios de los suyos, evaporados de la faz de la tierra sin que nadie los busque; reniegan en privado y lamentan la suerte de las familias de sus compañeros en desgracia, pero todo queda en cuchicheos.
Al poderoso SNTE no se le conoce reacción alguna por el idéntico destino de los profesores que han corrido la misma suerte desde que se nos vino encima la plaga de secuestros. Ni un desplegado exigiendo justicia, ni una manifestación que ponga de manifiesto la solidaridad con uno de sus miembros.
La evidencia mas contundente de que el crimen organizado ha logrado la intimidación social que se propuso, lo representa el caso del profesor universitario Jaime López Barajas, maestro de la preparatoria numero tres en Frenillo, Zacatecas, sustraído violentamente de su hogar y desaparecido desde hace varios meses a pesar de que se pagó el rescate
Su caso se suma al drama del hijo del profesor de Derecho, Rodríguez Báez, víctima de lo mismo junto con otros tres jóvenes, o al del joven estudiante, hijo de otro profesor universitario que después de entregar un elevado rescate, apenas el jueves fue liberado sumamente golpeado.


LA URGENTE TOMA DE CONCIENCIA
El miedo flota en el ambiente, aunque nos queramos desconectar del mundo real, la tragedia nos grita en forma de noticia lejana o de drama cercano.
Seguiremos padeciendo los delitos si nos dejamos gobernar por la idea de que los simples mortales no podemos hacer nada.
Si atendemos el estudio de una institución privada, libre de toda sospecha de alentar la critica al régimen de Felipe Calderón como es el Instituto Tecnológico de Monterrey, el 98.5% de los delitos cometidos en este año permanecen impunes.
Según estas mediciones basadas en información oficial, las denuncias abarcan un reducido 22% de los delitos, de este universo se investiga solo el 15%, aunque solo el 4% de éstas son debidamente concluidas, culminando en sentencia condenatoria solo el 1 por ciento.


AL ÚLTIMO LO QUE RESISTE, APOYA

Vale que nos preguntemos si no le hace el juego a la insostenible situación el silencio que han mantenido en relación a lo padecido por algunos de sus respectivos miembros ante la delincuencia los organismos como el SNTE, la UAZ el SPAUAZ, los miembros de los cuerpos de seguridad, las organizaciones como la Unión Ganadera Regional, los colegios de profesionistas, los partidos políticos etc. y sus equivalentes en el resto del país.

Los delincuentes presionan con todo su poder de intimidación y ponen en juego su capacidad de corrupción para que las autoridades incumplan su tarea. Del otro lado de la balanza debe colocarse toda la exigencia social posible para que cumplan su deber.

Nos encontramos el jueves en El Recreo.