Varios fundadores del partido de la Revolución Democrática, nos hemos convencido de que la difícil situación interna del PRD reclama una respuesta de fondo, de parte de toda su militancia. Respuesta a la que queremos contribuir mediante la construcción de una corriente estatal conforme a lo dispuesto en el artículo 43 de nuestros estatutos.
Despues de una prolongada deliberacion, los que nos identificamos con esta corriente de pensamiento convenimos en el siguiente documento fundacional:
DECLARACION DE IZQUIERDA FEDERALISTA
La participación política del ciudadano contemporáneo, es en México un fenómeno complejo. El régimen de partido único cede ante lo que se define como la alternancia, sin que retroceda la carga cultural que le es inherente, carga que modeló a un individuo cívicamente sub-ciudadano inmerso en la cultura de la línea, de la obtención clientelar del voto, de la apología de la incongruencia en nombre del realismo político, de la aceptación resignada de la práctica del abuso de poder como hecho fatal e inevitable.
La izquierda mexicana, en sus diversas vertientes luchó contra la esencia autoritaria del régimen durante todo el siglo XX, mediante la más grande contribución de sacrificio humano. Nadie medianamente informado ignora que en esta lucha contra el poder autoritario, los perseguidos, los encarcelados, los desaparecidos, los vilipendiados, son de izquierda.
El PRD nace como respuesta de diversas vertientes de la izquierda al abuso de poder que en 1988 burló la voluntad de los mexicanos mediante el fraude electoral ahora reconocido por todos.
A partir de su fundación, el partido ha conquistado posiciones de poder; consolidando su posicionamiento en la capital de la república, obteniendo el gobierno de diversas entidades federativas, así como el de un sinnúmero de municipios, siendo de destacar nuestra presencia en el H. Congreso de la Unión y en un buen número de legislaturas locales. Por lo tanto hemos pasado a formar parte de la clase política dirigente de nuestro país, junto al Partido Acción Nacional y al Partido Revolucionario Institucional.
A los perredistas nos corresponde diferenciarnos con nuestra práctica concreta de los otros segmentos de la clase política dirigente, si queremos que nuestro proyecto de nación gane la mayoría social para acceder a la conducción del país. Y para que el desprecio social que suscita el abuso de poder no nos alcance
¿Por qué diferenciarnos? Porque la ira congelada de la sociedad nos incluye dentro de la clase política que abusa del poder.
El abuso de poder es contra lo legal y/o contra lo legítimo. El móvil del abuso de poder es la satisfacción de intereses particulares de individuos o de facciones por encima de intereses colectivos. Se abusa del poder cuando se incurre en nepotismo, amiguismo, o compadrazgo desde la función pública. Se abusa del poder cuando con dinero público se pervierte la misión del periodismo. Se abusa del poder cuando se pacta contra los derechos de otros, cuando se compran votos, cuando se le niega el ejercicio de los derechos políticos al subordinado laboral. Se abusa del poder cuando se despilfarra el dinero público, pero sobre todo, se abusa del poder cuando se hace de la incongruencia un recurso político ordinario.
El PRD pierde credibilidad, prestigio y rentabilidad electoral cuando, los que en su nombre legislan o gobiernan incurren en prácticas que la sociedad repudia. Un equivocado ejercicio del poder de los perredistas nos aleja de la victoria nacional por la vía de las aproximaciones sucesivas; porque en vez de gobiernos ejemplares por su ética, eficacia y sentido social, ofrecemos gobiernos partícipes de la decadencia moral más oprobiosa.
Convocamos a los perredistas identificados con los valores que el partido reivindica a resistir el abuso de poder, no sólo en la función pública, sino en la vida interna de nuestro partido, en donde la constelación de grupos de interés disfrazados de corrientes de pensamiento, suelen ser el vehículo de imposición de incondicionales en detrimento de trayectorias y perfiles.
Hagamos de la crítica inteligente, fundada y respetuosa un hábito. Hagamos de la autocrítica permanente nuestra mejor prevención contra la descomposición política y moral.
Buscamos construir una corriente de pensamiento que no sea un grupo de interés, que no busque cargos partidistas para subordinar al partido que es el todo, a un grupo que es la parte. Queremos construir una corriente que no se potencie desde los gobiernos perredistas más que con el prestigio derivado del buen desempeño de sus miembros.
Nos proponemos construir una corriente que forme ciudadanos plenos en vez de sub-ciudadanos, para dejar atrás la política sin ideas ni principios y para desenmascarar la incongruencia disfrazada de realismo.
Nuestra corriente hace de la educación política su razón de ser; proponemos una educación continua, abierta; orientada a formar mexicanos comprometidos con la verdadera democracia, con la soberanía nacional, y con la satisfacción de las necesidades básicas de toda la población.
Nuestra corriente rechaza por estéril, la vida partidaria intramuros, y por lo mismo asume su quehacer de educación política como actividad abierta a todos los individuos independientemente de su filiación partidista.
Es nuestra convicción que la educación es la mejor estrategia que la humanidad conoce para enfrentar sus males.
Es nuestra convicción que la educación política forja valores, y que su ausencia facilita el triunfo de los simuladores.
Izquierda Federalista