Detección temprana
José Luis Calva
14 de febrero de 2008
De acuerdo con un estudio de la Secretaría de Salud, “en un periodo de cuatro años, el cáncer ocasionó en México 172 mil muertes que pudieron haberse evitado, porque existen los mecanismos para obtener un diagnóstico temprano y los medicamentos para revertir la enfermedad” (La Jornada, 6/II/08).
Algo similar ocurre en el ámbito de la economía respecto de las recesiones. Desde que el economista francés Joseph-Clement Juglar descubrió en 1860 el ciclo económico que lleva su nombre (“ciclo Juglar”), de duración irregular pero oscilante alrededor de 10 años, nuestra disciplina ha generado técnicas para detectar tempranamente las recesiones, así como instrumentos de política macroeconómica (monetaria y fiscal) para revertir la enfermedad.
Los diagnósticos tempranos son particularmente relevantes, porque las acciones contracíclicas de política macroeconómica suelen actuar con notorio rezago sobre la economía real. Por una parte, si bien las acciones de política monetaria producen algunos efectos prácticamente instantáneos sobre la esfera financiera, sus mecanismos de transmisión sobre la economía real son muy lentos, requiriéndose —de acuerdo con destacados expertos— de dos a cuatro meses para que comiencen a sentirse sus primeros efectos, y de 12 a 18 meses para que los golpes de timón de la política monetaria hagan sentir la totalidad de sus efectos. Por otra parte, la eficacia contracíclica de las medidas de política fiscal deriva de la magnitud y rapidez de su incidencia sobre la demanda agregada.
De allí la importancia de la discusión que hoy ocupa a autoridades económicas (bancos centrales, ministerios de Hacienda y organismos internacionales), a especialistas académicos y a economistas del sector privado en todo el planeta, acerca de si la economía estadounidense se encuentra en grave peligro de caer en recesión o si ya entró en ella, así como respecto a la suficiencia (o insuficiencia) de las acciones de política monetaria y fiscal que se han adoptado para evitar la recesión o, cuando menos, para reducir la profundidad y duración de la contracción económica. El asunto es especialmente relevante para México, que es el país económicamente más dependiente de Estados Unidos.
Por eso resulta desalentadora la postura asumida por las autoridades macroeconómicas de México. “Hasta el segundo semestre del año —declaró el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz— se tendrá un mejor escenario de la magnitud de la desaceleración en EU y sus consecuencias hacia el país” (EL UNIVERSAL, 8/II/08).
Y el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, señaló: “Es muy fácil caer en una ‘sicosis negativa’ por la desaceleración económica en Estados Unidos”. “‘La definición de una recesión es que haya dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo y eso todavía no pasa’” (EL UNIVERSAL, 8/II/08 y El Financiero, 8/II/08).
El problema consiste en que después de dos trimestres de caída del Producto Interno Bruto la enfermedad estará muy avanzada.
Por fortuna, existen indicadores líderes de periodicidad mensual que permiten anticipar los quiebres de tendencia. De hecho, las acciones monetarias de la Reserva Federal estadounidense se han sustentado en estos indicadores. Por ejemplo, el Chicago Fed Nacional Activity Index (CFNAI), construido con numerosas variables de periodicidad mensual, ha arrojado cifras negativas desde agosto; y en su versión CFNAI-MA3 —cuyos valores debajo de -0.70 revelan una elevada probabilidad de recesión— arrojó valores de -0.66 en octubre de 2007, -0.50 en noviembre y -0.67 en diciembre.
De igual modo, el rápido acuerdo político entre demócratas y republicanos sobre el paquete fiscal contracíclico recién aprobado se sustentó en un estudio de la Oficina de Presupuesto del Congreso, según el cual “el riesgo de recesión es considerablemente elevado” y son necesarios “estímulos fiscales” que “entren en vigor rápidamente” para “reforzar la demanda agregada” (http://cboblog.cbo.gov).
Mientras nuestros vecinos enfrentan activamente los retos del destino, la suerte de México parece estar ya echada: nuestras autoridades monetarias y hacendarias se mantendrán a la expectativa durante los próximos trimestres, fieles a la ortodoxia de la restricción monetaria y el presupuesto equilibrado.
Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM
PERFIL
Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Especialista en economía agrícola y desarrollo rural, fue distinguido con el Premio Nacional de Periodismo en 1999, por artículo de fondo publicado en EL UNIVERSAL, donde colabora desde mayo de 1995. Ha impartido numerosos cursos en universidades de México y el extranjero y participado como ponente en más de 200 seminarios y congresos científicos. Entre sus logros se cuentan también el Premio en Investigación Económica "Maestro Jesús Silva Herzog" 1999, el Premio Universidad Nacional 2001 en ese mismo ramo y el Primer Premio Nacional de Periodismo en Análisis Económico 2001, otorgado por el Club de Periodistas de México, A.C.