La camorra
Turbamulta en acción. Riña colectiva. Agresión tumultuaria. Esto es la camorra en su descripción cruda. Pero también es “mafia napolitana”, en su acepción refinada: no se ve, pero se siente. Tan alevosa una como la otra. El pasado domingo frente a la torre de Pemex hubo camorra de las dos.
La obvia. Un grupo de militantes del PRD en el DF, ubicado desde temprana hora a la derecha del templete, detrás de la cerca de malla que corre a lo largo del camellón de avenida Marina Nacional, impide a Javier González Garza pronunciar su discurso. Antes lo habían hecho sin contratiempos los representantes de Convergencia y el PT.
Al Güero le lanzan adjetivos, epítetos y rechiflas. Son integrantes de una corriente que no quiere a Jesús Ortega en la presidencia del PRD. Interviene López Obrador. Pide, exige e impone (por pardójico que suene) cordura, tolerancia y respeto. Concluye González Garza con un compromiso contundente: desde el Poder Legislativo, los legisladores del FAP impedirán la privatización de Pemex y la CFE. La senadora Rosalinda López y Claudia Scheinbaum anunciarán después lo fuerte del evento: la estrategia de movilizaciones en tres etapas.
Primera etapa: constitución de comités de información en plazas públicas, universidades, municipios, comunidades. Segunda etapa: si se presenta una iniciativa, huelga legislativa de partidos del FAP; cercos ciudadanos en las cámaras de diputados y senadores; cercos ciudadanos en palacios estatales de gobierno y congresos locales. Tercera etapa: si no se retira la iniciativa, cercos ciudadanos en los aeropuertos del país; cercos ciudadanos a instalaciones estratégicas petroleras y financieras; bloqueos carreteros en el país, y paro nacional de trabajadores.
Es un programa de resistencia civil más intenso y estructurado que el movimiento de protesta postelectoral de 2006. Es una medida que hoy tiene esqueleto y músculo para sostenerse y caminar: poco más de dos millones de afiliados en casi la mitad de los municipios del país, si nos atenemos únicamente a los registros de la Convención Nacional Democrática y el Gobierno Legítimo. Es para tomarse en serio.
Pero la camorra no ve nada de esto. Sólo le interesa su cachiporra. Sabotear, descarrilar y desacreditar lo que va en serio. El contingente que acalló al diputado González Garza, por chuchista y “traidor”, se fue tras Carlos Navarrete con los mismos pretextos. Lo inmediato y superficial opacó así lo mediato y de fondo.
No es la primera vez que una sucesión coyuntural en la dirigencia nacional del PRD contamina una lucha social de más largo alcance. Cuestión de historia. Las protestas contra las medidas económicas del gobierno del presidente Zedillo, el Fobaproa entre otras, en su momento se vieron opacadas por la sucesión de AMLO a Amalia García, que terminó en la anulación de la elección interna. A su vez, las disputas entre seguidores de Rosario Robles y Jesús Ortega contaminaron el programa de movilizaciones y protestas del PRD contre el IVA a alimentos y medicinas que planteaba el gobierno de Fox. Hoy le tocó el turno al movimiento de defensa del petróleo.
Por ello, tiene sentido posponer la elección interna de presidente del PRD hasta después de concluir la instalación de los comités de defensa del petróleo, a mediados de año, o relanzar el movimiento social hasta después de la elección partidista de marzo próximo, donde los adversarios coyunturales de hoy serán los aliados fundamentales de mañana, codo con codo y hombro con hombro. En este sentido, la lección del domingo es clara: mientras el PRD esté dominado por corrientes y no por conglomerados ciudadanos, por intereses burocráticos coyunturales y no por causas sociales, la camorra partidista seguirá dando espectáculos y escándalos como el de la torre de Pemex.
¿Y qué hay de la otra camorra, la napolitana, que desde la sombra busca intervenir en la vida interna del PRD y apuesta a la destrucción de la única oposición real al actual gobierno? Esta otra camorra se encuentra en plena acción. Sobredimensiona lo accidental para distraer lo fundamental, la privatización. Habla del incidente, para acallar lo grave, el tráfico de influencias detrás del proyecto de reforma. Se fija en el humo para negar el incendio, la explotación fiscal de Pemex y CFE. Y se detiene frente al árbol podrido para no internarse en el bosque infectado, los compromisos políticos y económicos detrás de la iniciativa del PAN y el PRI.
Esta otra camorra es incapaz de entender que no es un grupo de perredistas presuntamente duros, radicales y “rijosos” el que se opone a una reforma privatizadora; es más de la mitad de los mexicanos que ve en la reforma de Pemex un sinónimo de privatización. Por ello, a pesar de las camorras internas y externas, el movimiento nacional por la defensa del petróleo, va.