RECREO
Por J. Luis Medina Lizalde
HABLANDO DE MUJERES Y…
El gobierno de Amalia García es el más obsesionado por la lealtad de todos los que han transcurrido durante muchos años, y es, con mucho, el que más deslealtades ha recogido aún antes de que llegue “la temporada grande”, esa que inicia cuando se identifica con certeza al sucesor.
En el lamentabilísimo espectáculo en que se ha convertido la política nacional y local hay de todo, desde los que fundamentan coherentemente una postura de deslinde, hasta los que sin empacho muestran codicia insatisfecha o “propuesta irresistible”
Algunos de súbito descubrieron fallas que su permanencia en la nómina durante cinco años y medio de gobierno no les permitió advertir, otros se alejan después de dejar grabadas o escritas las apologías más encendidas de Amalia y su gobierno.
Hay quienes no se salen, pero se colocan cerca de la puerta por si acaso.
LA PRIVATIZACION DE LA LEALTAD
El pasado miércoles se produjo un hecho que me aclaró las razones por las que la deslealtad se enseñorea en la política mexicana. La periodista Tere Velázquez, fue separada de su cargo como responsable de la comunicación social del Tribunal Superior de Justicia por la información que su marido publicó, referida al embargo judicial que un particular promovió por un añejo litigio con el gobierno del estado. A ella se le atribuyó, sin sustento alguno, la filtración de la información. Subrayando de paso lo mítico que aún es la separación de poderes
Este episodio me recuerda el estallido de cólera que protagonizó el gobernador Genaro Borrego con el reportero Edgar Félix. O la ocasión aquella en que el gobernador Arturo Romo Gutiérrez irrumpió colérico en las oficinas del Licenciado Juan Gómez, en ese momento director del Sol de Zacatecas. Son botones de muestra de lo tradicional que es perder el sentido de las proporciones ante el quehacer periodístico, causando más daño al gobernante su modo de reaccionar a la crítica, que la crítica misma.
A Tere es la segunda vez que el gobierno la trata como apéndice de su marido, antes fue separada de Radio Zacatecas por situaciones semejantes.
UNA DISTINCIÓN NECESARIA
A la hora de la notificación de su condición de esposa con marido equivocado se invocó "la lealtad a la gobernadora”, lo que me hace suponer que el actual grupo gobernante no distingue entre la lealtad privada y la lealtad pública.
La lealtad privada se da entre personas con lazos de amistad, parentesco, matrimonio. etc., entre asociaciones para fines privados lícitos e inclusive ilícitos, como en el caso de las bandas de criminales. La lealtad en el servicio público es a la ley, a las jerarquías legalmente establecidas. A los objetivos institucionales.
Entre los asociados ideológicos la lealtad es a los principios, a un programa y a todos los que son consecuentes con los mismos. Cuando un líder falla con esos principios es válido romper con él. Por eso nadie reprocha al general Zapata su negativa a obedecer la orden de desarmarse de Madero ni la expulsión de Elías Calles del país dispuesta por el General Cárdenas, ni la no obediencia del General Felipe Ángeles al huertismo, etc.
Un general no puede invocar la lealtad de sus subordinados para obligarlos a cometer abusos, las lealtades privadas tienen muchos acotamientos en las leyes. En el periodismo de muchos países existe la cláusula de conciencia para proteger al periodista de órdenes de trabajo contrarias a la ley y a la ética.
El concepto privado de lealtad, tengo la impresión, lo practica el grupo "San Ángel”. Figuras notables del clan emergido al calor del espejismo modernizador del salinismo están distribuidas en los distintos cenáculos del poder, desde donde no han contribuido un ápice a la relación democrática con los medios de comunicación, a pesar de que fue eje central de su discurso. El complaciente presidente Fox redujo a su mínima expresión los tiempos del Estado en los medios electrónicos y Santiago Creel quiso ganarse a Televisa con permisos de casas de juego.
AL ÚLTIMO
LO QUE SE VEÍA VENIR
Las lealtades privadas en la esfera pública son una anomalía, distorsionan la moral pública, patrimonializan el ejercicio del poder, amafian a los mediocres y asfixian al interés general.
El valor de la lealtad a la vida pública es el sustento de lo honorable. de lo valedero; la credencial de los mejores.
A la hora de manifestar mi inequívoca solidaridad con Tere, no dejo de advertir que a la gobernadora le faltaron leales y le sobraron lambiscones con los que comparte el equívoco de mezclar las lealtades privadas con lo público.
La conseja popular nos advierte que “los lambiscones de hoy son los traidores de mañana”. Ricardo Monreal ya lo comprobó, Amalia lo está sabiendo.
Nos vemos el jueves en el recreo