AL PRINCIPIO
LAS ELECCIONES Y LOS DERECHOS HUMANOS
Se advierte nerviosismo en las filas del ejército mexicano de que en el próximo sexenio sean judicialmente perseguidos por los homicidios, torturas y diversos tipos de abusos que algunos de sus miembros han cometido en el curso de la fallida estrategia en contra del narcotráfico. Ello explica la fuerte presión ejercida sobre los legisladores, para apoyar el contrasentido de darle legalidad a las funciones policiacas que están cumpliendo como consecuencia de la corrupción de los cuerpos policiacos.
La clase política se comporta como si fueran políticos chilenos en los tiempos de Pinochet. Piensan que al ejército no se le toca, que de suyo es intolerante a las críticas.
MEDROSIDAD CONTRAPRODUCENTE
La población zacatecana deposita su confianza en el ejército como lo demuestra el elevado número de denuncias que esa institución recibe. Lejos estamos de la pesadilla juarense que clama por la salida de la tropa, que no sólo no resolvió el problema de la violencia que la delincuencia impone, sino que se convirtió en otra fuente de zozobra colectiva.
Cierto, en Zacatecas tenemos más razón para el reconocimiento al ejército que para el reproche, sólo hay un hecho que habla muy mal de nuestro modo de reaccionar frente al abuso de militares. Me refiero al asesinato, cometido por soldados, de Edwin Castañeda López y su novia Lesly Alejandra Del Rio Pérez. Aquella trágica noche del 6 de mayo del 2008 que los habitantes de Villa de Coss tiene tan presentes, el gobierno del estado se desentendió irresponsablemente, las comisiones de derechos humanos, del estado y nacional, hicieron irrelevantes trámites burocráticos, los diputados comentaban en voz baja, pero ninguno expresó indignación por los asesinatos y por el intento de hacer pasar a las víctimas como sicarios al colocarles armas a los cadáveres.
La prensa no le dio voz a los doloridos padres, ni a los jóvenes amigos de la pareja que fueron sometidos horas y horas tirados en el suelo. El agravio fue tan contundente que el propio ejército indemnizó con ciento cincuenta mil pesos moneda nacional a las familias de las víctimas, y fueron consignados a un juez militar, pero el gobierno del estado, la legislatura y los medios de comunicación dejaron en el olvido el caso. A nadie se le ocurrió brindar apoyo jurídico a las familias de los asesinados, y los medios de comunicación ni se ocuparon del caso desde una perspectiva que no fuera la oficial. A la institución castrense le fue fácil, sin la presión de nadie, dejar en libertad a los procesados, dejando a los padres el amargo sabor de una dictadura.
Si esta historia hubiese sido contada en la televisión nacional, el desenlace jurídico seria otro, los militares que incurrieron en tan atroz conducta absorberían como individuos la responsabilidad, dejando a salvo a la institución armada. Pero ante estos hechos estamos asumiendo exactamente la misma actitud que ante la pederastia de sacerdotes, volteando la mirada a otro lado.
Hoy la iglesia católica reconoce lo perjudicial que resultó semejante comportamiento, cuando los daños son inconmensurables.
AL ÚLTIMO
UNA DEFINICIÓN NECESARIA
Ahora que los zacatecanos nos disponemos a elegir presidentes municipales, diputados y gobernador, es momento de preguntarnos sobre el compromiso que los candidatos muestran respecto a la necesidad de ser voz de los ciudadanos cuando sus derechos son vulnerados por el ejército, que tan dispuesto está el próximo gobernador a ser proactivo en la cooperación con el ejército y al mismo tiempo, proactivo en la firme y legal defensa de los derechos humanos y las garantías individuales.
Hasta ahora, el comportamiento omiso frente a los abusos pavimentan el camino a una dictadura que está muy lejos de la idiosincrasia de nuestras fuerzas armadas, no lo digo nada más por su origen popular, ni por su ejemplar subordinación al mando civil, lo digo porque he tenido el honor de ser invitado por el ejército a impartir charlas en temas históricos a los egresados de las diferentes ramas, que me han mostrado a una oficialidad crítica, cuestionadora de la realidad y notoriamente libre a la hora de externar su pensamiento.
Zacatecas no es una isla, si los que aspiran a gobernar no sustentan posturas de la agenda nacional, difícilmente sabremos a qué atenernos cuando ejerzan un poder que no se les otorga como premio, sino como encomienda que habrá de ser cumplida en tiempos convulsos.
Desde luego no es esta una convocatoria al uso electorero de los derechos humanos, tema en que ninguna de las fuerzas políticas en contienda ha mostrado compromiso, es más bien una exhortación a que definan una actitud, cierto que no es "enchílame otra" pero ¿entonces para que le entran?
Nos encontramos el lunes en el recreo