lunes, 15 de octubre de 2007

Recreo de J. Luis Medina Lizalde en el Imagen

Recreo

J. Luis Medina Lizalde

AL PRINCIPIO

La comisión de acceso a la información del Estado de Zacatecas nace ajena a cuestionamientos, dada la buena fama pública de sus integrantes.
Hoy aparece señalada como autora de patrocinios que no le corresponde hacer sean parientes o no los solicitantes.
Pero lo más grave es el señalamiento de que se manipuló un reconocimiento en beneficio del instituto electoral. Que por el bien de todos, todo quede claro.

“LA ADULACIÓN,
MERETRIZ DEL VICIO, DEBE QUEDAR
FUERA DE LA AMISTAD”
CICERÓN

La comparecencia ante el Congreso del Estado de los titulares de la Secretaría de Finanzas, Contraloría y Oficialía Mayor del Gobierno del Estado, se convirtió en un resbalón de consecuencias. Justo en el momento político en que inicia el declive del sexenio.
¿Por qué un resbalón? Porque ahora el gobierno tendrá un escrutinio severísimo para que los mil 322 millones que manifiesta tener de superávit no sean la evidencia de la incapacidad ejecutiva que se conoce como sub-ejercicio y que implica la devolución de recursos a la Federación, si para el 30 de noviembre no están gastados o asignados mediante licitación.
Resbalón porque retrataron al gobierno actual como encubridor del gobierno pasado al manifestar que lo aportado por la cervecera Corona para la Feria Nacional de Zacatecas no ingresó a la hacienda pública. Y porque ellos mismos trajeron a colación el caso de Julia Olguín de la peor manera posible, “ya que se robó las concesiones”, según la afirmación vertida sin consideración alguna a la presunción de inocencia que consagra la constitución, pero que no se va a cancelar una sola de tales concesiones (nadie incurrió en el delito de cohecho seguramente).
La inclinación al autogol de este equipo es increíble, tan es así que más que reseñar los continuos yerros es más útil preguntarse las causas por las cuales el grupo que gobierna, más que de la oposición o disidencia, es víctima de sí mismo.
Los errores de los funcionarios aludidos no son atribuibles, cuando menos esta vez, a una indicación de la gobernadora. Prueba de ello, es que Eduardo Ruiz Ferro fue el que la libró sin despeinarse a pesar de que era el candidato natural a ser el principal blanco de metralla por los uniformes patitos, las basificaciones en coyuntura electoral, los despidos arbitrarios en algunas dependencias y hasta la -para mí- cuestionable costumbre de remodelar oficinas en medio de un mar de necesidades insatisfechas (empezando por la suya).
Ruiz Ferro pareció ser el único que leyó bien el contexto de la comparecencia.
En el trasfondo del desempeño político de buena parte del grupo gobernante se advierte la ausencia de identificación con un proyecto general, ya sea porque tal proyecto no existe, no se conoce, o no se comparte, y cuando así sucede, las definiciones son no en torno a principios ni a programas sino en torno a personas. Como si se tratara de escoger entre el cártel del Golfo o el de Sinaloa y no en torno modos de enfrentar la problemática social que nos hace ser de derecha o de izquierda, radicales o moderados, social-demócratas o socialistas ortodoxos, nacionalistas o globalizadores, etc, etc.
Cuando no hay identificación con un proyecto general, los esfuerzos se concentran en lograr la aprobación del jefe, no de la sociedad, y en el afán de interpretarlo, suelen ocasionarle severos daños.
En el ejercicio de adivinarle al jefe, en este caso la jefa, muchos entendieron que el boleto a la nómina era pegarle a Monreal y; amparándose en “la institucionalidad”, cambiaron de chaqueta, algunos inclusive con la venia y hasta el auspicio diría yo, del propio Monreal.
Tener un antecesor hiperactivo es vieja tradición, lo tuvo López Portillo con Echeverría, lo tiene Calderón con Vicente Fox, lo tiene el oaxaqueño Ulises Ruiz con José Murat y lo tiene en Aguascalientes Reynoso con Felipe González.
Lo singular aquí, es que al antecesor se le mantiene vigente por obra y gracia del propio grupo gobernante, al sacarlo a colación para responsabilizarlo de todo sin que se note en donde se debe notar: ante la ley.
Ello es reflejo de un grupo (con sus excepciones) al que no le inspira los intereses de conjunto ni el largo plazo. Por eso sus integrantes adelantan la sucesión gubernamental, indiferentes al grave daño político que le ocasionan a quien dicen servir.
Cuando no hay proyecto general, la clave es la ambición personal. El individualismo en tiempos buenos es: “cada quien para su santo”, en tiempos malos: “que cada quien se rasque con sus propias uñas”, y al final el grito que retumba es “sálvese el que pueda”.

AL ÚLTIMO

¿Qué creen lograr las autoridades con el ocultamiento de hechos delictuosos cada vez más graves como son los secuestros, “levantones” y extorsiones? En mi opinión, lo que logran es desautorizarse a sí mismos como fuente de información.