jueves, 15 de noviembre de 2007

Opinión de Jose Luis Calva en el Universal

Bono dilapidado
José Luis Calva
15 de noviembre de 2007


Después de observar que los mexicanos que emigraron a Estados Unidos durante 2006 (581 mil) fueron más de los que murieron en México (475 mil), el doctor Juan Ramón de la Fuente resaltó que tales cifras reflejan “un importante problema de fondo” (El Financiero, 31/X/07). Ciertamente, estamos dilapidando nuestro “bono demográfico”.

En perspectiva histórica, la esperanza de un crecimiento económico superior a 7% anual tiene como uno de sus fundamentos la existencia de una estructura demográfica —que en México se extiende hasta las tres primeras décadas del siglo XXI— en la que los trabajadores activos alcanzan su mayor proporción respecto a la población económicamente dependiente, de manera que pueden lograrse mayores tasas de ahorro, inversión y crecimiento económico, tal como se observa en los exitosos países asiáticos (China, Corea del Sur, etcétera), que están aprovechando eficientemente su “bono demográfico”.

Por el contrario, la estrategia económica aplicada en México durante el último cuarto de siglo ha resultado incapaz de generar suficientes empleos remunerados, de manera que en vez de aprovechar nuestro “bono demográfico” lo estamos transfiriendo a EU. Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos reporta que durante el periodo 1981-1990 un millón 655 mil 800 mexicanos emigraron a EU, es decir, 165 mil 580 por año; y durante el periodo 1991-1997 lo hicieron un millón 947 mil 600 mexicanos más, o sea, 278 mil 229 por año (OCDE, Trends in international migration. Annual report 1999, París, 1999). Durante los años 1998-2004 —de acuerdo con cifras del Pew Research Center Project—, otros 3 millones 176 mil mexicanos se fueron a radicar a EU, o sea 453 mil 714 por año (J.S. Passel y R. Suro, Rise, peak and decline: Trends in U.S. immigration 1992-2004, Pew Hispanic Center, 2005); y se estima que durante el bienio 2005-2006 más de un millón de mexicanos emigraron a ese país.

En consecuencia, si bien las remesas de los migrantes —que crecieron explosivamente: de mil 43 millones de dólares en 1982 a 23 mil 742.2 mdd en 2006, lo que representó un incremento de 989.6% a precios constantes— aparecen en el haber de la balanza de pagos, la exportación de trabajadores debe cargarse al deber de la estrategia económica neoliberal, puesto que refleja su incapacidad para generar suficientes empleos.

Durante el sexenio 1983-1988 —de acuerdo con el Sistema de Cuentas Nacionales de México Base 1980—, en el conjunto de la economía mexicana sólo se generaron 509 mil de empleos remunerados, a causa del casi nulo crecimiento económico (el PIB sólo creció 0.2% anual). Pero durante ese lapso, cada año tocaron las puertas del mercado laboral poco menos de un millón de jóvenes demandantes de empleo, de manera que 5.3 millones de mexicanos disponibles no encontraron puestos de trabajo remunerados. Durante el periodo 1989-2004, según las más recientes cifras del Sistema de Cuentas Nacionales de México Base 1993, sólo se generaron 8.1 millones de empleos remunerados, o sea, 506 mil empleos por año; pero cada año arribaron a la edad de trabajar poco más de 1.1 millones de jóvenes, de manera que, durante este lapso, otros 9.6 millones de trabajadores no encontraron ocupaciones remuneradas en nuestro país.

Como resultado agregado, en el periodo 1983-2004 quedaron sin ocupación remunerada en México 14.9 millones de demandantes de empleo, que empujaron la formación de las oleadas de trabajadores migratorios. Desde luego, los empleos remunerados generados en México durante el bienio 2005-2006 (alrededor de 1.4 millones) resultaron también insuficientes para absorber a los jóvenes que arribaron a la edad de trabajar (alrededor de 2.7 millones).

Se estima que para crear puestos de trabajo suficientes para los nuevos demandantes de empleo, reteniéndolos en nuestro país, la economía debe crecer por lo menos a una tasa de 6%, como ocurrió bajo el modelo económico precedente al neoliberal, cuando el PIB mexicano creció a una tasa media de 6.1% anual en el periodo 1935-1982. Pero durante los pasados 24 años de experimentación neoliberal (1983-2006), el PIB apenas creció a una tasa media de 2.4% anual.

En consecuencia, el prodigioso crecimiento de la exportación de mano de obra y el miserable desempeño de la economía mexicana bajo el modelo neoliberal son dos caras de la misma moneda. Hoy día, hasta el staff del Fondo Monetario Internacional reconoce que “las remesas guardan una correlación negativa con el crecimiento del PIB”. De hecho, “las remesas tienden a compensar a sus receptores por las malas condiciones económicas” (R. Chami et al., “Are immigrant remittance flows a source of capital for development?”, IMF staff papers, Vol. 52, No. I, 2005). Este es precisamente el problema de fondo señalado por Juan Ramón de la Fuente.

Por eso, si pretendemos aprovechar eficazmente las dos décadas de “bono demográfico” que aún nos quedan, es necesario poner punto final a la estrategia económica neoliberal, que durante casi un cuarto de siglo de su perseverante aplicación en México ha probado inequívocamente su ineficiencia en términos de crecimiento económico y generación de empleos.


Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM

PERFIL


Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Especialista en economía agrícola y desarrollo rural, fue distinguido con el Premio Nacional de Periodismo en 1999, por artículo de fondo publicado en EL UNIVERSAL, donde colabora desde mayo de 1995. Ha impartido numerosos cursos en universidades de México y el extranjero y participado como ponente en más de 200 seminarios y congresos científicos. Entre sus logros se cuentan también el Premio en Investigación Económica "Maestro Jesús Silva Herzog" 1999, el Premio Universidad Nacional 2001 en ese mismo ramo y el Primer Premio Nacional de Periodismo en Análisis Económico 2001, otorgado por el Club de Periodistas de México, A.C.