viernes, 16 de noviembre de 2007

Opinión de José Sarukhán en El Universal

¿Desastres naturales?
José Sarukhán
16 de noviembre de 2007


Las desgracias ocurridas en varios estados de la República han capturado, con más que buena razón, los espacios informativos de los últimos 15 días. La dimensión de las pérdidas humanas, si bien no de grandes dimensiones, han sido en extremo dolorosas; por otro lado, los daños a la infraestructura y a bienes materiales han sido enormes.

Pero, ¿estamos realmente hablando de daños causados por desastres naturales? O estamos más bien frente a los efectos de una antigua y larga lista de malas decisiones humanas que han exacerbado los efectos de fenómenos naturales. Aunque sin duda factores globales como el calentamiento atmosférico se han combinado con otros locales —como una marea elevada— para hacer más crítica la situación (como en Tabasco), no hay duda de que estas tragedias son resultado de dos grupos de fallas humanas.

La más importante es la desestabilización de los ciclos hidrológicos regionales; la deforestación de las montañas y serranías impide la infiltración pausada del agua de lluvia en el suelo que alimenta manantiales y acuíferos; este es el caso de fenómenos meteorológicos como los “frentes fríos” (que antes llamábamos “nortes”), que depositan lluvias no torrenciales aunque sí abundantes en las partes altas de montañas.

En ausencia de los árboles y de los suelos más profundos y protegidos, el agua corre pendiente abajo a gran velocidad y en grandes volúmenes y arrastra el suelo de zonas con poca o nula cobertura vegetal, provocando deslaves y desgajes de cerros que sepultan pueblos, casas, gente, cultivos e infraestructura.

El segundo grupo de problemas tiene que ver con las previsiones hidráulicas que se deben tomar en regiones tan llanas y cercanas al nivel del mar como las planicies tabasqueñas. Entre tales previsiones están un sistema de diques y conducción de excesos de agua que aminore las probabilidades de catástrofes como la ocurrida; y evitar la especulación urbana y política que permite poblar zonas naturalmente inundables.

Los efectos del creciente calentamiento global indican que tendremos condiciones climáticas cada vez más severas, que aumentarán la vulnerabilidad de varias regiones del país. La elevación prevista del nivel marino, por ejemplo, empeorará cualquier evento de exceso de lluvias al dificultar el desfogue de ríos y las zonas que están casi al nivel del mar verán con más frecuencia inundaciones. Esto no se aplica sólo a Tabasco, que junto con Chiapas han sufrido desmesuradamente en esta ocasión, pero podrán ser otros estados en el futuro las víctimas de estos eventos.

Por qué no establecer ya un plan de respuesta a estas circunstancias que involucren medidas tales como reubicación de poblados de las zonas más vulnerables a inundación; adecuadas medidas de ingeniería hidráulica para contrarrestar esta situación; y sobre todo planes de reforestación efectiva de las zonas montañosas, que además podrían recibir en el corto plazo el beneficio de pago por servicios ambientales como los bonos de carbón o esquemas más locales que recompensen medidas de protección ambiental, y más adelante de manejo sustentable certificado de bosques.

Las lecciones trágicas se multiplican y tenemos que aprender a confiar más en la ciencia que en nuestros “sentimientos”, a pesar de que aspectos de esa ciencia sean complejos y no tengamos todos los elementos para actuar. Lo que hemos atestiguado en México en las últimas dos o tres décadas son los síntomas de que hemos estado viviendo de consumir el capital natural de la nación, contribuyendo a la insustentabilidad del “desarrollo” del futuro.


¿Sería posible, con motivo de las celebraciones del bicentenario de la Independencia, instaurar en todo el país, o al menos en muchas entidades, planes para la recuperación de ese capital natural? En especial en las zonas que ayudarían a disminuir el impacto de lo que serán crecientemente más violentos e impredecibles fenómenos naturales.

Ciertamente serían acciones que no lucen como los edificios, los auditorios o los estadios, ni se prestan a la ceremonia de cortar listones para la fotografía, pero que asegurarían que podremos ejercer nuestra independencia para mayor bienestar de las presentes y futuras generaciones de mexicanos.

Investigador del Instituto de Ecología de la UNAM

PERFIL


Licenciatura en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en 1964. En 1968 obtuvo la maestría en Botánica Agrícola en el Colegio de Posgraduados y en 1972 se doctoró en Ecología (University of Wales)
Director del Instituto de Biología de la UNAM, de 1979 a 1985. En 1987 fue designado Coordinador de la Investigación Científica de la propia UNAM y electo Rector en diciembre de 1988 para el periodo 1989-1992 y reelecto en este cargo para el periodo 1993-1996. Es investigador titular en el Instituto de Ecología desde 1988.

Ha sido presidente de la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL) y asimismo, Coordinador de la Red Latinoamericana de Botánica. En diciembre de 2000 fue nombrado Comisionado de Desarrollo Social y Humano de la Oficina Ejecutiva de la Presidencia de la República, cargo que concluyó en enero de 2002.

Ha publicado más de ciento diez trabajos de investigación y varios libros y ha sido el promotor del principal grupo de investigación ecológica en México, en el Instituto de Ecología de la UNAM.

Es miembro de El Colegio Nacional desde 1987, de la Third World Academy of Sciences desde 1991; miembro de la U.S. National Academy of Sciences desde 1993 y de la Royal Society of London desde 2002; de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL) desde 1993; Honorary Fellow de la Association for Tropical Biology desde 1996; Honorary Fellow de la California Academy of Sciences desde 1998; miembro del Comité de la Division on Earth and Life Studies (DELS) de la U.S. National Academy, 2002-2008; miembro de la European Academy of Sciences, 2004; Membre de la Commision Scientifique de I’Institut Français de la Biodiversité.Paris, France, 2007. Es miembro de la junta directiva de numerosas organizaciones internacionales.