lunes, 10 de diciembre de 2007

Recreo de J. Luis Medina Lizalde en el Imagen

Recreo

J. Luis Medina Lizalde

AL PRINCIPIO

Mucha gente no puede pagar el crédito mediante el cual adquirió su vivienda de interés social. El desempleo y la insuficiencia salarial agobian a muchos hogares mexicanos, y en vez de asumir la situación desde una perspectiva solidaria, el Infonavit y la Sociedad Hipotecaria Federal venden la cartera vencida a despachos jurídicos o a empresas trasnacionales como Capmark, Pendulum, Scrap II y Recuperadora de Deuda Hipotecaria.
El negocio para los adquirientes es redondo; compran una casa al 10 por ciento de su valor (20 mil pesos las más modestas), para vendérsela a los propios dueños en 700 mil pesos.
Tan infame política ya llegó a las Naciones Unidas gracias a la denuncia de Cesare Ottolini, coordinador de Alianza Internacional de los Habitantes.
En penoso contraste, en México los partidos políticos viven al margen del problema. Una es la agenda social y otra la agenda partidaria. ¿Así cómo?

“ALEGRE ESTABA LA FIESTA, SE CELEBRABA UNA BODA”

(Corrido de Luis Pulido)

El sábado 1 de diciembre pudo ocurrir una tragedia. Elementos de dos corporaciones (Policía Preventiva de Guadalupe y Policía Estatal Preventiva) se encañonaron mutuamente, cortaron cartucho e intercambiaron insultos y empujones por espacio de media hora.
Se disputaban a unos detenidos que horas antes formaban parte de los comensales distribuidos en 30 mesas esparcidas en el salón de eventos del rancho La Virgen, el cual ya se encontró con la mancha urbana de Guadalupe.
La familia Santibáñez, propietaria del salón de fiestas, tiene sus habitaciones a 100 metros aproximadamente de donde se celebraba la boda con música, comida y tequila “Centenario”.
Después de atender lo inherente a los servicios contratados, Hugo Santibáñez se recluyó en sus aposentos para recibir la visita de sus hijas. Esto sucedió poco antes de las 8 de la noche, cuando también los meseros concluyeron su jornada y se retiraron del lugar.

“...SE ENCONTRARON DOS MANCEBOS, ECHANDO MANO A SUS FIERROS COMO QUERIENDO PELEAR”

(Corrido “El hijo desobediente”)

Entre las 11 y las 12 de la noche, el hijo del ingeniero Santibáñez entra presuroso a la casa habitación, seguido por un grupo de “fiesteros” que no logra su propósito de tundirlo, porque el joven se encierra en su habitación.
El que no corre con suerte es el ingeniero Santibáñez, que al oír el ruido sale de su habitación para recibir una “felpa”, no obstante que es discapacitado.
Como Dios les da a entender, se comunican al 066 y a las oficinas policíacas con el desenlace que mencionamos al principio: se congregan policías de diversas corporaciones y por poco “sale más caro el caldo que las albóndigas”.
Y es a partir de ese momento que las versiones difieren.
Versión primera:
Entre los agresores de la familia Santibáñez figura el jefe de la Policía Estatal Preventiva, quien, como invitado a la fiesta, se había echado entre pecho y espalda varios tequilas “Centenario”.
Versión segunda:
El jefe policíaco llegó a cumplir con su deber junto con sus elementos y no traía pizca de alcohol, según el examen toxicológico que se le practicó.
Hay dos versiones encontradas, fácilmente verificables, porque los hechos no fueron en lo oscurito, hay cientos de personas que, estando presentes en la boda, pueden corroborar o desmentir la presencia del jefe policíaco; hay meseros que tuvieron que brindarle servicio. Los dos grupos policíacos enfrentados lo conocen, saben lo que realmente sucedió, no es nada difícil.
La Comisión Estatal de Derechos Humanos, si se lo propone, podrá llegar a la verdad. Lo mismo si se les ocurriera a los diputados, que asuntos como éste son de su incumbencia.
Lo que ya es inútil demandar es capacidad de reacción a los superiores jerárquicos de los involucrados en el sainete policíaco.
Si ellos no advierten la gravedad del síntoma, es porque están adaptados a la enfermedad, y lo que en un principio no pasaba de episodio de parranda con secuela en barandilla, es ahora un tema que cuestiona severamente el profesionalismo y la confiabilidad de la autoridad.

AL ÚLTIMO

Una manera inteligente y socialmente positiva de gastar dinero público en los medios de comunicación, sería una campaña que busque orientar a los simples mortales que reciben aguinaldo en esta temporada, para que no se vayan con la finta consumista.
El estancamiento de la economía gringa a la que estamos atados, el gasolinazo que empieza en enero, las nuevas cargas tributarias derivadas de lo que llaman “reforma fiscal”, son elementos a considerar para no gastar irreflexivamente.