jueves, 10 de enero de 2008

Migración y comercio

Rogelio Ramírez de la O
9 de enero de 2008

El comercio exterior y la migración de trabajadores son un binomio que no puede separarse cuando se piensa en firmar tratados comerciales. La razón es muy simple: todo tratado es para aumentar el bienestar; si se pierden empleos hay una gran pérdida de bienestar.

No hay nada incorrecto ni ideológico en este examen y un buen ejemplo es Hillary Clinton, quien en su campaña presidencial se compromete a frenar todo nuevo acuerdo hasta no examinar los ya existentes, incluyendo el TLCAN, y lo que han aportado al bienestar estadounidense.

Este planteamiento viene hoy y no antes porque es hoy cuando la economía estadounidense enfrenta un problema de desempleo y reducción de ingresos, al tener que ajustar su gigantesco déficit comercial. Mientras los estadounidenses tuvieron crédito porque sus viviendas subían de precio y así lograban ingreso adicional que consumían, no había problema.

Hoy el problema es la baja de precio de sus viviendas, pues muchos deben en hipoteca más de lo que vale su casa. Lo que vendrá es una reducción de sus compras y por lo tanto de su nivel de vida. Por eso la encuesta reciente de Wall Street Journal/NBC revela que 58% de los estadounidenses cree que la globalización ha sido mala para Estados Unidos, cuando hace una década era 42%. Y para ligar la globalización con el comercio, Clinton agrega que las teorías de libre comercio podrían ya no funcionar en la globalización.

Está escrito sobre la pared para que el gobierno mexicano lo lea, que hay límites a lo que una economía puede abrirse al intercambio libre y al mismo tiempo soportar impactos negativos. Los otros dos candidatos demócratas a la Presidencia, Barack Obama y sobre todo John Edwards, han hecho pronunciamientos similares contra el libre comercio. También el candidato republicano ganador en Iowa, Michael Huckabee.

México también ha registrado impactos negativos, sólo que mayores y durante más tiempo, al sólo haber aumentado su producto y empleo a tasas razonables en el breve periodo de 1996 a 2000. Esto es en especial en la agricultura, en donde poco a poco se ha desmantelado la producción de pequeñas unidades, se redujo dramáticamente la ganadería, se abandonaron áreas de cultivo y de pastos y se generó un flujo migratorio hacia EU.

La migración apareció como la variable de ajuste a los impactos negativos del TLCAN y otros tratados, sin que ello quiera decir que no hay otras causas del pobre crecimiento económico.

Cuando en 2001 Vicente Fox creyó que podía abordar el tema migratorio sin abordar al mismo tiempo el tema comercial tuvo su primer gran primer fracaso. Aún más significativo fue el reconocimiento que hacía sin darse cuenta de que el TLCAN no había dado el empleo que de él se esperaba. Años más tarde, la muralla en la frontera simbólicamente liquidó la integración norteamericana.

Ese fue el fin de un ciclo entre ambos países y era el aviso para que México reexaminara el tema comercial con seriedad. Por el contrario, el gobierno sigue esperando que EU cree el empleo que aquí no creamos, exige respeto a los trabajadores indocumentados, sin mencionar que cada año emigran más de medio millón de personas, y no reconoce que esa responsabilidad es nuestra y no de EU.

Pues con la novedad de que esos llamados no tienen posibilidad de ser hoy escuchados. La inseguridad económica de los estadounidenses se va a centrar precisamente en la migración. Al aumentar el desempleo y reducirse el ingreso disponible, el clima antiinmigrante va a sorprender a muchos ingenuos.

Si el gobierno en México quiere evitar mostrar su gran debilidad política frente a EU, haciendo peticiones humanitarias que nadie allá escucha, debe encarar la necesidad de crear empleos. Debería proponer un programa de desregulación económica para abrir a la competencia y la inversión extranjera sectores hasta hoy cerrados, lo que podría crear muchos empleos. A la vez debe aumentar la inversión en Pemex para garantizar energéticos suficientes y competitivos a la industria. También debería comprometerse con la agricultura mexicana y reexaminar el TLCAN en este sector. Sólo así adquiriría credibilidad en EU.

Si no actúa por estas vías, acosado por los productores agrícolas que resienten la etapa final de desgravación del TLCAN y por los migrantes que no pueden cruzar la frontera y entonces protestan aquí por la falta de empleo, tendría que dictar un aumento populista de subsidios y malgastar el ingreso petrolero extraordinario que va a tener por algún tiempo.

rograo@gmail.com

Analista económico