columna EL DESPERTAR
de José Agustín Ortiz Pinchetti
Publicado el 26 de abril de 2009 en La Jornada
En Cananea está abierta una herida por la que puede verse la decadencia de nuestra República. La población en la extremadura sonorense está rodeada de desiertos. Algún día próspera, agoniza hoy después de 21 meses de huelga. Las autoridades federales por instrucciones de Calderón intentan vencer por hambre la resistencia de los trabajadores.
Asombra la insensibilidad de la derecha frente a los símbolos. La huelga de 1906 en este mismo sitio fue reprimida con salvajismo por el régimen de Porfirio Díaz con intervención del ejército estadunidense. Este hecho se convirtió en antecedente de la revolución mexicana e impulsó la reforma que dio origen al artículo 123 de la Constitución, pero el espíritu antiobrero ha renacido con extremo vigor a 100 años de distancia. La oligarquía mexicana y el gobierno que le sirve mantienen la misma mentalidad reaccionaria. “No han olvidado nada ni han aprendido nada”.
Inclinarse de forma abusiva en favor de la empresa no es un caso aislado, es una política de Estado y no es nueva. Opera desde hace 25 años. Los obreros no tienen una verdadera representación sindical, la mayoría de sus derechos son letra muerta. Existe un proyecto para ampliar los privilegios en favor del sindicalismo oficial y de los patrones.
En la huelga de Cananea se ha llegado a la aberración de decretar la extinción del contrato colectivo invocando como causa “una fuerza mayor”, que no ha sido probada y tampoco, de acuerdo con la ley, es motivo para terminar el contrato y la huelga. Los tribunales federales han nulificado las decisiones del gobierno, pero éste insiste para ganar tiempo y debilitar a los trabajadores.
México tiene ante sí un panorama muy difícil. La economía declina y un déficit explosivo se hace inevitable por la caída del precio del petróleo. Agredir a la clase trabajadora es apresurar un conflicto social y político. Pero a Calderón no le queda más remedio. La familia Larrea, dueña de Minera Cananea, pertenece al grupo de los que aportaron 180 millones para imponerlo en la Presidencia. Él no tiene ninguna capacidad para enfrentar a los sindicatos corruptos, ni para eliminar los privilegios de los grandes grupos, ni para hacer una verdadera reforma fiscal, ni para proteger a los trabajadores. Optará por utilizar los recortes presupuestales y, muy probablemente, acelere el final del régimen.
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