lunes, 13 de abril de 2009

RECREO

Publicado el 13 de abril de 2009 en el periódico IMAGEN

por J. Luis Medina Lizalde

AL PRINCIPIO
EL DEDO NO TAPÓ AL SOL


La noticia se difundió nacional e internacionalmente mucho más que el festival cultural.

La muerte en tierras zacatecanas de Israel Nava Cortés alias “El ostión”, indica que Zacatecas ya no es una plaza tan marginal para la delincuencia organizada, pues si los zetas asignan como responsable de la misma a uno de sus más experimentados miembros, es porque sus expectativas son muchas.

La balacera del jueves santo estremeció por varias horas el centro de Fresnillo, cuando varias decenas de policías federales procedentes de la Ciudad de México, sitiaron la casa desde donde hicieron resistencia cuatro varones acompañados de una jovencita de 18 años.

Los delincuentes se defendieron con granadas y armas de diversos calibres, manteniendo a raya a un contingente muy superior en número durante tres horas, produciéndoles nueve heridos, perdiendo la vida tres de ellos, uno de de los cuales resultó ser “el ostión”, de amplio historial delictivo y responsable de las plazas de Aguascalientes y Zacatecas, según lo declarado por el General Rodolfo Cruz López, coordinador de apoyo de la Secretaría de Seguridad Pública.

Esta es la primera acción relevante de la policía federal en el territorio estatal desde que el General zacatecano Javier del Real Magallanes, se convirtió en el segundo de a bordo de Genaro García Luna.

Al día siguiente de este suceso, los policías jerezanos amagaron con un paro laboral como sus pares fresnillenses, y mientras todo esto sucede, se insiste en abordar el tema de la inseguridad desde el ángulo más mezquino posible: el de la buena o mala imagen del gobierno.
 
Mientras tanto, la plaza eleva su rango.



NUNCA ES IGUAL LO GRANDOTE A LO GRANDIOSO



La creación del festival cultural hace 23 años, constituyó un cambio significativo en la vida cultural zacatecana, la que venía siendo hasta entonces tarea casi exclusiva de la Universidad Autónoma de Zacatecas, institución decisiva en la génesis no sólo de creadores locales, sino de públicos del goce estético.

Gracias a que desde el principio el éxito fue rotundo, se derrotó la objeción conservadora que insistía en la continuidad de la atmósfera de religiosidad intensa que consideraba esencia de esos días. La respuesta de la gente evitó también que los complejos sexenales cancelaran, en cada relevo gubernamental, un festival que se concibió adecuado testimonio de nuestra acreditada vocación por la cultura.

Lo que la respuesta entusiasta de la gente no pudo evitar, es la conversión del festival cultural en la principal herramienta mercadotécnica del ramo turístico, en donde lo cultural corre el riesgo de degenerar en pretexto discursivo y en donde la banalización de la cultura promovida por la industria del espectáculo siente sus reales. Sobre todo si se consolida la tendencia de incrustar en la programación a figuras del espectáculo de perfil más apropiado para la feria de septiembre, que para un festival cultural.

Pero no sólo la preservación de lo cultural frente a lo mercantil es nuestro reto a la hora de abrazar al turismo como actividad económica. La armonización de los que de aquí somos con la presencia de los visitantes, exige una gran sensibilidad de las autoridades para que los visitantes se sientan en su casa sin que los que aquí vivimos nos sintamos invadidos, desplazados, obligados a padecer inconvenientes evitables mediante una sabia planeación.

El tan “cacaraqueado” centro de convenciones, le daría más frutos al turismo si también contáramos con una amplia, moderna y funcional central camionera y si Zacatecas tuviera más vuelos y sobre todo más baratos.

La ciudad sería significativamente más “viva” y funcional para propios y extraños con estacionamientos en donde se necesitan, las 24 horas, y no donde se usan tan esporádicamente como las instalaciones de la feria.
 
También ayudaría una competitiva política de precios, pues nuestros hoteles, restaurantes y antros no se distinguen por baratos. Tampoco puede esperar la derogación de disposiciones tan absurdas como la que castiga económicamente a los negocios que abran los domingos.


AL ÚLTIMO
POR ESO SE LE QUISO


Fue médico, no comerciante de la salud, fue médico por su actitud, no sólo por su aptitud. Francisco Esparza Sánchez tuvo la fortuna de disfrutar en vida la gratitud social que se ganó mediante su ennoblecido ejercicio de la medicina. Lo honró su gremio y lo veneraron sus discípulos.

Desde aquí vaya un abrazo a la familia Esparza Sánchez, a su hijo Pancho, a su hermano Cuauhtémoc, a sus sobrinos Rafael y Armando. 

Nos encontramos el jueves en el recreo

luismedinalizalde@gmail.com