Publicado el 31 de enero en La Jornada
México tiene que modernizarse si quiere ser buen socio, aliado, cliente o proveedor de cualquier potencia, en particular de EU. En este sentido, la mejor política exterior es la política interna. Mientras nuestro país padezca desigualdad brutal y esté dominado por una oligarquía, no tendremos remedio. Washington apoyó resueltamente al PRI durante 70 años. No debe proteger ni alimentar a los actuales oligarcas ni auspiciar una restauración autoritaria.
Debemos cambiar nuestra perspectiva. Aceptar que podemos ser una gran potencia, una de las 10 más importantes del mundo, que podemos ser líderes en América Latina y estar en mejores condiciones para tratar con Washington. Esto sólo será posible si fortalecemos nuestra autonomía, soberanía e independencia. EU debe respetarnos, como respeta a sus aliados europeos y a Canadá, lo que ha traído a todos grandes ventajas. Lo peor para ambos sería convertirnos en una potencia subalterna (lean a Lorenzo Meyer. Reforma 31/12/09).
Debemos revisar el TLC. En lo sustancial, ninguna de las dos naciones ha salido beneficiada. No podemos tener una relación económica tan estrecha con EU si no tenemos fondos compensatorios como los que permitieron a países pobres formar parte de la Unión Europea y si no se flexibilizan las reglas para la migración.
México no debe aliarse con los enemigos de EU. Debe facilitar el combate del terrorismo. Washington debe reconocer su responsabilidad en la guerra contra el narcotráfico. México no puede cohonestar los abusos de los gobiernos estadunidenses, sobre todo en la región latinoamericana.
Debemos entender que EU es una democracia compleja, con contradicciones internas. Así como existe un núcleo duro de conservadores, también hay una corriente liberal poderosa con la que podemos establecer relaciones y alianzas fructíferas.