Laura Itzel Castillo
10 de febrero de 2010
Hace unos días, Felipe Calderón confirmó ante el mundo su intención de continuar con la privatización de Pemex. En el foro económico de Davos, Suiza —en donde repartió chocolate en las calles para mejorar la imagen de México— ofreció a las empresas extranjeras una mayor apertura para invertir en el desarrollo de esta industria.
Ayer durante la sesión del pleno de la Cámara de Diputados se aprobó que Georgina Kessel, secretaria de Energía, comparezca y explique la estrategia petrolera que promueve el actual régimen. Kessel tendrá que responder sobre el ofrecimiento de su jefe: ¿buscan otra reforma energética?, ¿o piensan privatizar vía contratos?
Por lo pronto el Consejo de Administración de Pemex publicó en el Diario Oficial de la Federación el pasado 6 de enero las reglas para cuadricular nuestro territorio, y que sin duda crispará más a la sociedad, a la que ya ha sumido en una crisis profunda.
El debate que viene:
Por ley, el Ejecutivo federal tiene como límite este mes para enviar al Congreso la Estrategia Nacional de Energía. A partir de este año, la Cámara de Diputados definirá la política energética del país.
La propia reforma de 2008 estableció en la Ley Reglamentaria del Artículo 27 constitucional los criterios que debe contener la Estrategia Nacional de Energía.
En las condiciones actuales del país, una política energética es inseparable de un nuevo modelo de desarrollo económico que responda a los intereses nacionales.
La intentona privatizadora del PRIAN va en sentido contrario a la orientación mundial que apunta cada vez más a que las naciones controlen su petróleo. Por ejemplo, de cada 10 barriles de crudo que se producen, 9 provienen de petroleras estatales.
No obstante, en México las metas siguen siendo la sobreexplotación, la importación de hidrocarburos y el desmantelamiento de la empresa pública.
Desde 2007, advertimos de la crisis actual si no se corregía el rumbo. Desafortunadamente, el tiempo nos ha dado la razón. Sin embargo, la riqueza energética de México es tan basta que aún es tiempo de rectificar el camino.
Para ello, a nombre de legisladores del PT, PRD y Convergencia, presentaré un punto de acuerdo para que en la elaboración de la Estrategia Nacional de Energía sea considerada la propuesta de nuestro movimiento.
Nuestra estrategia plantea para Pemex, entre otras cosas, la construcción de tres nuevas refinerías, no dar contratos a privados en tareas de exploración y producción de crudo, disminuir la dependencia de nuestras finanzas nacionales al petróleo, el uso racional de los hidrocarburos, su reintegración como una sola entidad y un comité anticorrupción.
Asimismo, propone tomar en cuenta todas las formas de energía, producir menores impactos ambientales y la búsqueda de nuevos mercados.
Además, considera garantizar la soberanía y seguridad energéticas, el acceso universal de la población a las necesidades energéticas básicas, el fortalecimiento de Pemex, CFE y la reincorporación de Luz y Fuerza, el apoyo a la investigación y el desarrollo tecnológico y de la planta productiva nacional.
Hoy que la inseguridad y la crisis económica asolan al pueblo, aún es tiempo de poner en marcha a México sobre la base de un auténtico desarrollo de la industria energética nacional.
De pasillo: dicen por ahí que el consejero profesional de Pemex anduvo muy movido en la Cámara de Diputados tratando de convencer al PRD para votar contra la controversia constitucional mediante la cual la Cámara impugnaría ceder la renta petrolera. Difícil de creer, pues Fluvio se opuso a ello en el 2008.