jueves, 13 de marzo de 2008

Enrique del Val Blanco en El Universal

Riesgo valioso y los cretinos

13 de marzo de 2008

A raíz del asesinato y lesiones causadas a un grupo de personas, incluidos guerrilleros de las FARC-EP —movimiento armado hoy indefendible— y civiles, por parte del ejército colombiano en territorio ecuatoriano, en el que varias de ellas eran estudiantes mexicanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha surgido una serie de comentarios condenatorios a esta institución por parte de un conjunto de cretinos, entre los cuales varios tradicionalmente la han criticado y la siguen criticando.

En el editorial del pasado sábado, clara y acertadamente EL UNIVERSAL pone en blanco y negro cuál es el papel de la UNAM y sus estudiantes, mencionando que “ha sido un centro tradicional de libre expresión y pensamiento” y sus estudiantes “forman parte de la experiencia universitaria y del contacto de los jóvenes, y algunos no tanto, con la libre expresión, el libre pensamiento y la libertad de opciones”.

Sin embargo, en varios medios de comunicación se han escrito mentiras, barbaridades o comentarios absurdos, como el del columnista que cuestiona para qué se estudia filosofía en esta universidad, si los egresados no van a ser contratados por las empresas privadas, como ocurre en Estados Unidos. O los comentarios de supuestos intelectuales, anexos a los diferentes gobiernos en turno, cuyas publicaciones son financiadas mayoritariamente por diversas instancias gubernamentales, que se preguntan ¿quiénes fueron los maestros de esos estudiantes en la secundaria, la preparatoria y la universidad? ¿Qué tipo de lecturas los alimentaron? ¿Qué hacían sus padres? O ¿qué héroes les inculcaron?

Todas, preguntas geniales y bellas hechas por personajes que han gozado de fama y de recursos públicos y ahora, en su exquisita torre de marfil, se encuentran algo molestos por lo que está sucediendo, sin tomar en cuenta cuál es hoy por hoy la realidad en la que vive la juventud mexicana.

En primer lugar, no debemos dejar de mostrar nuestra condena e indignación ante lo realizado por los colombianos, que asesinaron a mexicanos en territorio extranjero y hasta la fecha nuestro gobierno no ha protestado como se supone debería ser en estos casos. También sorprende que en la OEA no se haya condenado al gobierno colombiano por haber violado la soberanía ecuatoriana, quedándose hasta ahora todos contentos. Luego no se vayan a quejar cuando los estadounidenses, bajo el pretexto de combatir al narcotráfico en su frontera sur, también penetren nuestro territorio, aunque sea “unos cuantos metros” y secuestre o mate personas.

En segundo lugar, nuestro gobierno debería ponerle un alto al colombiano, especialmente por las estupideces vertidas por su vicepresidente, al afirmar que la UNAM es un nido de guerrilleros. Cualquier persona no mal intencionada sabe que eso es falso. Lo que sí es cierto es que una de las grandes cosas que se tienen en la UNAM es su pluralidad, que se defiende a toda costa, por supuesto dentro de los cauces legales y siempre ajena a cualquier tipo de violencia.

Diariamente hay decenas de manifestaciones divergentes sobre los asuntos de actualidad nacional e internacional en las universidades públicas, sin que con ello se viole ley alguna. Nuestros críticos deberían recordar que la libertad es un bien de lo más preciado y en nuestras instituciones se defiende todos los días.

Pasando a varias de las preguntas antes mencionadas por los “anexos”, se pueden responder con algunos de los ejemplos que actualmente hay en México y que, seguramente para nuestros cretinos, modelan los valores de nuestra juventud. Son los casos de gobernadores represores, corruptos y protectores de pederastas en los que los tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, no hicieron nada o, mejor dicho, finalmente los protegieron a pesar de las pruebas claras sobre lo que habían hecho.

Qué decir de los dueños de medios de comunicación, que presumen de ética y transparencia, alguno de ellos sancionado en el extranjero por prácticas corruptas, u otros peleándose padres con hijos o éstos con los hermanos por las herencias y el control de los negocios. La solución dada al Instituto Federal Electoral también es un gran ejemplo para nuestra juventud, con cargo al Congreso de la Unión.

Y desde luego, lo que está sucediendo con el todavía secretario de Gobernación que, habiéndose demostrado claramente que violó la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos —por lo cual debería ser sancionado o por lo menos presentar su renuncia—, sigue en el cargo y, lo que es peor, reconociendo con gran cinismo los hechos, pero calificándolos de legales y gozando de la protección de su partido y hasta ahora del PRI.

También están los ejemplos de la anterior familia presidencial panista. Las arbitrariedades y corrupción habidas en ese sexenio fueron claramente documentadas y no hay mayores consecuencias para ellos.

Estos son algunos casos de cómo el Estado mexicano está modelando a la juventud. A estos casos responde el hartazgo y rechazo de muchos jóvenes a seguir esta pauta de corrupción e indolencia que hoy señorea el ambiente público nacional y que sin duda rebela a nuestros jóvenes, quienes por cierto en más de una tercera parte provienen de familias con ingresos menores a cuatro salarios mínimos mensuales. Y entonces leen, por ejemplo, que los ministros de la Corte ganan más de 100 veces el salario mínimo mensual y deben quedarse muy tranquilos con la equidad que existe hoy en la distribución del ingreso en nuestro país.

Esos intelectuales que nunca se manchan deberían ser un poco más realistas o dejar de hacer preguntas absurdas y no agredir a las universidades públicas, que lo único que tratan es dar educación de calidad con escasos recursos, y ante una situación poco o nada favorable actualmente para este sector de la población en México.

Claro que es condenable la violencia venga de donde venga. Pero la simpatía por planteamientos sociales que buscan, cuando menos en el papel, contar con un modelo de desarrollo mejor y más equitativo, y el desprecio hacia una clase política viciada e incapaz de ser ejemplo para los jóvenes es hoy el verdadero problema de nuestro país.

Analista político y economista