lunes, 8 de junio de 2009

RECREO

Por J. Luis Medina Lizalde
Publicada el 4 de junio en el periódico IMAGEN

AL PRINCIPIO
OÍDOS SORDOS

Un grupo de humildes habitantes de Guadalupe se organizó en asociación civil bajo los auspicios solidarios de un profesor universitario con la finalidad de hacerse de vivienda para 25 familias. Su primer contacto con el gobierno del estado fue esperanzador porque encontraron a un titular de SEPLADER atento, servicial, sensible ante su necesidad, pero el gusto les duró poco, porque Noé Beltrán se fue al poco tiempo.

Van tres años que los traen con vueltas y vueltas para acceder a un pie de casa de esos que entrega COPROVI. Tienen “vela en el entierro” dependencias federales, estatales y municipales, mismas que han participado en una mesa de diálogo a iniciativa del contador público Javier Mendoza, del área de concertación política de la Secretaría General de Gobierno.

Les entregan un pie de casa cada “venida de obispo”, como administrando su necesidad, según se deduce de lo que estos humildes peticionarios de vivienda corroboraron cuando, “empachados” con tanto “atole con el dedo”, averiguaron que en seis humildes fraccionamientos de Guadalupe hay no menos de 300 casas de COPROVI solas, destruyéndose desde hace años y algunas convertidas en espacio seguro para “tronárselas” sin ser molestado.

Cuando uno escucha estos relatos comprende la razón de tantas manifestaciones.

LA MITOMANÍA, ALIADA DE LA DELINCUENCIA


Me desconcertó que entre los once más peligrosos de los 53 fugados de la cárcel de Cieneguillas figurara Enrique Almader, hermano menor de un fotógrafo empleado de gobierno. Decidí entonces recabar información entre mis conocidos cercanos a estas realidades en función de su empleo, de litigantes del ramo penal a cargo de la defensa de algunos evadidos y de funcionarios de la procuración de justicia. Quedé convencido de que la lista de los más peligrosos fue para justificar el reporte a interpol en 187 países.

Encontré que las bandas criminales pierden en los operativos de combate al crimen organizado individuos reclutados como informantes, o como encargados de mantener a raya y dar de comer a las víctimas de secuestro. Algunos inclusive caen simplemente porque están en el lugar y en el momento equivocado, como le sucede con frecuencia a las prostitutas contratadas para las horas de aburrimiento. Varios de los evadidos corresponden a estos perfiles.

Los participantes en un operativo suelen exagerar para subrayar su valentía. Con la mentira, los que ordenaron el operativo tienen ocasión de acreditar su eficacia y los gobernantes tienen la oportunidad de lucir su firme determinación de combatir la delincuencia. Pero los que más provecho le sacan a la mitomanía que recorre al régimen desde la más modesta comisaría hasta la presidencia de la república, son las organizaciones delictivas que seguramente festinan a carcajadas cada uno de los “terribles golpes” que reciben.

La manipulación implica hacer mucho ruido con cada captura y guardar silencio cuando se les deja libres

Claro que no deben quedar impunes los delincuentes usados en tareas menores, pero cuando se miente haciéndolos pasar por lo que no son, no se combate a la delincuencia, se finge hacerlo.

Los que sin duda son muy peligrosos son los que se los llevaron 

AL ÚLTIMO 
DEBATE EN CURSO

En América Latina hay varios ejemplos de derrumbe no de un partido político, sino de todos. Lo vivió Perú cuando otorgó su voto a un modesto rector de una pequeña universidad de provincia que recorrió el país en un Volkswagen para alcanzar una resonante victoria sobre la máxima gloria literaria del país andino: Mario Vargas Llosa, cuyo ego no toleró la afrenta, hasta de nacionalidad cambió.

Alberto Fujimori no estuvo a la altura de su hazaña y terminó en la cárcel por corrupto y criminal.

En México se extiende cada vez más la desilusión no respecto a un partido político en lo particular, sino a todos, sólo que estos tienen un seguro infranqueable en la prohibición de las candidaturas independientes.
 
Se pronostica un abstencionismo de siete de cada diez mexicanos en edad de votar en las elecciones del 5 de julio. Hay sondeos que muestran que de la minoría dispuesta a votar, cuando menos el diez por ciento está en disposición de marcar la boleta de manera que su voto se anule.

Tal es el contexto en que sube de intensidad un debate entre los que llaman a anular el voto, y los que consideran que eso es contraproducente para la democracia.

Nos encontramos el lunes en el recreo

luismedinalizalde@gmail.com