RECREO
AL PRINCIPIO
LA CENSURA OLIGÁRQUICA
Marcial Maciel ya está muerto y cualquiera puede referirse públicamente a sus abusos sexuales. Lo hacen las televisoras, las cadenas radiofónicas y los más importantes diarios de nuestro país. Los propios legionarios, en voz del sucesor al mando de la congregación, publican un documento "políticamente correcto” implorando perdón divino para su siniestro "prócer”. Pero no siempre fue así, hasta hace unos años referir estos hechos equivalía a desafiar a una oligarquía que ahora esconde la cabeza.
No se me olvida aquella mañana de 1995 cuando di a conocer en el noticiero matutino "Hablando en plata” la investigación de Salvador Guerrero publicada en la jornada y comentada por Carmen Aristegui, que por primera vez exponía lo que ahora está plenamente confirmado: el fundador de los Legionarios abusaba de niños.
Recibí una furiosa llamada de una dama fuera de control que me advertía que después no me quejara. Esa mañana provoqué que un misterioso "ciudadano" comprara todos los ejemplares destinados al estado.
Tiempo después, el equipo de Ciro Gómez Leyva hizo un espléndido trabajo periodístico en el Canal 40 con el decidido apoyo del empresario Javier Moreno Valle. Como respuesta se desata una fascistoide cruzada en contra de la libertad de expresión a cargo de poderosos empresarios que iniciaron un boicot publicitario, para lo cual contaron con la activa cooperación de la Secretaría de comunicaciones y transportes. El empresario del Canal 40 se asocia con Televisión Azteca que terminó quedándose con el canal mediante una serie de acciones de dudosa legalidad.
Transcurridos los años, probada fehacientemente la prolongada cadena de abusos, todo se endereza en contra de un solo individuo sin hacer explícita la responsabilidad tocar de sus poderosos encubridores: la jerarquía eclesiástica, la elite empresarial y la clase gobernante, sin dejar de mencionar a los que desde el periodismo callaron un hecho tan grave y que ahora refieren con fingida indignación.
Lo mismo sucedió con la matanza de Tlatelolco, con el fraude electoral de 1988, con la guerra sucia de los setenta, con el fraude electoral de 1988 y, acuérdese de mí, con el fraude del 2006 luego que termine Calderón.
Divulgan lo sucedido a destiempo, como si en vez de periodistas fueran historiadores, como si ellos no hubiesen sido, cuando menos, encubridores.
LA MENTIRA AL ESTILO NAZI
Ahora mismo nos sucede, la guerra en contra del narcotráfico ha cobrado muchas bajas de civiles inocentes, lo más grave de todo, es que cuando caen víctimas casuales o fruto de la irresponsabilidad operativa, se engaña a la sociedad diciendo que las bajas son sicarios, se les colocan armas en las manos y se difunde una versión infamemente mentirosa, las autoridades civiles guardan silencio deleznable.
En su mezquina conducta, le han mentido a Calderón haciéndolo resbalar feamente en el caso de los adolescentes de Ciudad Juárez, y consiguen la cooperación de un Rector del Tecnológico de Monterrey sin valor civil para indignarse por los jóvenes acribillados, muy lejos de la grandeza de un Barros Sierra.
Los adolescentes asesinados por el ejército en Villa de Cos, a los que delante de muchos les colocaron armas en sus desfallecidas manos, no le merecieron atención al gobierno ni para dar audiencia a sus afligidos padres.
Medio centenar de modestos reporteros han pagado con su vida su celo profesional. Por eso, el periodismo tiene justificación de sobra para ser precavido frente al crimen organizado, pero no frente a las instituciones. Estoy seguro que muchos honrados policías e íntegros militares comparten con la población civil su indignación ante esos hechos, esos son los que deben prevalecer, no los que tienen el mismo código moral de los delincuentes.
La censura que impide que la población conozca los crímenes cometidos en nombre de la ley, es de la misma naturaleza que la que las élites impusieron para proteger a Maciel, en donde es más importante cuidar la imagen que a los ciudadanos, como en su momento fue más importante cuidar la imagen de los Legionarios que a las víctimas de abusos sexuales.
AL ÚLTIMO
REFLEXION CUARESMAL
El resultado de la desinformación es la pasividad, y la pasividad conduce a la tiranía. Si la ciudadanía no se organiza para cambiar las cosas, no seguirán igual, seguirán peor.
Urge dotar a la república de un régimen de medios de comunicación que libere al periodismo de sus ataduras oligárquicas procedentes de una élite empresarial insensible a las necesidades sociales, y de gobernantes que instrumentalizan los medios en perjuicio de la verdad. La semana santa tiene como figura central a quien enseñó el camino al decir: “LA VERDAD OS HARA LIBRES”.
Nos encontramos el lunes en el recreo