16 de junio de 2010
Sin duda, la lucha que libran los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas es ejemplar. Un grupo representativo de ellos se encuentra instalado en el Zócalo capitalino donde la huelga de hambre cumple su día 52, sin que los medios de comunicación le den la atención que el caso reviste.
A pesar de su deteriorado aspecto físico, con malestares propios del largo ayuno: debilidad del cuerpo, problemas en los riñones, en el estómago, taquicardias frecuentes, calambres, mareos y en ocasiones vómito, los manifestantes aseguran que hay fortaleza para seguir con la lucha.
La esperanza es que el movimiento continúe y que haya una resolución favorable por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Como ya lo hemos denunciado desde este espacio, el decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro, que dejó sin empleo a 44 mil trabajadores, es a todas luces inconstitucional.
En el año de 1989 el Poder Legislativo instruyó al Poder Ejecutivo a crear un organismo público descentralizado mediante un decreto que reformó entonces la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica.
Con el decreto de extinción de octubre de 2009, Felipe Calderón violó esta ley, la cual señala en los artículos tercero y cuarto transitorios las características que deberá tener Luz y Fuerza del Centro, como organismo descentralizado.
Ante esta arbitrariedad, los representantes del SME promovieron un amparo ante la SCJN para que resuelva no solamente sobre la violación a las garantías individuales de los trabajadores, sino también para que se pronuncie sobre las facultades que le corresponden al Poder Ejecutivo y al Legislativo.
De acuerdo a nuestra Constitución, el poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Esto implica que hay que cumplir un sistema de normas, las cuales no acató Felipe Calderón.
Desde su camastro en la plaza de la Constitución, Miguel Ángel López, en huelga de hambre, condena al mal gobierno, y confía en que la SCJN dé su resolución. Pero está convencido de que no se ha resuelto por temor a demostrar que Calderón “hizo mal las cosas”.
Explica que anímicamente se levanta cuando ve la solidaridad de su familia y de la gente que pasa y les obsequia una botella de agua. “Ésas son puras vitaminas para el alma”, dice.
Entre los huelguistas, llama la atención la participación de las mujeres, entre ellas está Carolina Cortez, cuya salud vulnerable contrasta con su coraje y convicción. Para ella sólo queda la esperanza de que la SCJN haga valer el Estado de derecho.
Cayetano Cabrera, ingeniero de profesión y el miembro más activo en la huelga de hambre, asegura que moralmente está fuerte gracias al apoyo y solidaridad de su familia y de los compañeros de lucha, pero físicamente se siente cansado. El cuerpo ya no resiste, ya sólo se levanta para ir al baño. Sin embargo, afirma sin titubeos que permanecerá hasta que los saquen con “los pies por delante”. Cayetano repite constantemente la frase que está a un lado de su cama: “La ley ha sido siempre mi espada y mi escudo: Benito Juárez”.