jueves, 17 de junio de 2010

RECREO: ciudadano pasivo = gobernante abusivo

AL PRINCIPIO

CIUDADANO PASIVO = GOBERNANTE ABUSIVO

Una lectura descuidada de la historia nacional nos induce al error de pensar que los grandes cambios se producen después de que emerge la posición triunfadora de un combate en donde se involucró la sociedad toda. Pero la historia real es muy distinta, la mayoría de los escasos seis millones de mexicanos se mantuvo al margen de la guerra de independencia, y es hasta el triunfo irreversible de una de las partes, cuando la mayoría se instala en la visión triunfadora. La gran ciudad de México fue testigo de la veleidad ciudadana que se volcaba a vitorear al efímero vencedor lo mismo del bando liberal, que del conservador. Un elevado porcentaje de las palmas que aplaudieron a Juárez en la entrada triunfal de la República restaurada, lo mismo hicieron con Maximiliano y la emperatriz Carlota.

Un porcentaje mayoritario de los quince millones de mexicanos contemporáneos de la revolución mexicana se la pasaron viendo de "lejecitos" los plomazos. Regresada la calma, una minoría de "listos" se sube al carro de los triunfadores, dándoles por su lado a los que la vanidad les debilita la mente, siendo tan eficaces, que terminan anulando todos los propósitos sociales que motivaron la lucha.

Tal es la clave que explica la proclividad de las élites gobernantes a traicionar a los gobernados, mediante su muy extendido hábito de despacharse con la cuchara grande. La historia del poder en México sólo registra una excepción, en el periodo presidencial del General Lázaro Cárdenas, el poder auspició la organización de las masas campesinas y los sindicatos, inclusive, a los ejidatarios, junto con la parcela les entregó el fusil en donde fue menester.

LA PASIVIDAD PLANIFICADA.

El salinismo entendió que mientras los ejidatarios discutieran sus asuntos y tomaran decisiones en las obligatorias asambleas de cada mes, éstos jamás permitirían lo que después permitieron: la aniquilación de la economía agraria en aras de un modelo que los excluía.

Los patrones quieren sindicatos que nunca reúnan a sus miembros para que nadie estorbe las mutuamente provechosas relaciones entre los líderes y el patrón, el gobierno también prefiere entenderse con líderes corruptos pero eficaces controladores.

Los partidos políticos no auspician la vida colectiva de sus militantes porque éstos, reunidos, tienen la fea costumbre de recordarles a los dirigentes que hay estatutos, programa, principios.

Las élites gobernantes quieren ciudadanos pasivos, espectadores, alejados de la práctica de la política. Para ese propósito tienen como gran aliado a los medios de comunicación, que cotidianamente siembran el rechazo a la política con el simplista mensaje de que "todos son iguales”. Con ello se convoca a la resignación ante el estado de cosas.

Los privilegios sólo nacen y se desarrollan en una sociedad de pasivos, de cruzados de brazos, de indiferentes. La participación social, organizada y consciente, es la única manera de conquistar una sociedad con justicia social. En ello radica una de las grandes diferencias entre la izquierda y la derecha.

AL ÚLTIMO

EL ARTE INICUO DE ESCUCHAR A TIEMPO

Gobernar en estrecho contacto con la gente no es garantía de democracia, pero gobernar distante de la gente si es garantía de antidemocracia.

La no participación ciudadana en los asuntos de interés general es lo que ha impedido que se materialicen los nobles anhelos de la independencia y de la revolución, lo peor de todo es que ha enquistado en el ejercicio del poder un estilo de hacer política, plagado de barreras entre la ciudadanía y los gobernantes.

Sabemos de ellos por la televisión, nos dicen lo que quieren decirnos pero nosotros no podemos decirles lo que queremos. Ignoran la fórmula de los buenos caciques, que durante toda su vida quitan y ponen presidentes municipales a su antojo gracias a la permanente disposición de atender a la gente.

Este tipo de caciques hablan poco, escuchan mucho y deciden todo.

La sabiduría de los constituyentes nos dio un listado de derechos políticos para que la inconformidad social tenga cauces pacíficos. Tales derechos son invaluables, pero la ciudadanía se ahorraría muchas marchas y plantones si los que ejercen cargos públicos gobernaran en contacto directo con la gente, sin malos modos, sin las infames antesalas,

Gobernar por celular o por e-mail al estilo Fox es una trágica equivocación en la que incurre cada vez más nuestra rebasada clase gobernante

El proceso electoral que vivimos los zacatecanos debió generar una discusión más viva respecto a lo que don Daniel Cossío Villegas llamó el estilo personal de gobernar de esa discusión podría surgir el reclamo democrático de gobernar en estrecho contacto con la gente

Si para los políticos en contienda es mucho pedir que se dispongan a "mandar obedeciendo", entonces que cuando menos hagan suya la divisa de "mandar escuchando".