Por J. Luis Medina Lizalde
AL PRINCIPIO
OTRA ARISTA DEL PROBLEMA
En los días siguientes a la masacre de policías aquel infausto 28 de diciembre en Jerez, Zacatecas, me reuní por separado con varios elementos de la policía ministerial.
Envueltos en una atmósfera de ira contenida y por la inconformidad con los altos mandos, me llamó la atención su distancia crítica con el gobierno del que forman parte, una vez que obtienen la garantía del secreto profesional del periodista.
Uno de los señalamientos que más me impactó fue el de que: "a la familia de un policía le conviene más que este caiga muerto como narcotraficante que como policía, que "los malosos” respaldan a las familias de los delincuentes que mueren peleando o son encarcelados y aguantan el castigo para no convertirse en delatores, y al gobierno todo se le va en discursos y luego a los familiares los traen a puras vueltas para cualquier trámite."
Efectivamente, los policías y sus familiares son en términos sociales los "sin voz” a los que se refiere el humanista movimiento católico conocido como la Teología De La Liberación cuando habla del pueblo pobre.
El problema de la seguridad pocas veces es analizado desde la perspectiva de los caídos del lado de la ley, para entender eso hay casos emblemáticos:
DOS BOTONES DE MUESTRA
El 12 de octubre del año pasado, el director de seguridad pública del municipio de Joaquín Amaro salió de su casa en Villanueva con la intención de ir a su oficina y desde entonces nadie sabe de su paradero.
Al principio toda la familia se concentró en su búsqueda, se interpuso la denuncia correspondiente, la autoridad jamás le explicó a nadie la situación, el caso de Jorge Contreras jamás motivó un escueto boletín ni fue motivo de declaración alguna, aunque el hecho trascendió en esta columna, la reacción oficial fue el silencio.
El Presidente Municipal lo dio de baja de la nómina a pesar de los exhortos del procurador y del diputado Elías Barajas, no encontró como justificar el desembolso de menos de mil cuatrocientos pesos a la quincena, montó al que ascendía la remuneración "del jefe".
La esposa del jefe "evaporado" sufrió una crisis que le produjo una parálisis facial y su pequeña niña de nueve años llorando, insiste en que quiere dejar la escuela para ponerse a trabajar "para ayudar a su mamá."
Otra historia que describe la misma cara de la moneda, se condensa en una vivencia que compartí con mi amigo el periodista Rubén Valdez cuando juntos acudimos al lugar donde cayó abatido a balazos el jefe policiaco de Villanueva, Rómulo Madrid.
Para llegar al lugar me valí de la amistad con un amigo mueblero que, al comentarnos que conocía a la víctima, atinó a decirnos que quedaron pendiente de pago "varios abonos de un colchón que sacó fiado.”
Más contundente certificado de pobreza no es posible expedir en una situación semejante.
Ambas historias tienen en común que las víctimas son policías pobres, que el gobierno no da muestras de mover un dedo para aclarar y castigar conforme a la ley, y que en ambos casos existe una presunción fundada de que fueron víctimas del crimen organizado.
LA RUINDAD DE LA OMISIÓN
Estamos, creo yo, ante una alarmante insensibilidad de la clase gobernante a la que no se le ha ocurrido crear un fondo para las familias de los que caen en esta demencial carnicería entre pobres, que es la actual guerra calderonista contra el crimen organizado.
Mientras, las élites de ambos bandos viven rodeadas de lujos.
Con esa omisión, imputable a los tres niveles de gobierno, siembran el desaliento entre los integrantes de los cuerpos policiacos que, fíjese que paradójico, ven más humano el respaldo que el crimen organizado le da a sus miembros, que el que reciben los policías de parte del gobierno.
AL ÚLTIMO
SIGUE EL RATÓN CARCAJEÁNDOSE DEL GATO
Sigue el juego del gato y el ratón entre las autoridades y "los bromistas", el martes el ejército hizo espectacular irrupción en "Soriana" ubicado frente a la colonia "tres cruces". Para salir del paso, se pretendió inculpar a alumnos del COBAEZ cuando allí se presentaron los primeros falsos avisos. Ahora ya ni se toman el trabajo de aventurar una hipótesis aunque sea boba. Todavia no dan pie con bola y de eso nadie es responsable. ¿Tan fácil es jugar con la fuerza pública? ¿No hay modo de rastreo que conduzca a la identificación y captura de los "juguetones"?
Nos encontramos el lunes en el recreo