Laura Itzel Castillo 19 de mayo de 2010 |
El gobierno del Distrito Federal ha decretado que pasen túneles y puentes a través de las barrancas; al respecto es importante resaltar que 70% del agua potable que se consume en la ciudad proviene del acuífero de cuyos pozos se sustrae este vital líquido. La ciudad de México se está hundiendo a ritmos cercanos a los 30 centímetros al año, debido a que esta extracción de agua sucede más rápido que su recarga.
Sin duda, uno de los retos más importantes para cualquier gobierno es el llevar adelante un modelo territorial sustentable. El concepto desarrollo sustentable se acuñó durante los años 80 en la Cumbre sobre Medio Ambiente realizada por la ONU. De entonces a la fecha ha tenido diversas interpretaciones, no obstante en esencia se plantea en su definición que debemos de tomar de la naturaleza lo indispensable para satisfacer las necesidades de las generaciones actuales, sin poner en riesgo la supervivencia de las futuras.
Uno de los principales problemas que aquejan a las ciudades en el mundo y especialmente a las latinoamericanas es el desbordado crecimiento expansivo hacia el suelo forestal y agrícola, es decir, el cambio de uso de suelo. Sin temor a equivocarme, puedo decir que tal como se tergiversó el concepto básico del desarrollo sustentable en el mundo, a partir de la mercantilización de las políticas ecológicas, ahora está de moda el tema del dramático cambio climático que estamos padeciendo, situación que se produce a causa del calentamiento global que sufre la Tierra, debido a los gases de efecto invernadero, como es el caso del bióxido de carbono.
En México, una parte de la sociedad informada habla recurrentemente de cambio climático, sin embargo desafortunadamente poco se hace en la realidad para lograr mitigar sus efectos y tomar con responsabilidad, desde cada una de las trincheras donde uno se encuentra, las acciones que vayan más adelante que la demagogia ramplona que caracteriza a los gobiernos.
De acuerdo a datos oficiales, se calcula que durante los últimos 50 años los países desarrollados emitieron al ambiente alrededor de 600 mil millones de toneladas de CO2, más de 90% de las cuales derivan de la quema de combustibles fósiles y producción de cemento.
Durante el mismo periodo, los países eufemísticamente llamados en vías de desarrollo, entre los cuales estamos, emitieron casi 500 mil millones de toneladas de CO2, de las cuales solamente 37% corresponde a quema de combustibles fósiles y cemento, en tanto que 63% corresponde a ¡¡¡¡cambio de uso de suelo!!!!
De hecho con el acelerado proceso de urbanización que se vive a nivel mundial, se da una fuerte transformación del uso del suelo. México, durante la Revolución de 1910, era un país caracterizado porque 10% de su población era urbana. En la actualidad alrededor de 70% se ubica en esa condición.
Por ello es de llamar a la reflexión la protesta que han organizado los vecinos de La Magdalena Contreras, una de las 16 delegaciones políticas con las que cuenta nuestra ciudad y de las pocas que aún tienen extensión territorial ubicada como suelo de conservación.
El pasado domingo se celebró una asamblea convocada por los vecinos de La Magdalena Contreras para solicitar el apoyo de legisladores en la cancelación del proyecto Vía de Comunicación Urbana de Peaje (VIACUP), o Supervía Poniente, vialidad que pretende conectar a Santa Fe con San Jerónimo.
Desde el equivocado diseño urbanístico de Santa Fe, no se contempló la vialidad para llegar a la ciudad financiera de élite. ¿Cómo desahogar este espléndido espacio que creció al cimiento de los tiraderos de basura? Los aspectos básicos se verían después. Ya habría tiempo para pensar en lo indispensable… en el futuro. El colmo:
La vialidad sería de paga, igualito que en el estado de México, y sólo favorecería a 4% de quienes utilizan automóvil.