AL PRINCIPIO
Aquí le cuento una historia que demuestra la urgente necesidad de que el contrapeso al ejecutivo sea de a de veras.
Una llamada en la madrugada del lunes 27 de abril, solicitando auxilio para atender un accidente, hizo que el comandante ministerial del destacamento de Tabasco Juan Librado Chávez Medellín, y sus agentes Carlos Enrique Villalpando Treto y Ricardo Sotelo, salieran apresurados de la casa asignada a la policía ministerial. Desde entonces nadie sabe nada de ellos. Los otros dos agentes que conforman el destacamento tuvieron suerte porque uno tomaba un curso en esos días, y el otro estaba en su tiempo libre.
No desconfiaron de la llamada a pesar de que procedía de la policía preventiva de Tabasco, (ese cuerpo policiaco devolvió, hace más de un año, a un secuestrad oriundo de Villanueva que logró eludir a sus secuestradores y fue a pedirles ayuda)
NI LA MOLESTIA DE AVISARLES SE TOMARON
Las familias de los policías ministeriales están acostumbradas a que los agentes policiacos no se comuniquen durante sus frecuentes misiones, por esa razón, la esposa de Carlos Enrique no le dio importancia al hecho de no lograr contacto con su marido a pesar de intentarlo todos los días.
Ella se dio cuenta de la desaparición de su marido hasta el cinco de mayo, al ayudar a hacer la tarea a la más pequeña de sus tres hijas, tarea consistente en recortar notas de periódicos, fue entonces cuando le dio un vuelco el corazón al leer una escueta nota de la desaparición de los policías.
Es entonces cuando empieza su peregrinar “nosotros no sabemos nada, hablen con el procurador”, es lo primero que escuchan en la dirección de la ministerial.
En la procuraduría encuentran lo mismo que otros en situación parecida, primero, que no hablen con nadie “para no poner en riesgo la vida de sus familiares en desgracia”, luego que se esperen, “se está negociando”.
Los familiares de los agentes me cuentan estremecidos las versiones que les hacen llegar algunos policías, “fue represalia de jefe de la plaza porque le detuvieron a un hijo y a un hija, el jefe zeta ya los disolvió en acido, no van a encontrar nada, “el zarco aquí controla todo”.
LAS VÍCTIMAS CONVERTIDAS EN CULPABLES
Aunque me reuní por separado con familiares y policías ministeriales, pude percatarme del malestar que comparten ambos, respecto a lo que consideran abandono de parte de las autoridades, “nosotros vemos como los zetas se defienden entre ellos, no abandonan a sus heridos y recogen a sus muertos, pero a nosotros nos da mucha rabia el trato que recibe las familias de los policías caídos, ellos se la sacan haciéndonos creer que nuestros compañeros se unieron a los zetas, o que los mataron por andar en lo mismo y eso sí no se vale”.
La criminalización de las víctimas se suma a la grave desatención de la autoridad de no avisar a los familiares de los policías la circunstancia trágica que los envuelve; en ese marco es válido inferir que la insistencia en que no hablen con periodistas es una treta para evitar la exigencia social del esclarecimiento de los hechos.
El comandante de la policía ministerial fue mi alumno; Juan Librado hubo de interrumpir sus estudios por razones económicas pero al momento de ser secuestrado, con esposa y seis pequeños hijos, estudiaba la carrera de derecho en el modelo semi escolarizado de nuestra universidad, suena tan inverosímil que se le atribuyan nexos con los zetas, que mientras sólo sean versiones esparcidas desde los escritorios, no puedo más que considerarlo como un ruin medio de auto defensa de autoridades irresponsables.
Carlos Enrique tenía seis días asignado a Tabasco cuando lo alcanzó la tragedia, Ni tiempo tuvo de conocer el terreno, guarda parentesco con la familia del fallecido maestro universitario Rogelio Ríos Rodríguez, ejemplo, para quienes tuvimos el privilegio de su amistad, de humanismo comprometido.
Ricardo Sotelo perdió un ojo en la emboscada del 28 de diciembre en Jerez, Zacatecas, cuando la esquirla de una granada lo hirió gravemente mientras caían muertos siete de sus compañeros. Los que lo conocen no dan crédito a la insinuación de que “andaba con los malos”
AL ÚLTIMO
DIETAS, BONOS Y FUERO A REVISIÓN
La mala actuación de la procuraduría jamás sería posible si nuestros diputados cumplieran su deber de representantes populares dándole seguimiento a estos asuntos y si la comparecencia de los funcionarios de la procuración de justicia no fueran un simulacro.
Por eso insisto en que usar la seguridad como tema de imputación electorera de parte de cualquiera de los partidos en contienda es una bofetada a las cada vez más numerosas familias en desgracia.
Nos encontramos el jueves en el recreo
luismedinalizalde@gmail.com