Ricardo Alemán
Itinerario Político
27 de noviembre de 2008
¡Ni madre, ni abuela… ni nada!
Ineficacia y corrupción trastocan al Estado “¡Ya basta”, “Si no pueden, renuncien” y luego…
No es un exceso de Nelson Vargas gritar que “no tiene madre” la negligencia, ineficacia, corrupción… de nuestro sistema de justicia.
Ante el resultado de esas gemelas perversas que son ineficacia y cinismo —que atacan a policías y procuradores—, las palabras han perdido todo su sentido. El “¡Ya basta!” quedó olvidado entre túnicas blancas, en tanto el “¡si no pueden, renuncien!” fue derrotado en sólo 100 días de tragedias y promesas imposibles de cumplir por la arrogancia de la clase política y por los hombres del poder.
Hoy viene el “no tiene madre”, lance desesperado de un hombre que fustiga negligencia e ineptitud oficiales —ante el secuestro de su hija Silvia—, que seguro pronto caerá en desuso frente a fortalecidas expresiones de ineficacia y cinismo.
Vargas acusó de negligencia, ineficacia y corrupción a la PGR de Eduardo Medina Mora y a la SSP de Genaro García Luna, porque una familia agraviada por el secuestro, la ineficacia policiaca y la procuración de justicia debió convertirse en una familia de investigadores que —gracias a revelaciones ciudadanas— hizo parte del trabajo para identificar a los presuntos secuestradores. Al agravio por el secuestro se debe sumar la tarea de investigarlo, identificar a los responsables, seguir el proceso de impartición de justicia para impedir cochupos.
Vargas identificó a Óscar Ortiz González —quien fuera chofer de la familia— como parte de la banda de secuestradores Los Rojos, hermano de Raúl Ortiz González, El Flaco o El Azul, quien se escapó de la policía cuando era revisado por médicos en el Hospital de Xoco. ¿Alguien creyó en esa fuga?
Ni los “genios” de la PGR y menos los de la SSP fueron capaces de identificar una línea elemental de conexión entre los hermanos Óscar y Raúl González que los vinculara con el secuestro de Silvia Vargas. Pero el insulto es mayor si se recuerda que el padre de la secuestrada recibió la información de ese nexo, y que lo hizo saber a PGR y SSP. Aun así no pasó nada. ¿Cómo se le puede llamar a esa tragicomedia? Sí, como la llamó Nelson Vargas.
Y a la ineficacia denunciada siguió el cinismo oficial también envuelto en ofensa al sentido común. Resulta que la PGR dijo que “no hay corrupción en la PGR, y en las investigaciones del secuestro de Silvia Vargas”. Los “genios” de la PGR dan la razón a Nelson Vargas. La verdad es que “no tiene madre” que no quieran entender que una forma de corrupción —acaso la más insultante por su cinismo— es la negligencia, la incapacidad para responder al cargo encomendado, la ineficacia en una tarea por la que cobran decenas o cientos de servidores públicos. O mejor dicho, de dizque servidores públicos.
¿Qué sigue al “no tiene madre” que lanzó Vargas a PGR, a PFP y a todo el sistema de justicia?
Puede venir la más altisonante de las palabras, la mayor de las expresiones verbales contra la ineficacia y el cinismo. Pero frente a esas gemelas que han atrapado a los hombres del poder, las palabras, el grito de los ciudadanos ha perdido significado. Ya dice muy poco, si no es que nada. Se puede gritar de manera colectiva, con el respaldo de millones, un sonoro “¡Ya basta!”; se puede estremecer a toda esa sociedad con un grito solitario pero contundente: “¡Si no pueden, renuncien”. O se puede recurrir al corrosivo y expresivo “no tiene madre”, pero nada hará reaccionar a los hombres del poder; sean legisladores, dirigentes de partidos, gobernantes…
¿Qué le queda a la sociedad desesperada, de la cual hoy forma parte Nelson Vargas, ayer Alejandro Martí, hace meses la señora Wallace o hace años el señor Gallo… frente a la cachaza de dizque servidores que ni sirven ni conocen los básicos del deber público? Quizá, según los creyentes, debamos esperar “un milagro”. ¿Qué quiere decir eso? Que por vergüenza renuncien a sus cargos el procurador Medina Mora, el secretario de la Seguridad Pública, García Luna, y otros de Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
¿O de plano deberemos esperar que el Presidente, el Congreso y la Corte entiendan que el sistema está mal, que han cometido errores, que más allá de Medina Mora y García Luna deben mudar el modo de perseguir delitos e impartir justicia? Y parece tener razón Nelson. “No tiene madre” que no se atrevan al cambio. Y en el cambio va la vida o la muerte política.