J. Luis Medina Lizalde
Imagen, Zacatecas 13 de noviembre 2008
El turismo nunca es socialmente neutro
AL PRINCIPIO
Villanueva no sale de una cuando ya está en otra.
Apenas se reponía la gente del secuestro y devolución, previo rescate, del joven Méndez de Lara, cuando hombres armados se llevan al expresidente municipal Mariano Ureño, sustraído de su casa en la colonia Felipe Ángeles el pasado martes.
Apenas el día anterior y “en público de la gente”, en Jerez secuestraban al conocido comerciante don Abel Márquez.
Callar estos hechos no sólo es inútil, es agraviante.
Mientras tanto, Zacatecas se prepara para una más de las hasta ahora estériles reuniones de procuradores.
QUE NO NOS VEAN LA CARA DE TURISTA
La manera como el gobierno del estado festina el recién concluido congreso charro va más allá de la justificación de la, para muchos, desmesurada inversión en la remodelación del lienzo charro.
Hablan del congreso como si en vez de ser obra de una asociación de deportistas que nos escogieron por sexta ocasión como sus anfitriones, dicho evento fuera una actividad oficial.
El sustento de semejante actitud es la promoción del turismo, promoción exitosa si damos crédito a las cifras oficiales.
El turismo se ha acreditado como una actividad económica de relevancia para países y regiones con atractivos naturales o fruto de la acción social.
Para algunas sociedades es más importante que para otras, pero difícilmente puede ser una actividad exclusiva. Los gobiernos vulneran el desarrollo de sus pueblos cuando se concentran en el turismo y descuidan la agricultura, la ganadería, la pesca, la minería, la industria o los servicios, según sea el caso.
Una visión equilibrada se funda en el recuento de recursos naturales y el inventario de tradiciones productivas y se orienta a la complementariedad.
El turismo nunca es socialmente neutro. Puede ser una magnifica fuente de empleos y de recursos para el erario, pero también puede convertirse en una actividad en aras de la cual se despoje a los pueblos de lo suyo.
La destrucción de los manglares en Cancún y el despojo de Punta Diamante en Acapulco son sólo ejemplos de cómo en nombre del turismo se atenta impunemente contra el patrimonio común. La historia de cómo se convirtió en ejidatario en playas jaliscienses la celebridad cinematográfica Richard Burton es elocuente al respecto.
Otra forma de hacer de un bien, un mal, consiste en orientar el gasto público a la satisfacción hasta el exceso de los requerimientos del sector. Las grandes cadenas hoteleras tienen a su disposición el presupuesto de los ayuntamientos donde se instalan, incrustando espacios de lujo y confort mientras que en las colonias donde viven sus empleados faltan todos los servicios públicos.
El gobierno de Zacatecas no puede perder de vista que los beneficios del turismo se concentran, en abrumador porcentaje en nuestra ciudad capital, ni tampoco ignorar que en la medida en que entremos al circuito de las trasnacionales de esta actividad, nos exponemos a sacrificar al empresariado turístico local, el de los hostales, el de los hoteles modestos.
El reto es fomentar un turismo que no genere pobreza a su alrededor como sucede en los polos de desarrollo de esta actividad en nuestro país. Empezando por no perseguir a los humildes porque “afean la imagen que damos a los turistas” y no nos prestemos a subsidiar a las televisoras con el cuento de que “difunden la imagen de Zacatecas”.
Así sucede cuando desde el gobierno se ve cada evento turístico como la ocasión para los reflectores.
Lo que sí es cierto es que el turismo llegó para quedarse, pero no cualquier turismo.
Estimular el aprecio social por esta actividad requiere de un compromiso gubernamental permanente para evitar que nos pase lo que a otros, que olvidaron que la razón para atraer visitantes es para beneficiar a los propios, no para convertirlos en arrimados en su propia casa.
AL ÚLTIMO
La inminente discusión del presupuesto en la Legislatura nos dará una idea de cómo han tomado la crisis los diputados y el propio Ejecutivo.
El desmesurado gasto en la promoción de gobiernos municipales y estatal, así como otras erogaciones injustificadas, son causa de una creciente irritación social.
Otro tema de particular relieve en tiempos críticos es el de los posibles subejercicios, siempre son lesivos, pero ahorita son criminales.
Nos encontramos el lunes en el recreo.
luismedinalizalde@gmail.com