Autorregulación televisiva
Ernesto Villanueva
15 de septiembre de 2007
El dictamen de la reforma electoral aprobado por el Senado puso las bases para acotar el poder fáctico de los medios electrónicos comerciales. Evidentemente las reacciones no se han hecho esperar por parte de los afectados. Bajo el disfraz de la defensa de la libertad de expresión se ha puesto en escena una muestra de lo que jurídicamente es inaceptable y éticamente es reprobable.
La lista de faltas éticas es enorme en estos medios durante toda la semana pasada al informar sobre los alcances y supuestamente peligros de esta reforma de clara naturaleza democrática. ¿Qué faltas éticas hubo? Si se pone de referente al Código Europeo de Deontología del Periodismo, que abreva del común denominador internacional, se podrían advertir las siguientes:
A) No se diferenció información de opinión. El artículo tercero del citado código dispone: “El principio básico de toda consideración ética del periodismo debe partir de la clara diferenciación, evitando toda confusión, entre noticias y opiniones. Las noticias son informaciones de hechos y datos, y las opiniones expresan pensamientos, ideas, creencias o juicios de valor por parte de los medios de comunicación, editores o periodistas”.
B) Se faltó al mínimo de veracidad. El artículo cuarto del código de referencia dispone: “La emisión de noticias debe realizarse con veracidad, a través de las actividades verificadoras y comprobadoras oportunas y con imparcialidad en la exposición, descripción y narración de los mismos”.
C) Se puso de manifiesto un claro uso de los medios concesionados para fines ajenos a la labor que la ley les confiere. Sobre ese punto el Código Europeo es muy claro: “Artículo 21. El ejercicio del periodismo no debe condicionar ni mediatizar la información veraz o imparcial y las opiniones honestas con la pretensión de crear o formar la opinión pública, ya que su legitimidad radica en hacer efectivo el derecho fundamental a la información de los ciudadanos en el marco del respeto de los valores democráticos. En este sentido, el legítimo periodismo de investigación tiene su límite en la veracidad y honestidad de informaciones y opiniones, y debe ser incompatible con campañas periodísticas realizadas desde tomas de posiciones previas e intereses particulares”.
D) Se obligó a los conductores de las empresas concesionarias de radio y televisión a despojarse de la mínima dignidad de su papel de periodistas para convertirse en voceros de sus empresas con el desprestigio personal que ello implica. Aquí también el Código Europeo establece postura: “10. El tratamiento del periodismo debe efectuarse teniendo en cuenta que éste se ejerce desde los medios de comunicación, que están sustentados en un soporte empresarial y donde se deben distinguir editores, propietarios y periodistas, por lo que además de garantizar la libertad de los medios de comunicación, es necesario también salvaguardar la libertad en los medios de comunicación evitando presiones internas”.
Y así podría citarse un largo etcétera. ¿Y dónde estuvo el comité de autorregulación de la CIRT? Paradójicamente, en ese contexto, los medios de servicio público están dando una gran lección al país para conducirse por los caminos no sólo del derecho, sino de los máximos estándares éticos. En el marco del primer seminario itinerante de autorregulación y medios de servicio público convocado por estos medios y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Jorge Volpi, director del Canal 22, pasó del dicho al hecho y mostró cómo ese canal se ha convertido en el primer medio en poner en operación la defensoría del televidente, a cargo de la reconocida académica de los medios, Gabriela Warkentin, su código de ética, su manual de estilo y el comité de ética para vigilar que la ética y la programación no transiten rutas distintas.
Virginia Bello, directora de Radio Educación, además de sumarse a esta cruzada, breve y profunda razonó que la autorregulación y la credibilidad son dos caras de la misma moneda. Lo propio hizo Héctor Villarreal, director del IMER, quien también dirige un equipo para dar vida a un ambicioso sistema autorregulatorio. Así, mientras la radiodifusión comercial está tirando por la borda ética, credibilidad y enseña el cobre, los medios de servicio público dan muestras de que es posible estimular la emergencia de receptores críticos para crear ciudadanos también críticos, como diría Volpi.
evillanueva99@yahoo.com
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
PERFIL
Coordinador del área de Derecho de la Información del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde además se desempeña como investigador titular de tiempo completo. De la misma forma, es presidente de la organización no gubernamental Libertad de Información-México A.C. De 1998 a 2003 fue investigador de la Universidad Iberoamericana.