martes, 4 de septiembre de 2007

Opinión de Alberto Aziz en el Universal

Adiós a los consejeros

Alberto Aziz Nassif

4 de septiembre de 2007


Si no sucede otra cosa, esta semana el país tendrá dos nuevas reformas, una recortada iniciativa fiscal y una reforma electoral. Después de una gran expectativa, el pasado jueves 30 de agosto se conoció el acuerdo para una reforma electoral.

Entre los jaloneos por el formato del informe y la idea de sacar adelante una reforma fiscal transcurrió una intensa semana política. Pasó el día del Informe y vimos a medias —por la censura de la transmisión a la presidenta de la mesa directiva, la perredista Ruth Zavaleta— un “entregas y te vas” sin los legisladores del PRD. Al día siguiente en el Palacio Nacional tuvo lugar el experimento, el primero de lo que puede ser la nueva modalidad de los informes presidenciales, un viejo ritual de presidencialismo renovado. Felipe Calderón habló frente a un público muy afín, sobre todo si lo calculamos en función del aplausómetro que 25 veces funcionó en 79 minutos. No es lo mismo que hablar frente a un Congreso plural y diverso políticamente.

El anuncio de la reforma electoral estuvo acompañado por una extraña presencia del consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, que se envolvió en un discurso de falacias para defender su permanencia en el cargo. Ugalde repitió en diversas entrevistas que la remoción de los consejeros sería como reconocer que en 2006 hubo fraude; también se le ocurrió la idea peregrina de que la permanencia de los consejeros era necesaria para proteger la autonomía del IFE. Ambos argumentos, falsos.

El último día de octubre de 2003, los diputados del PRI y del PAN renovaron a los consejeros del IFE, sin el consenso del PRD, en una situación muy similar a la de hoy en día: mediante un reparto de cuotas, sin respetar ninguna legalidad, no se presentó dictamen alguno, incluso se votó por consigna porque los diputados no conocían ni el currículum de los consejeros. En suma, fue un proceso lamentable de principio a fin, “nunca se definió un perfil; el secreto privó y la cuotas dominaron” así lo escribimos en este mismo espacio (“El IFE ya no será lo que fue”, EL UNIVERSAL, 4/XI/2003). En aquella ocasión también estaba en el tintero una reforma fiscal.

En 2003 se vulneró el acuerdo básico del consenso que abrió la reforma de 1996 y el reparto de cuotas lastimó la legitimidad de la institución. Sin embargo, Ugalde y el resto de los consejeros señalaron entonces que se habían tratado de un proceso legítimo y democrático, en donde los votos de la mayoría se impusieron. ¿Por qué en 2003 sí fue legítimo y democrático su nombramiento y ahora en 2007 su salida es un atentado a la autonomía del IFE?

Hay que señalar que hoy en día existe un consenso mucho más amplio que respalda el cambio de reglas, y cuando ha habido reforma, también ha habido nuevos operadores; por qué razón ahora tendría que ser diferente. Así fue en 1994 con el cambio de los consejeros magistrados a los consejeros ciudadanos, y en 1996 con el cambio a los consejeros electorales.

El argumento del fraude es un abierto chantaje de Ugalde. Los errores de la elección de 2006 que cometió ese consejo fueron múltiples y en momentos críticos, y sin entrar al discutible tema del fraude, sí podemos afirmar que su desempeño como consejeros abrió enormes espacios de incertidumbre para un sector amplio de la ciudadanía. La entrada en vigor de nuevas reglas del juego electoral tiene que ir acompañada de nuevos consejeros, argumento obvio que sólo lo ha entendido el consejero Rodrigo Morales, que puso su renuncia sobre la mesa, como un buen gesto para facilitar la reforma. Las nuevas reglas tienen el propósito de reconstruir una confianza que se rompió, y para ello se necesitan nuevos consejeros.

La remoción de los consejeros ha sido un tema conflictivo que ha despertado enconos y fantasmas, en lugar de que fuera un paso de obvia resolución. Los legislados han encontrado en ese punto diferencias importantes y también acuerdos. Por ejemplo, existe consenso en que el IFE tenga una renovación escalonada; lo que no se sabe bien todavía es cuándo debe comenzar y cómo. Las últimas negociaciones indican que se van todos los actuales consejeros y que para el mes de abril de 2008 se dará la renovación completa de los consejeros.

Para recuperar la confianza de regenerar el pacto político que se rompió en 2006, es indispensable que los legisladores vuelvan a rehacer lo que hicieron mal en 2003 y pongan en marcha un proceso transparente de renovación de los consejeros del IFE, que se emita una convocatoria abierta, consulta ciudadana y no se haga un simple reparto de cuotas. Incluso con el acuerdo alcanzado por los partidos, se puede lograr un adecuado proceso de renovación. La autonomía del IFE no está cifrada en la inamovilidad de los consejeros, sino en la construcción cotidiana de un espacio de decisiones que conduzca a que los actores políticos respeten las reglas del juego. Se trata de una actitud que rebasa la simple aplicación letrista y estrecha de la legalidad, a lo que han sido muy afectos los actuales consejeros.

Si como defiende Ugalde su permanencia hubiera defendido el proceso electoral, otra historia se hubiera escrito. ¿Por qué en 2003 el terrible proceso de su designación le pareció muy democrático? ¿Por qué no se opuso a la guerra sucia? ¿Por qué no hizo nada ante la intrusión presidencial y la ilegal intervención del Consejo Coordinador Empresarial? ¿Por qué no se preocupó por dar certidumbre el día de la elección? ¿Por qué cerró la posibilidad de abrir los paquetes electorales en el cómputo distrital? ¿Por qué declaró, sin autoridad, presidente electo a Calderón? Por todo eso Ugalde es parte del problema y no de la solución.

La reforma no es para remover a los consejeros, como falsamente se ha dicho, sino para cambiar las reglas del juego. Por supuesto que no hay garantía de que la nueva reforma vaya a solucionar de fondo los enormes huecos de la legislación electoral vigente. Los primeros anuncios presentan un paquete que es necesario analizar con mucho cuidado y ver la letra chica de las nuevas reglas del juego en tres puntos: autonomía del IFE, modelo de acceso a medios y fórmulas de financiamiento a partidos. Seguiremos con el tema.


Investigador del CIESAS