sábado, 15 de septiembre de 2007

Reformas contrastantes Rosa Albina Garavito en el Universal

Reformas contrastantes
Rosa Albina Garavito
15 de septiembre de 2007

El acuerdo sobre la reforma constitucional en materia electoral logrado por las principales fuerzas políticas representadas en el Congreso sin duda constituye un gran avance. La eliminación de spots en radio y televisión comprados por los partidos efectivamente quita el excesivo peso del dinero en las campañas electorales. Tanto ruido y tanto costo son un serio obstáculo para el debate real entre partidos y candidatos. La renovación del Consejo General del IFE también es saludable. Mejores contiendas electorales requieren también de un árbitro confiable. El actual ya no lo es. La reforma no es perfecta pero no por ello es menos plausible.


Por su parte, en lugar del despliegue en contra de la reforma por parte de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión, ésta debería aconsejar a sus agremiados nuevas estrategias de rentabilidad. Hacer de la política electoral una mercancía chatarra, como hasta ahora, es apostar a que la audiencia prefiera el maniqueísmo y la manipulación antes que la información ponderada y el respeto a la diversidad de opiniones; lo cual no está comprobado.


El espíritu empresarial progresista tendría que dictarles la necesidad de crear mercado en una sociedad ávida de escuchar y razonar, y harta del aturdimiento y la saturación. La libertad de expresión y la democracia que dicen defender —y que no se limitan con la reforma— requieren de posiciones inteligentes. La exhibición pública a la que se sometieron en el Senado los dueños y voceros de la radio y televisión no hizo gala de tal cualidad. Al final sus argumentos resultaron contraproducentes para la defensa de sus intereses. A esa industria le vendría bien menos apego a la ganancia fácil y mayor visión de futuro.


Pero con todo y lo plausible de la reforma electoral en el Senado, no perdamos de vista que de manera simultánea en la Cámara de Diputados se votó una pobre y limitada reforma fiscal. Y como las fuerzas políticas son las mismas en ambas cámaras y como el país en el que actúan es también el mismo, no deja de llamar la atención que la generosidad del acuerdo electoral guarde íntima relación con el hecho de que atiende al espacio propio de los partidos: las elecciones; mientras que la mezquindad de lo logrado en materia fiscal corresponde a una esfera que va más allá de los partidos e involucra al país en su conjunto.


En el primer caso, seguramente se está haciendo patente el interés político de los partidos por refuncionalizar las reglas electorales colap-sadas en 2006. Y ciertamente ese interés es también de la sociedad, ¿pues a quién conviene la fractura de las reglas electorales? Pero otro interés social y nacional, el de construir finanzas fuertes, transparentes y sanas, no despertó el mismo entusiasmo en el Congreso de la Unión. No sólo por el rechazo del PRD a discutir el tema, sino por la ausencia del mismo en la agenda de la reforma del Estado. No es casual que la iniciativa de reforma electoral se construyera con el consenso partidario, mientras que la fiscal fue presentada por el Ejecutivo, y además de menoscabar su limitada versión original terminó agregando la recurrente afectación a bienes de consumo final.


Una visión pedestre sobre la estrategia para la reforma del Estado nos diría que, de acuerdo con las fuerzas políticas existentes, sólo se pudo lograr dar un gran paso en la reforma electoral y un pasito en la reforma fiscal. Pero, ¿es mucho exigir una visión de Estado para construir un mejor futuro? Más vale hacer un diagnóstico integral de los males que nos aquejan y a partir de ese diagnóstico aplicar las soluciones también de manera integral.


No nos sorprendamos de que la reforma electoral acordada fuera muy buena para el país de 2003 y de 2006, pero ya insuficiente para el México de 2009 o de 2012, porque nos guste o no, un mejor país está hecho no solamente de mejores contiendas electorales, sino también de la cohesión social que genera una economía nacional sana y próspera. Pero en la medida en que la economía degrada cada vez más a la sociedad, los focos rojos para la estabilidad social se extienden a lo largo y a lo ancho del país. Así que por lo pronto celebremos la poca patria que nos queda.


Consejera nacional emérita del PRD

PERFIL

Investigadora del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y miembro de la Comisión Política del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Asimismo, fue diputada federal y senadora por este instituto político. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo 2002.