Enrique del Val Blanco
No al juego
11 de diciembre de 2008
Uno de los grandes problemas que nuestro país ha tenido con los gobiernos panistas es su desconocimiento de la historia nacional, desde la conquista hasta nuestros días. Hay varias muestras de ello y una de ellas es el apoyo que han dado al establecimiento de casas de juego en todo el territorio vía la modificación de la ley vigente, con el beneplácito de varios de los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión.
Un poco de historia ayudaría a saber, por ejemplo, que el juego era posible en México hasta la llegada al poder del presidente Cárdenas que, tomando en cuenta las circunstancias del momento, y sobre todo a quién beneficiaba, lo prohibió.
La embestida para permitir el juego ha estado presente en los últimos cuatro periodos presidenciales y ha sido hasta la llegada del panismo, a través del presidente desequilibrado, según el Vaticano, que bajo argumentos falaces se abrió la puerta y nuevamente se dio la posibilidad de tener casas de apuestas en este país.
Parte del asunto es que los interesados han sido y son poderosos hombres de negocios o políticos enriquecidos al amparo del poder. Incluso uno de ellos presume que desde 1916 está en el negocio del juego.
En casi todo el mundo ha sido demostrado que a los únicos que beneficia el juego es a los grupos mafiosos locales, que se convierten en los dueños de la región con base en el control de una de las actividades más difíciles de supervisar, como es el caso de los casinos y las apuestas.
Cada día que pasa nos enfrentamos a una mayor cantidad de anuncios y propaganda, sobre todo televisiva, sobre este tipo de negocios, incluso bajo el argumento absurdo y sexista de que las mujeres aburridas pueden cambiar su vida en el juego. Estos poderosos negociantes han recibido de manera poco clara autorizaciones para estas actividades.
En un país en el cada día hay un mayor predominio de los grupos de narcotraficantes, serán sin duda ellos los mayores beneficiados por estos establecimientos, especialmente a partir de la modalidad del gobierno federal que puede otorgar autorizaciones con la opinión de los gobiernos estatales e incluso de los municipios. Esto provocará, entre otras cosas, que muchos de los candidatos a diputados y alcaldes busquen negociar y solicitar el apoyo con el grupo dominante, ya sea mafioso o político, que ahora tendrá supuestamente una actividad legal, como es el juego.
Sin duda la falta de conocimiento de la realidad que manifiestan los diputados y la ignorancia del gobierno han permitido que el juego se extienda en México, en detrimento de los intereses de la sociedad. Con esta decisión una vez más se demuestra la altura del presidente Cárdenas, que con sensibilidad y visión impidió las casas de juego en México.
Todavía se está a tiempo de que tanto el gobierno federal como el Congreso de la Unión recapaciten en una de las decisiones que en este país hará, en primer lugar, a la gente más pobre y, en segundo, acrecentará el poder de los narcotraficantes y negociantes con apoyos políticos.
PD. A partir de la próxima semana, mi colaboración aparecerá los martes.
Analista político y economista