jueves, 18 de diciembre de 2008

Recreo de J. Luis Medina Lizalde en Imagen

Recreo
J. Luis Medina Lizalde


En grave riesgo, el ejercicio periodístico

Los responsables de la seguridad se han convertido en aliados objetivos de los que nos han robado la tranquilidad

AL PRINCIPIO

DEJAD QUE LOS GRILLOS SE ACERQUEN A MÍ
Termina la era de Fernando Chávez como obispo de la diócesis, hombre bueno, sencillo y prudente, sorteó con decoro el indecoro de los políticos a los que les dio de repente por ostentar una ridícula e insincera cercanía con la religión.
Ávidos de los votos de la grey católica, en su soberbia ignoran lo que el más modesto de los creyentes sí tiene claro: lo del César al César y lo de Dios a Dios.
La sociedad mexicana ha superado lo mismo la intolerancia religiosa que la intolerancia anti-religiosa de otros tiempos y el mexicano promedio encuentra perfectamente coherente ser simultáneamente guadalupano y juarista.
Durante muchos años fue clara la frontera entre la religión y la política, pero cuando Salinas de Gortari reformó la constitución bajo el supuesto de modernizar las relaciones Estado-Iglesia, le devolvió a la jerarquía católica el protagonismo político.
Salinas fue uno más de los que acceden al poder con el estigma del fraude, lo que permite interpretar su reforma como estrategia de legitimación, pero también, y acaso sin proponérselo, inauguró un periodo de burda instrumentación política del simbolismo religioso, con la colaboración de una parte del clero y el rechazo de otra.
El clero es, como la sociedad, políticamente plural y los jerarcas eclesiásticos corren, en sus respectivas jurisdicciones, el mismo riesgo que los gobernantes en las suyas: la de ser atrapados por burbujas
aislantes.
Al obispo Fernando Chávez ninguna burbuja lo privó del contacto con el pueblo al que siempre ha pertenecido, al nuevo obispo está por verse, por lo pronto ya le danzan a su alrededor.

UNA INUSUAL EXIGENCIA DE APERTURA INFORMATIVA
El pasado 9 de diciembre hombres armados detuvieron los vehículos distribuidores de tres de los diarios de circulación estatal, obligando a los conductores a ser portadores, ante sus respectivas empresas, de sendas fotografías tomadas con cámaras compradas para la ocasión.
El automotor del diario IMAGEN, por ser nuevo, aún no porta logotipo que lo identifique, circunstancia por la cual pudo cumplir con su rutina, pero al regresar de su itinerario, al llegar a Villanueva fue interceptado y su conductor recibe perentorias órdenes de entregar a la redacción las fotografías que unos amenazantes individuos ponen en sus manos.
Al día siguiente, los lectores de los diarios zacatecanos vieron publicadas las fotos de las narcomantas en las que se acusa a Genaro García Luna de participar en el narcotráfico y de estar detrás de las granadas arrojadas en la plaza de Morelia.
Los directivos de los diarios optaron por cumplir las exigencias de los delincuentes para no exponer a su personal.
UNA INUSUAL EXIGENCIA DE CENSURA INFORMATIVA
No hace mucho que a la reportera de policía, Miriam Serrano, le salió al paso de su vehículo un hombre armado al iniciar la calle Ventura Salazar, obligándola a retroceder y emprender la huida siendo perseguida por pistoleros hasta los interiores de la sede de la policía preventiva, en donde pudo ocultarse hasta que llegó el secretario general de gobierno, el subsecretario de seguridad pública y el entonces director de El Sol de Zacatecas, entre otros.
Siendo todos testigos de la llamada que en ese trance recibió la reportera, en donde se le dice que sólo es una advertencia y que en cuanto a la desaparición de dos excustodios, “ya ni le mueva porque ya están muertos”.
El propio gobierno del estado envió a otra entidad a la reportera durante un mes, después de lo cual la periodista quedó sin empleo.
Estos episodios explican el grave riesgo en que está el ejercicio periodístico en Zacatecas si éste se propone servir a la sociedad informándola con veracidad en lo referente a la cada vez más desafiante delincuencia. Riesgo agravado por la notoria falta de interés de los responsables de la seguridad en nuestro estado.
La minimización sistemática de la delincuencia y la dejadez que muestran en cada “caso aislado”, los convierte en aliados objetivos de los que nos han robado la tranquilidad.

AL ÚLTIMO
A unos cuantos minutos de la base mixta de operaciones de Jerez, en Tepetongo, el jueves de la semana pasada fue secuestrado el joven Anacleto López Reveles.
El monto exigido por su liberación es de 100 mil dólares. Al momento de redactar estas líneas no hay desenlace.
Su señora madre, popularmente conocida como “La Chitona”, hace hasta lo imposible por recuperar sano y salvo a su hijo.
Sigue la pesadilla.

Nos encontramos el lunes en el Recreo.
luismedinalizalde@ gmail.com