J. Luis Medina Lizalde
Del Real, veterano contra el narco
¿Crear nuevas leyes o cumplir las existentes?
AL PRINCIPIO
El zacatecano Javier del Real Magallanes ha sido nombrado segundo de abordo en la Secretaría de Seguridad Pública, cuyo titular es el controversial Genaro García Luna.
General de división diplomado de estado mayor, Javier del Real es de los más destacados veteranos de la lucha contra el narcotráfico.
Una de las batallas más relevantes de su carrera tuvo como desenlace la caída del hasta ahora único político procesado por participar en esta actividad, el exgobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva, quien en estos momentos litiga desde la cárcel contra la solicitud de extradición a los Estados Unidos, arropado por cierto por una inexplicada solidaridad de quintanarroenses de todas las ideologías.
Los antecedentes del general Del Real permiten interpretar que el colapso de la inteligencia policial es de tal magnitud que sólo el Ejército puede hacerse cargo de esta tarea, ya que fue jefe de la sección de inteligencia militar.
No es la primera vez que un gobierno civil se exhibe rebasado por los desafíos de la delincuencia desde el interior de las instituciones.
A Zedillo le dio por lo mismo pero con tan mala suerte que el general escogido para encabezar la tarea era protector de Amado Carrillo.
Si a Zedillo le falló la jugada es de prever que a Calderón tampoco le funcione porque el Ejército ha sido gravemente desatendido presupuestalmente, lo que ha incidido en la deserción de más de 150 mil militares en los últimos ocho años, de los cuales más de mil 500 poseen entrenamiento especializado.
El propio gobierno reconoce que muchos de estos desertores son contratados por las bandas delincuenciales.
Mientras eso sucede, los gobernantes civiles siguen mostrando una frivolidad que enchina el cuero.
Le toca el turno al gobernador de Coahuila, perteneciente a ese tipo de políticos presentes en todos los partidos que piensan que la familia es primero (la de ellos, por supuesto).
Cuando propone la pena de muerte está buscando promoción porque sabe que está abolida desde el 2005 y que su reimplantación está vedada por los convenios y protocolos internacionales suscritos por nuestro país.
El servilismo con el que la mayoría del Congreso local apoyó su ardid publicitario trae a la memoria el desprecio con el que se refería Porfirio Díaz a sus propios incondicionales en las cámaras cuando los llamaba su “manada de caballos”.
Pero por el bien de todos, ojalá que tenga éxito el general Del Real.
EL GOBIERNO NO CONOCE OTRA SALIDA QUE LA TANGENTE
En vez de enfrascarnos en discusiones bizantinas, en torno a qué lugar ocupamos en la tabla de inseguridad nacional, urge indagar las versiones de algunas víctimas de secuestro en el sentido de que sus captores fueron policías de algún ayuntamiento.
Los habitantes de algunos municipios dan cuenta de cateos en domicilios equivocados merced a falsa información proporcionada por policías municipales.
La existencia de semejantes versiones da cuenta de lo difícil que es construir la confianza social en los cuerpos policíacos. Confianza indispensable para una labor exitosa y de la que hoy por hoy sólo el Ejército goza.
Aquí cabe preguntarse hacia donde es conveniente orientar la necesarísima presión social: si hacia un torrente de nuevas leyes o al cumplimiento de las existentes.
Procede preguntarse si no ha llegado la hora de luchar por una economía que mejore la situación de los pobres y la clase media en vez de permitir la continuación de la desigualdad extrema que nos amenaza a todos.
Vale también que nos expliquen en qué se avanza con la creación de una Secretaria de Seguridad Publica en el organigrama local, porque la que existe a nivel federal ha dado más problemas que soluciones.
Sólo ha servido para reprimir la protesta social y para focalizar en esa área el costo político del fracaso en la lucha contra el crimen organizado y para facilitar el “lavado de manos” de los gobernantes al ocultar una verdad de muchos kilates: la corrupción policial es una de las formas en que se manifiesta la corrupción política.
El centralismo se hizo cultura en un país rico en matices pero con una practica política que nos hace imitadores perpetuos de lo que se diseña en el plano federal.
Sin imaginación alguna duplicamos programas y creamos dependencias a imagen y semejanza de la federación, multiplicando inmisericordemente la burocracia y el gasto improductivo.
Por eso valen las reservas ante cada propuesta de un nuevo ente burocrático.
AL ÚLTIMO
Entre los propios diputados locales surgen versiones de cómo están cotizándose los votos aprobatorios del presupuesto a ejercer en el 2009.
Nos encontramos el jueves en el recreo
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