Editorial EL UNIVERSAL
El viejo PRI
08 de diciembre de 2008
En esencia, suelen utilizarse las palabras “viejo PRI” para hacer referencia al pragmatismo político cuyo único objetivo, democracia y justicia social aparte, es obtener o mantener el poder. Ese “estilo” de propaganda y gobierno no es exclusivo del Partido Revolucionario Institucional; lo curioso del término es que parece referirse a una situación pasada, lo que nos llevaría a preguntar: ¿cuál es el “nuevo PRI”? Algo es seguro: no es el que hoy legisla.
El asunto viene al caso por la reciente propuesta del congreso de Coahuila de reimplantar la pena de muerte en la Constitución. Tan importante como la iniciativa misma —respaldada por la dirigencia del PRI y por sus coordinadores parlamentarios— es el contexto: el preámbulo de 2009, un año electoral en el que los partidos se juegan su posición en el escenario nacional rumbo a la renovación de la Presidencia de la República en 2012. Además, recientes encuestas ubican un respaldo popular de más de 70% para la pena de muerte.
La propuesta reafirma el “estilo” de ese viejo PRI porque, bajo el contexto actual, la única virtud inobjetable de la pena de muerte es la popularidad.
Definido a sí mismo de muchas maneras —revolucionario, de centro, de izquierda— hoy el PRI dice ser “socialdemócrata”. La solidaridad, la responsabilidad, el humanismo, la búsqueda de mecanismos no violentos para conseguir la justicia social son algunas de las características de tal ideología. Sin duda, proponer que el Estado decida sobre la vida o la muerte de los individuos es contrario a ese espíritu; ya no digamos que lo haga con un sistema judicial como el nuestro.
Aun si los priístas pudieran argumentar que la suya es una socialdemocracia sui géneris también puede hallarse una contradicción en el propio pasado reciente del partido.
Mañana se cumplirán tres años de la abolición de la pena de muerte en México. ¿Quién hizo la propuesta legislativa inicial? Tres senadores priístas: Fernando Solana, Salvador Rocha Díaz y Heladio Ramírez López. Se eliminó de la Constitución esa pena —inexistente en los hechos desde hace 50 años— con casi todos los votos en el Congreso del PRI y del Partido Verde.
Este periódico consultó a PRD, PAN, PT, PVEM, Convergencia y PRI sobre la necesidad de no usar el narcotráfico y la inseguridad como banderas electorales en las campañas de 2009. Sólo el PRI descartó hacerlo. Sería grave hacer propaganda con la idea de que, como antaño, un pacto de no agresión con el crimen es mejor que una guerra en su contra.
Cuando se pone al partido el mote de “viejo” no sólo es por sus prácticas. El sector más amplio del electorado priísta es de personas mayores de 45 años, de menores ingresos, menor escolaridad, sobre todo de zonas rurales y suburbanas. Ese perfil irá a la baja los próximos años.
Por cuestiones demográficas los jóvenes con estudios de hoy dominarán el espectro político de mañana. Tendrá el PRI que preguntarse si a ellos se les convence con alardeos de ‘mano dura’.