jueves, 26 de marzo de 2009

Recreo de J. Luis Medina Lizalde en Imagen

La desmesura en el auto-elogio opaca lo positivo

AL PRINCIPIO
LA CLAUDICACIÓN DE LO PÚBLICO
FRENTE A LO PRIVADO


El pasado 19 de febrero Felipe Calderón anunció un programa para cubrir todos los gastos de educación media superior y superior de los hijos de militares. El plan arranca desde el inicio del ciclo escolar 2009-2010.
El anuncio se da en un momento de elevada valoración del ejército por su papel en el combate a la delincuencia organizada, por lo cual fue interpretado como un justificado gesto de reciprocidad con las familias de quienes se juegan la vida por darnos tranquilidad.
Cuando los especialistas conocieron los pormenores del plan, éste aparece como un burdo mecanismo de transferencia de recursos públicos a las instituciones privadas, pues los becados podrán elegir entre instituciones públicas y privadas.
Las escuelas privadas son negocios privados, su misión es generar utilidades y el que no puede pagar, no tiene cabida. Algunas han conquistado un merecido prestigio, pero la mayoría de las mismas responden al adjetivo “patito”.
Las escuelas privadas disponen de partidas destinadas a contratar espacios en los medios de comunicación para construirse prestigios sin más sustento que el mediático.
Con todo, la educación privada de calidad y debidamente supervisada por las autoridades educativas, es una legítima alternativa y no hay nada de malo en que obtengan utilidades.
Lo malo es que el Estado es tan omiso que tolera que algunas incurran en las más aberrantes discriminaciones, como la de no admitir a hijos de divorciados o a los de creencias religiosas diferentes, lo que las inhabilita como educadoras.
Como empresas fallan, pues aprovechan a los “queda-bien” que desde los puestos públicos les transfieren recursos provenientes de nuestros impuestos para que funcione el negocio, mientras que a la escuela pública la mantienen abandonada.


“A UNA VERDAD, LE AÑADEN MUCHOS CEROS”
tIRSO DE MOLINA

El establecimiento de la industria maquiladora de partes para naves aéreas recientemente anunciado por el gobierno del estado y representantes de los inversionistas, es un hecho positivo, aunque sean 20 y no 208 los millones de dólares que se aplicarán en lo inmediato, ya que la segunda cifra es el monto final, es decir, el de largo plazo.
Al gobierno le compete asumirse como facilitador de las inversiones sin perder de vista su función de custodio de lo público y garante de lo privado, por lo cual lo que se conoce como estímulos a la inversión, deben ser estrictamente legales e inequívocamente legítimos.
La transparencia es un requisito indispensable para que el resto de potenciales empresarios sepan qué pueden esperar del gobierno y para que los que gobiernan, no regalen lo que no es suyo.
Pues bien, lo que pudo ser un buen punto para el gobierno del estado, terminó en un fundado cuestionamiento a la credibilidad oficial debido a la desmesura con que “le echan crema a sus tacos” mediante una costosa campaña de desplegados en los medios nacionales en donde se hacen afirmaciones que parecen referidas a un Zacatecas imaginario.
Además de hablar sin sustento de la inmediata creación de mil empleos como consecuencia de la inversión del grupo Everest, se alardea de que somos el segundo lugar en inversión extranjera directa. Lo que resulta muy extraño en un estado que apenas está haciendo la infraestructura carretera que otros estados poseen desde hace décadas y en donde el gas natural es sólo un propósito de realización incierta.
En realidad, la mayor parte de la inversión extranjera a la que se alude citando como fuente al Registro Nacional de inversiones extranjeras de la Secretaría de Economía es la de la actividad minera, y asombra la incongruencia de un gobierno que se ostenta como de izquierda que debería hacer de la defensa de los recursos naturales, una de sus principales reivindicaciones.
Cuando menos, no festinen el saqueo.
Otra vez la desmesura en el auto-elogio termina por opacar lo positivo.


AL ÚLTIMO
Mañana se cumplen seis años de la partida de Manuel Ortega
Fue un consecuente izquierdista. Construyó, junto con Juan José Quirino y Alfonso Ramírez Cuéllar, El Barzón, el más poderoso movimiento social que México conoció como respuesta a la avaricia banquera.
El único lujo que se dio en la vida fue el de la dignidad, demostrando que ésta no riñe, como muchos piensan, con la práctica política.
Mañana a las cuatro de la tarde, en la Casa Municipal de Cultura nos juntamos sus amigos.
Nos encontramos el lunes en el recreo