lunes, 30 de marzo de 2009

RECREO

Publicado el 30 de marzo de 2009 en el periódico IMAGEN

Por J. Luis Medina Lizalde

AL PRINCIPIO

¿HOSPITAL A LAS ORILLAS?

El gobierno del estado considera necesario reemplazar el hospital general por uno nuevo más amplio, moderno y funcional, y junto al mismo se propone construir un centro de imagenología para tomografías y otro tipo de estudios que ahora se mandan a hacer a otros lados. 


Lo malo del asunto es que el sitio escogido está muy lejos de donde residen los potenciales usuarios y muy cerca del centro de convenciones. De manera tal que más parece pensado para atender a los convencionistas, que a los zacatecanos.

Si a eso le agregamos que hay quien pretende concesionar a una empresa privada foránea el costosísimo Centro de Convenciones, sabremos lo que quiere decir eso de que en Zacatecas hay “un excelente clima de negocios”.

Ni quien lo dude.

OTRO USO DEL DINERO PÚBLICO ES POSIBLE

Durante los 300 años de colonización española, nuestro territorio parió ciudades en donde las bellezas arquitectónicas resaltaban más por el contraste con la miserable vida de los indios y mestizos que hacían posible tanto esplendor.

El tiempo se encargó de prohijar una mentalidad que percibe como natural la coexistencia de la riqueza y la pobreza en un mismo espacio físico social.

De todo eso me acordé al conocer la reseña multi-mediática de la gira de la gobernadora y un grupo de notables del pasado jueves por las obras a las que se les destina enormes sumas de dinero público, en donde un exaltado discurso estético oficial busca el aplauso ciudadano para las costosas restauraciones de retablos en la iglesia de Santo Domingo, la Catedral, del esfuerzo para que la fachada de San Agustín quede como antes y de que la plazuela Miguel Auza ya no quede como antes.

No discuto la importancia de preservar el patrimonio cultural, pero sí cuestiono el sentido de la oportunidad y la escala de prioridades gubernamental que mantiene en extrema precariedad las redes de agua potable, como nos lo recuerdan con sus intermitentes protestas las amas de casa de las colonias populares. 

Me pregunto también en dónde están los adinerados ricos que tanto saben aportar para las “casas de Dios”, como lo hizo a principios del siglo pasado la señora Josefa Brillanti, al hacerse cargo del financiamiento, ella solita, de la construcción de la torre norte de la catedral.

Me resultan equivocados los dos argumentos en pro de los edificios para 18 dependencias de la ciudad de gobierno: uno dice que al ciudadano se le sirve mejor al estar las dependencias en un solo lugar, como si uno pudiera ir a pagar la tenencia y aprovechar para ir al ministerio público, y luego al Inmuza para después acudir a la Comisión de Derechos Humanos y finalizar el “tour” en Seplader. 

Tampoco veo el ahorro en rentas, puesto que el esquema utilizado deja endeudado al estado por más de 20 años.

No comparto que la clase gobernante piense más en si misma que en los gobernados, por eso lamento mucho que en Zacatecas se piense en construir otra sede para la presidencia municipal, cuando no les alcanza el dinero para pagar a los veladores en las colonias populares y cuando las escasas casetas de vigilancia están convertidas en “chiqueros”.

(Tampoco veo afortunado que se piense en la construcción de una nueva sede de rectoría cuando la UAZ está rechazando a cada vez más aspirantes por insuficiencia de recursos)

Conversando con algunos de los invitados por la gobernadora para conocer los avances de las obras, ninguno recordó una inversión pública tan cuantiosa que “acolchonara” tanto un proyecto privado como es el del desarrollo inmobiliario “Argentum”, cuyos terrenos adquieren una jugosísima plusvalía sin que hayan puesto un ladrillo.

Cuando sale a colación que pasan los años y la presa “Moraleños” aun no riega ni una hectárea, uno se aferra a la convicción de que otro uso del dinero público es posible, que la mentalidad virreinal no es eterna, que la exquisitez reaccionaria no logrará la victoria cultural. 

AL ÚLTIMO
A VER SI APRENDEN

El joven abogado y empresario Alejandro Enríquez hizo una pormenorizada denuncia de anomalías en una licitación en la edición de Imagen el pasado viernes. 

Más allá del desenlace del caso concreto, ojalá que el valor civil de Alejandro sea contagioso y contribuya a que el empresariado abandone el hábito de nada más quejarse en voz baja de la corrupción.

Nos encontramos el jueves en el recreo

luismedinalizalde@gmail.com