viernes, 22 de mayo de 2009

México S.A.

Carlos Fernández-Vega
La Jornada, 22 de mayo de 2009.

¿Cuál será?

¿Orgasmo o desorden bipolar?

¿A qué juegan?

Carlos Fernández-Vega
A

lgunos consideran que el desvarío del gobierno calderonista en torno a la grave crisis económica que vive el país es producto de lo que algunos científicos divulgan por estos días, esto es, que en el orgasmo se llega a un estado alterado de conciencia. Pero todo indica que no va por allí el tiro, toda vez que los integrantes de la continuidad pro cíclica son fieles seguidores de la teoría de la sabanita con agujero. Otros, en cambio, concluyen que tal delirio no es más que una manifestación del desorden bipolar (antes conocido como enfermedad maníaco-depresiva) imperante en el gabinetazo y el supuesto director de orquesta, quienes un día ven la luz al final del túnel y al siguiente un panorama más oscuro que el fondo del mar, para 24 horas después registrar signos alentadores en medio de una apabullante recesión y el desplome económico, para posteriormente decir exactamente lo contrario, y así sucesivamente.

El problema de esta última lectura es que los médicos explican que el desorden bipolar es causado probablemente por el mal funcionamiento de los elementos químicos y eléctricos del cerebro, y los individuos con enfermedad maníaco-depresiva son a menudo altamente inteligentes, talentosos, brillantes, definición que, por obvias razones, de ninguna manera aplica al gobierno de la continuidad.

Entonces, si no es orgasmo, sabanita ni desorden bipolar, ¿cuál será la causa de tal desvarío, en medio de una terrible crisis que entre las patas se lleva a millones de mexicanos? Sin duda la enfermedad electoral asociada a la crisis del poder, cuya manifestación más obvia es utilizar el aparato propagandístico del Estado para disfrazar los errores de aciertos, la debacle de oportunidad, las deposiciones de logros, las crisis en catarritos y los intereses de grupo en intereses de la nación, entre otras gracias, para que las cosas no se muevan un milímetro. Y entre tantas caretas y disfraces ya no saben ni por dónde quedó la bolita, si algún día lo supieron.

De la gripa económica en México y la neumonía en Estados Unidos, el inquilino de Los Pinos ha viajado de un extremo a otro, hasta reconocer recientemente que México atraviesa por el punto más delicado y más grave de la recesión internacional, aunque de inmediato da vuelta en U, cambia de careta y asegura al respetable que en los próximos trimestres los registros económicos mejorarán. ¿Cómo, cuándo, de qué forma, a partir de qué momento y con qué herramientas?, no lo dice, ni lo sabe, pero con esa ligereza los próximos trimestres fácilmente pueden ubicarse en el año 2020 o en el siglo XXX, qué más da, porque es tan fatuo su optimismo que carece de calendario.

Así, puede hacer muchos augurios, elucubrar con las cifras, jugar balero, sumar y restar, practicar con la calculadora o el ábaco, hablar hasta por los codos, pero de cualquier suerte, según las propias cifras del gobierno calderonista, la economía mexicana se desplomará 5.5 por ciento en 2009 (siempre en el mejor de los casos), lo que llanamente quiere decir que de aquí a enero de 2010 –cuando menos– no habrá médico forense, por efectivo que sea, que a lontananza localice la mejoría en los próximos trimestres.

Para un periodo igual, el resultado económico enero-marzo de 2009 no es el peor desde 1995, sino de las últimas tres décadas, de acuerdo con la estadística del Inegi. En el primer trimestre del presente año, el producto interno bruto se desplomó 8.2 por ciento; en igual lapso de 1995 la caída fue de 0.4 por ciento, una diferencia de 20 tantos entre uno y otro año. El registro oficial sobre el comportamiento económico trimestral en 1995 es el siguiente: en el primero, -0.4 por ciento; en el segundo, -9.2; en el tercero, -8.2 y en el cuarto, -7, para dar un promedio anual de -6.2 por ciento.

Ese es el resultado concreto de la gripe económica mexicana (diagnosticada por el inquilino de Los Pinos) en el primer trimestre de 2009. Pero está en ejercicio el segundo, y nada grato se ve el panorama, incluso el resultado puede ser más dramático, puesto que en ese periodo se registrará el impacto real de la emergencia sanitaria, más la recesión económica y lo que se acumule.

No se trata de festinar las recurrentes deposiciones gubernamentales, porque entre las patas se llevan al país y a quienes en él sobreviven, sino de subrayar que la luz al final del túnel no se enciende por decreto ni con discursos. La situación es delicada y no será con caretas, disfraces ni fandangos electorales como se resuelva.

Una semana atrás presumía el inquilino de Los Pinos que comienzan a registrarse algunos signos alentadores que permiten avizorar que pronto se dejará atrás el peor momento, mejores condiciones en el ciclo económico creciente, que seguramente se registrará en la segunda parte de este año y con toda seguridad en 2010. Siete días más tarde, su secretario de Hacienda lo desmiente y se desmiente a sí mismo: de 5.5 por ciento será el desplome económico en 2009, cuando una quincena antes, a regañadientes, aseguraba que no pasaría de 4.1 por ciento, incluido el efecto por la emergencia sanitaria.

Calderón celebraba que en la segunda quincena de marzo se generaron 4 mil empleos formales, cuando de repente sale el Inegi e informa que en el primer trimestre de 2009 se cancelaron 405 mil puestos de trabajo y que el desempleo abierto afecta a 2.3 millones de mexicanos. En el coro, el subsecretario de Hacienda, Alejandro Werner, desmiente los pronósticos de Standard and Poor’s (la economía mexicana caerá 5.5 por ciento este año, y asegura que México no enfrenta dificultades fiscales este año y, ¡zas!, poco después Agustín Carstens, el del catarrito, reconoce un hoyo fiscal de 300 mil millones de pesos y que en 2010 la situación será más complicada, mientras divulga la nueva estimación gubernamental sobre la caída económica en el presente año: -5.5 por ciento, la misma estimación desmentida de Standard and Poor’s.

¿A qué juegan, pues?

Las rebanadas del pastel

Mientras el desbarajuste económico se agudiza, la verdadera cortina de humo, el circo sin alimento, se llama contienda electoral. El país se sacude, los mexicanos traen el agua hasta el cuello, y la siempre feliz clase política picándose los ojos. ¿A quién coño le importa si Bernabé le pegó a muchilanga o si borondongo le tiró los dientes a burundanga y tribu que lo acompaña? (encuentre la respuesta el próximo 6 de julio).