jueves, 9 de octubre de 2008

El Recreo

J. Luis Medina Lizalde
Imagen, Zacatecas, 9 de octubre 2008


AL PRINCIPIO
Ayer, el ejército liberó a 10 personas que permanecían secuestradas en un domicilio de la colonia Arboledas.
¿Después de esto seguirán buscando tapar el sol con un dedo?
Son tan necios que no es de dudarse.
Al presidente municipal de Ixtapa de la Sal, Estado de México, lo asesinaron, según las autoridades, porque no quiso “arreglarse” con un cártel.
Los mandó al diablo con su oferta, era joven (32 años), recién casado y sin hijos con los que pudieran amenazarlo.
En Zacatecas, muchos presidentes municipales han de estar en una difícil situación, porque las bandas armadas ya ni se esconden.
No hay cabecera municipal a donde uno vaya donde no le cuenten vida y milagros de esos individuos.
Pero, ¿qué pueden hacer las autoridades? Si “se arreglan” con los narcos, cualquier día de éstos llega la SIEDO por ellos, si no se “arreglan”, se los echan como al de Ixtapa de la Sal.
Como van las cosas en nuestro país, la política será cada vez más una profesión de alto riesgo.

POR LOS
CAMINOS DEL SUR
El pasado domingo al PRD le pasó en Guerrero lo que el año pasado al PAN en Aguascalientes: los electores le hicieron una severa advertencia: “o gobiernas como Dios manda o te regresas a la
oposición”.
En ambas entidades los ciudadanos cambiaron el mapa electoral en el mismo sentido: le devuelven al PRI la posibilidad de volver por sus fieras al entregar los bastiones electorales de ambas entidades. Aguascalientes arrebatado al PAN y Acapulco al PRD.
Los yucatecos fueron más enérgicos: le dan las gracias al PAN por sus servicios y reinstalan al PRI al frente de sus destinos.
Pareciera que vivimos la normalidad democrática, que el voto es un instrumento en poder del ciudadano con el que castiga o premia desempeños.
Pudiéramos pensar que el ciudadano se inclina por una opción o por otra determinando su percepción de los problemas.
Es notorio que el electorado gringo se vuelva hacia Obama impulsado más por el derrumbe de su economía que por la oferta electoral de los
demócratas.
Pero si examinamos con atención los factores de triunfos y derrotas, siempre aparece la pugna interna como explicación.
En Yucatán, la deserción de Ana Rosa Payán le alfombró el regreso al PRI; en Aguascalientes, las dirigencia panista, antes del proceso electoral, demandó públicamente la expulsión del gobernador Reynoso Femat de su partido.
En Guerrero, la política grupal de Zeferino Torreblanca lo distanció de franjas significativas del perredismo.
Dicho de otro modo, México vive una lucha de facciones, como en los años 20, antes de que el genio político de Elías Calles concibiera el Partido Nacional Revolucionario.
La lucha de facciones la entendemos como aquélla que se da entre individuos que enarbolan los mismas banderas, pero no los mismos intereses.
Los facciosos tienen un común denominador: para ellos, la parte es más importante que el todo, y por lo tanto, las batallas las convocan en nombre del interés general, pero son las miras grupales y/o personales su verdadera inspiración.
De los facciosos no surgen estadistas, son cortoplacistas y de mandados cortos. Ven los ideales como asunto de ingenuos y las personas de principios les provoca urticaria.
La clase gobernante de la alternancia es facciosa por definición, por eso no han cuajado los cambios que
predica.
Una diferencia con el pasado de hegemonía priísta es que ahora todas las elecciones son nacionales, aunque sean locales.
Por eso participaron en el escenario guerrerense gobernantes de otras entidades, como es el caso de Amalia García y de Peña Nieto, quienes visibilizaron el respaldo a sus respectivos partidos en las elecciones guerrerenses.
Esta nueva modalidad de juego partidista es particularmente lesiva en un país de tan laxa fiscalización.
No hay como garantizar que no sea a cargo de los impuestos el financiamiento de “las brigadas de operadores” itinerantes procedentes de entidades gobernadas por panistas, priístas y perredistas.
Exactamente igual que en los tiempos del partido “prácticamente único”.

AL ÚLTIMO
El caso de las luminarias rentadas por el Ayuntamiento de Zacatecas sigue pendiente.
La comisión de vigilancia ordenó una auditoría cuyo dictamen debería conocerse a los 20 días, y ya van 40.
El cabildo está partido en dos, y el presidente municipal a la defensiva.
Los diputados locales parecen ignorar que tienen obligaciones al respecto. La misión de vigilar la buena marcha de la administración pública no les apasiona.
Si Cuauhtémoc Calderón actúa conforme a derecho, pues que quede deslindado de toda responsabilidad.
Si los regidores que lo acusan tienen la razón, pues a actuar en consecuencia, lo que no se justifica es nadar de muertito.