miércoles, 29 de octubre de 2008

Opinión de Rogelio Ramírez de la O en El Universal

Directamente hacia la crisis

En 1993-1994, Carlos Salinas y su gabinete negaban que hubiera una crisis o que los Tesobonos, que llegarían a 30 mil millones de dólares, obligarían a su sucesor Ernesto Zedillo a ir a pedir un rescate financiero a Estados Unidos.

Parte de su negación era su teoría equivocada. Según ésta, el déficit externo se ajusta solo y no es un signo de falta de competitividad, sino un signo positivo, de que México es muy atractivo a la inversión extranjera y que, cuando ésta llega, simplemente genera más importaciones.

Ernesto Zedillo, a finales de diciembre, hizo explícita la lección: fue un error haber permitido que el déficit corriente externo se expandiera tanto.

Los más grandes errores de política económica en México, como el de Salinas y el de José López Portillo, siempre se han basado en una teoría incorrecta y no necesariamente en la mala fe. Pero eso no es consuelo para los que sufren las pérdidas; de ahí que nunca los perdonan.

El gobierno de hoy está incurriendo en un error cuando menos de la misma magnitud que el de Salinas. Ha dejado que su gasto corriente explote sobre la base endeble de ingresos petroleros basados en precios altos que será imposible mantener en una recesión o quizá depresión.

Así, el déficit en la cuenta corriente externa se ha escondido detrás del ingreso petrolero. Pero sin considerar el petróleo, el deterioro es visible al aumentar el déficit de 45 mil millones de dólares en 2006 (ya de por sí muy alto) a 68 mil millones en 2008.

Cuando el precio del petróleo llegue a su nivel bajo en este ciclo de recesión, el hueco de ingresos en dólares será tan grande que sólo un milagro evitará la repetición de 1995. Es cierto que por ahora el peso cayó más que nada por influencias externas. Pero, en lugar de que el gobierno tomara esta caída como una advertencia, lo ha tomado a la ligera.

Por ejemplo, como broma de mal gusto, recomienda a los exportadores aprovechar esta paridad para exportar más, cuando el mundo está en recesión.

Una mayor caída del ingreso petrolero golpearía al peso, causaría una grave pérdida del salario real y quiebras de empresas.

Igualmente grave sería el impacto en las cuentas fiscales. Un ingreso petrolero menor en 15 a 30 mil millones de dólares sería imposible de acomodar sin reducir el gasto público en forma draconiana. Cuando hay recesión, retorno de emigrantes, solicitudes de apoyo de deudores y demandas de productores del campo, tan sólo intentar recortar el gasto público va a ser una pesadilla.

Pero, además, el ingreso petrolero tan alto de los últimos años lo ha repartido el gobierno con los estados, muchos de ellos bajo gobiernos del PRI, con lo que ha comprado sus voluntades y una cierta gobernabilidad y apoyo en el Congreso.

Por todo lo anterior es inexplicable que el gobierno no haya recortado su excesivo gasto corriente, el cual aumentó más de 400 mil millones de pesos de 2006 a 2008. Para apreciar esta magnitud, el aumento de recaudación por el IVA en el mismo periodo fue de 80 mil millones y el IETU aportó 50 mil millones.

También es inexplicable que el Ejecutivo diga que “aquí nadie se va a apretar el cinturón”, cuando hay pérdidas en las empresas, caída de remesas y ventas estancadas. El apretón de cinturón para el gobierno debió haber comenzado desde el primer día de su administración.

Aún es tiempo de que el gobierno evite una crisis utilizando todos los medios que tiene a su alcance. Si no lo hace, nadie lo va a perdonar y mucho menos aceptar que la crisis era imposible de prever.

rograo@gmail.com

Analista económico