La Jornada, 11 de febrero de 2009
■ Causa Slim escozor en la clase política
■ Gran pérdida de empleos en 2008
Partido en mil pedazos quedó el de por sí fracturado gobierno calderonista, tras el certero obús lanzado por un multimillonario, marca Forbes. Enloquecidos están en Los Pinos por su intentona de frenar el “efecto Slim”, y deben haber trabajado horas extra a fin de lograr que el “sistema PAN” (secretarios, legisladores, dirigencia blanquiazul, jilgueros y conexos) aprendiera de memoria lo que en automático debía contestar en caso de ser entrevistados por los “catastrofistas” medios de comunicación en torno a las declaraciones del empresario en el Senado de la República.
A cuanto micrófono se le puso enfrente el secretario del Trabajo, el pianista Javier Lozano Alarcón, uno de los heraldos de Los Pinos, declaró que “lo que no nos podemos permitir es que una crisis económica se convierta en una crisis de confianza”. ¿Qué no se han dado cuenta que ésta reventó antes que la primera? Más severas y destructivas que las declaraciones de Slim son las carencias y los resultados mostradas y ofrecidos por el gobierno calderonista en sus dos años y pico. Mayor efecto entre la ciudadanía tiene el hecho del permanente incumplimiento. Más contundentes que las palabras del multimillonario han sido la pésima estrategia de esperar hasta que todo reventara y poco o nada se pudiera hacer, con tal de mantener el fatuo discurso triunfalista (aquí nos pelan los dientes, porque “tenemos un sólido navío de gran calado y hemos hecho la tarea”) que caracteriza a la administración del michoacano. Peor aún que el mensaje de Slim, pues, el hecho de haber minimizado hasta extremos ridículos el brutal efecto que la nueva crisis tendría en el país, la economía y sobre todo en el de por sí deteriorado nivel de vida de los mexicanos.
No sin razón el heraldo de Los Pinos critica los excesos, el monopolio, los elevados precios que cobra, los cuantiosos haberes acumulados por Slim, pero olvida mencionar que nunca lo hubiera logrado sin la complacencia (léase complicidad) gubernamental (de MMH a Calderón). De hecho, en su paso por las distintas administraciones públicas en las que ha participado, Lozano Alarcón fue oficial mayor y subsecretario de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, desde donde bien pudo frenar la ambición y los excesos del multimillonario Forbes. Se supone que era una de sus obligaciones, frenar a todo aquel que quisiera pasarse de listo en el sector. Y ya ven, Slim sólo avanzó y avanzó.
Dice el heraldo que “yo la verdad también quisiera ver una aportación un poco más concreta del hombre más rico del mundo que vive en nuestro país, que no sé cuántos puntos del PIB representa, para que sus aportaciones, sus contribuciones, los derechos del consumidor, la competencia efectiva, los precios de los bienes y servicios que él ofrece, particularmente en el rubro de las telecomunicaciones, pues se viera también reflejado en un beneficio, una aportación para lo que es la sociedad y la comunidad… Slim mencionaba que estamos en el lugar número 60, yo mismo lo dije en el Foro Económico Mundial, en cuanto a competitividad se refiere, pero lo que no nos mencionó es que en disponibilidad de últimas tecnologías estamos en el lugar número 92 o en el lugar número 80 de telefonía celular o en el lugar número 63 en cuanto a usuarios de Internet y no se diga en cuanto a competencia efectiva se refiere”. ¿Qué no lo debió revisar y contener cuando despachaba en la SCT y en la Cofetel?
¿Se asustó Calderón por las declaraciones de Slim, creyendo que entre gitanos no se leen las manos? ¿Se encolerizó porque uno de los suyos lo desnudó en público? Qué bueno, cuando menos escuchó a uno de los muchos “agoreros del desastre” (Lozano dixit) que han criticado el lerdo accionar gubernamental, su discurso fatuo y su mucho ruido con escasas nueces. Y no es la primera vez que lo hace.
Al de las ideas cortas y la lengua larga también le llovió. Allá por marzo de 2004, el multimillonario Forbes dijo que el modelo económico impuesto en el país “ya da muestras de fatiga social; no ha tenido resultados en crecimiento y empleo; existe el riesgo de una vuelta de 180 grados y nos vayamos otra vez al populismo, y en algunos casos a gobiernos autoritarios… el modelo de desarrollo no ha sido benéfico... Es tiempo de cambiar: el país no ha crecido en los últimos 20 años”. El en ese entonces rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, compartió la tesis y advirtió sobre el “riesgo de inestabilidad por el retraso económico”.
También los empresarios aglutinados en la Canacintra exigieron cambios al modelo económico, y sobre el mismo tema se dejaron escuchar las severas quejas de los barones de Monterrey: el presidente del consejo de administración de Vitro, Federico Sada González, subrayaba la urgencia de “revisar los esquemas económicos del país”, de tal suerte que “en lo que resta del sexenio (el de Fox) el país debe reestructurarse en lo interno y en su integración con Estados Unidos y Canadá (porque) al modelo económico de México le urgen cambios... no se está cumpliendo con las expectativas creadas de bienestar en un entorno más justo y equitativo... El bienestar de los más de 103 millones de mexicanos lo exige”.
En mayo de 2003, otro de los barones del dinero habló sobre el tema. Dionisio Garza, presidente del Grupo Alfa, subrayó que el gobierno foxista “es incapaz... No es cierto que el país no crece sólo por la recesión de la economía internacional”, y días después, entró al foro el siempre pío Lorenzo Servitje, presidente del Grupo Industrial Bimbo, uno de los empresarios más ricos, religiosos y “mecenas” de políticos del país, exigiendo “la corrección del modelo económico, porque con el actual no podrá combatirse la pobreza”.
“Nada nuevo” diría el impuesto dirigente nacional panista, Germán Martínez; escenarios “exageradamente catastrofistas”, según el ídem líder de la bancada blanquiazul en el Senado, pero lo cierto es que la lectura de Slim es mucho más realista. Si tiene o no calidad moral para reclamar es otra cosa, pero su visión está mucho más apegada a las circunstancias que el fatuo discurso calderonista y la enclenque “defensa” que de memoria se aprendieron los heraldos de Los Pinos.
Las rebanadas del pastel
Que no quieren una “crisis de confianza”, dicen los heraldos del “Presidente del empleo”. No la querrán, pero han hecho hasta lo impensable para reventarla a plenitud: 541 mil empleos formales cancelados en tan sólo tres meses no es precisamente un bombón para los mexicanos. Si se mantiene el ritmo reportado en enero, la “defunción” de plazas laborales en el país podría superar el millón y medio en 2009, prácticamente el doble que en 1995, año de la crisis económica más severa (hasta entonces). De hecho, con la “pérdida” de puestos de trabajo registrada de noviembre de 2008 a enero de 2009, el número de trabajadores asegurados en el IMSS reculó al nivel observado a mediados de 2007, es decir se canceló el empleo generado en año y medio.