jueves, 26 de febrero de 2009

México S.A.

Columna de Carlos Fernández-Vega
La Jornada, 26 de febrero de 2009

  • Crisis y sueldos
  • Ley y cara dura
  • Clase política y saqueo

En estos tiempos de crisis aguda, que provoca el desplome de prácticamente todo, ¿qué aumenta 46 por ciento o más en este heroico país? Muy pocas cosas. Por ejemplo, los precios de los alimentos, la inflación, el tipo de cambio peso-dólar, la tasa oficial de desempleo abierto, el número de discursos del inquilino de Los Pinos… y el ingreso de los consejeros electorales del IFE, que ya supera los 333 mil pesos mensuales por cabeza.

Así es. En este México lindo y querido, en el que los recursos públicos brillan por su ausencia (versión oficial), en el que el dinero no alcanza para nada (ídem), en el que la cancelación de puestos de trabajo es feroz, y en el que por cada minuto de gobierno calderonista han quedado desempleados 855 mexicanos (hasta enero pasado), los consejeros electorales dan una muestra de sensibilidad política al incrementarse 46 por ciento sus de por sí elevadas percepciones hasta hacerlas llegar a 333 mil 179.81 pesos mensuales, llevando hasta el exceso la barbarie que en igual sentido y por idéntica ruta han cometido un buen número de presidentes municipales, diputados, senadores y demás fauna de la clase política nacional, sin olvidar a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ante quienes el grupo jerárquico del IFE ya puede presumir igualdad de ingreso, o, en el peor de los casos, que ya merito.

No saben contar los votos, se hacen bolas con las actas, no les cuadra el PREP, fingen demencia ante las violaciones legales del duopolio televisivo, se doblan ante los poderes fácticos, entre otras gracias, pero a la hora de cuidar sus intereses y de elevar su ingreso hasta el Nirvana referido, los consejeros electorales son ágiles y cumplidores, pues aseguran sin sonrojarse que lo hacen porque así lo marca la ley; es una decisión abierta, transparente y apegada a la Constitución. Que ganarían más en la iniciativa privada, arguyen. Podría ser, pero ¿no lo sabían cuando se lanzaron en pos del hueso? ¿Querían ser consejeros o ganar dinero a manos llenas?

En aras de la igualdad y el equilibrio que debe imperar en la nación, cada uno de los susodichos consejeros obtendrá lo mismo que en otras latitudes de este mismo país ganan mensualmente 6 mil 170 trabajadores de salario mínimo, que deben repartir sus 54 enormes pesos diarios entre su normalmente abundante familia y cubrir todas las necesidades normales, como también lo establece la Constitución, aunque en este caso la violación legal a todas luces es brutal (el 123 señala textualmente: “los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos…”, lo que no pasa de ser un cuento).

La Constitución también garantiza el derecho a la vivienda, a la salud, al empleo, a la educación, etcétera, y hay que ver cuál es el déficit en estos renglones. Que no salgan los consejeros electorales con el clásico “nosotros no fuimos… fue la Constitución”. En un ejercicio ético –si saben de qué se trata– fácilmente el grupo jerárquico del IFE podría declinar tal exigencia legal, porque, además, los resultados por él ofrecidos son desastrosos. Si nos atenemos a lo que decide la Constitución, entonces México sería un país del primer mundo.

No son precisamente representativos de la alta calidad moral requerida en estos casos para criticar el elevadísimo cuan injustificable ingreso del grupo jerárquico del IFE, pero hasta los propios legisladores –que de este tema saben un rato– se ruborizaron al conocer la citada información. Así, la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados envió una carta a los consejeros electorales del IFE, por medio de la cual les solicita reconsiderar el aumento salarial que se otorgaron, por imprudente, insensible y con una falta de solidaridad hacia la población afectada por la crisis económica (es decir, la mayoría de los mexicanos).

Bien por el exhorto, pero diputados y senadores anualmente hacen lo mismo –y si es posible en un periodo menor, también–, aunque cierto es que no en la proporción de los consejeros electorales. Habría que recordar cómo la jerarquía en el Senado de la República corrió enloquecida a Palacio Legislativo de San Lázaro para que, también en tiempos de crisis, los diputados fueran tan amables y gentiles de recortarles el presupuesto para su nuevo edificio, como si ello marcara la diferencia entre un Congreso de excelencia y al servicio de los ciudadanos y el que realmente tienen los mexicanos.

Por la misma senda han transitado, transitan, presidentes municipales de localidades depauperadas, en las que se autorizan sueldos de 400 mil pesos mensuales, por mucho que en esas comunidades miserables no exista agua potable, alcantarillado, alumbrado público o, lo más elemental, empleo. Incluso, este país de pobres que votó por un partido de ricos tuvo el privilegio, el lujo, de contar con un presidente municipal panista que se autodesignó esos emolumentos, al tiempo que era integrante destacado de la farándula nacional y filmaba películas de aventuras con su nombre artístico de Johnny Rivers.

Qué decir del señor de Los Pinos, que en plena crisis duplica el de por sí grueso presupuesto para atender su costosísimo aparato propagandístico que no convence a nadie; qué de los senadores que corretean a los diputados para que no les quiten el juguete del nuevo edificio; qué de éstos, ocultando incrementos salariales con comisiones, dineros para atención ciudadana y asistencia legislativa, mientras se reparten presupuestos sobrantes del ejercicio. Y lo señores ministros de la SCJN, y los del Trife, y los gobernadores, y los diputados locales, y, en fin, la clase política en su conjunto.

Lo importante, les recomendará algún asesor a los consejeros electorales, es aguantar vara; que soporten la andanada, que finjan demencia frente a las críticas y que esperen el siguiente escándalo en otras áreas de la vida política y económica del país, que se dan seguido, para que los reflectores se alejen. ¡Y a gozar la chuleta!

Las rebanadas del pastel

Cese la política del saqueo y, probablemente, algún día este país saldrá del hoyo… Y el famélico bailarín se mantiene en lo suyo: ayer, 15.08 pesos por dólar.

cfvmexico_sa@hotmail.com