sábado, 6 de septiembre de 2008

El Recreo

J. Luis Medina Lizalde

AL PRINCIPIO
En vísperas del relevo en nuestra máxima casa de estudios, sale a la luz que la Biblioteca Central sufrió daños por las lluvias y que entre el material dañado están las colecciones de la sala “Manuel Buendía” y la cartografía del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
La “Manuel Buendía” se inauguró en 1992 con la presencia de los periodistas nacionales Miguel Ángel Sánchez de Armas, Carlos Ramírez y Verónica Ramírez.
En ese entonces fue elogiada por los citados como la más completa del país por contener todo lo publicado en comunicación social en idioma
español.
No le costó un centavo a la universidad, pues fue fruto de donativos en dinero y en especie, de particulares y de embajadas de países de habla hispana.
Incluyó el archivo personal de Manuel Buendía, donado por su viuda, la señora Dolores Ávalos, como reconocimiento a la UAZ por la iniciativa del “Premio Manuel Buendía a la trayectoria periodística”, cuyo primer galardonado fue Alejandro Gómez Arias, líder del movimiento de autonomía de la universidad nacional en 1929 y fundador de Radio-UNAM.
Ojalá pronto se sepa qué pasó y por qué.
TIRARON AL NIÑO
JUNTO CON EL AGUA SUCIA
La cancelación de la ceremonia del informe presidencial no es un avance, es un retroceso.
El riesgo de la mediocridad política que hace de las entidades federativas vulgares imitadoras de lo que hace o deja de hacer el gobierno federal, nos impone una evaluación.
El argumento de que era el “día del presidente” dejó de ser verdad desde que se tornó rutina la interpelación, el abucheo, las pancartas y la salida masiva de legisladores.
Por cierto, la acción de encarar a un presidente no es invento contemporáneo. Ya en 1923, el general Álvaro Obregón tuvo que aguantarse la bilis cuando Jorge Prieto Laurens le reclamó a gritos, en pleno informe, su pretensión (que logró) de imponer como sucesor a Plutarco Elías calles.
El propio Elías Calles tuvo que aguantar vara cuando, en su informe de 1928, el diputado potosino Aurelio Manrique le gritó “farsante” y
“mentiroso”.
Aquéllos que piensan que interrumpir en su informe a un presidente de la República es propio de la izquierda, hay que decirles que el 1 de septiembre de 1979, el diputado Edmundo Gurza Villarreal interrumpe a López Portillo y solicita, sin éxito, la palabra, alcanzando a vociferar: “¡en Coahuila no hay democracia, queremos hechos, no palabras!”.
Luego vinieron Muñoz Ledo en el 88 y Vicente Fox con sus orejas de burro, después Marco Rascón y su máscara de cerdo, y párele de contar.
Ya no es el día del presidente porque desde 1995 se suspendió el recorrido en vehículo abierto en donde el mandatario era aclamado hasta el delirio.
Ya no es el día del presidente porque también desde ese año se suspendió el indigno besamanos.
Ya no es el día del presidente porque el 1 de septiembre dejó de ser día feriado.

LA EGOLATRÍA ENCONTRÓ
OTROS CAUCES
Durante muchos años, es cierto, el informe presidencial era el día del presidente, como en los Estados, el del gobernante en turno.
Pero dejó de serlo con el arribo de la pluralidad al Poder Legislativo.
Dejó de serlo con la democrática señal del Canal del Congreso, generalmente sin cortes ni ediciones.
La supresión de la comparecencia del presidente ante el Congreso empobreció el anual flujo informativo de la vida pública.
La atención social se diluye, las preguntas por escrito que habrán de formular las fracciones parlamentarias serán objeto de un trato informativo de bajo perfil, pues competirán con los hechos de actualidad periodística coincidentes.
Pierde relevancia la breve pero enriquecedora tradición de las mesas de análisis en televisión.
Con la equívoca reforma se ha lesionado el derecho a saber.
La unilateralidad de los contenidos de los mensajes televisivos y la minimización de los posicionamientos partidarios son síntomas del pánico a la rendición de cuentas.

AL ÚLTIMO
La renuncia masiva de los policías de Ojocaliente (antes fueron los de Apozol), nos dice que “el horno no está para bollos”.
Pero cuando el jefe policiaco de Guadalupe, Zacatecas, es denunciado por agresión a su excuñada, uno no sabe qué es más preocupante, si la reiterada evidencia del desatino con que se integran los mandos policiacos o la irremediable pobreza de criterio de las autoridades, que en vez de garantizar un imparcial deslinde de responsabilidades, remiten el hecho a la esfera privada del jefe policiaco en cuestión.