lunes, 8 de septiembre de 2008

México S.A.

Carlos Fernández-Vega
La Jornada, 8 de agosto 2008


■ Más dependencia e inseguridad en materia alimentaria


Que, traducida en dinero contante y sonante, la carga específica de la inseguridad pública en el país equivale a algo así como 100 mil millones de pesos, monto representativo de, más o menos, un punto porcentual del producto interno bruto, de acuerdo con las cifras del doctor “catarrito” Agustín Carstens, secretario de Hacienda de la “continuidad”.

Resulta aterrador ese dato, no sólo por lo que en sí representa para la perturbada tranquilidad de los mexicanos, sino por los crecientes recursos, físicos y económicos, involucrados en su combate y erradicación. Sin embargo, el titular de Hacienda parece limitar la citada estimación a sólo una de las aristas del problema, porque no incluye el costo social y económico de la creciente inseguridad en otros renglones igual de prioritarios: alimentos, empleo, ingreso, educación y salud, por citar algunos casos.

En este contexto, un dato verdaderamente alarmante es lo que al país le cuesta la inseguridad alimentaria. De acuerdo con las cifras más recientes de la Cepal, en 2007 la importación de alimentos le costó a México casi 2 puntos porcentuales del PIB (alrededor de 200 mil millones de pesos), que podría incrementarse a 2.5 puntos (250 mil millones adicionales, al cierre de 2008), circunstancia que lo ubica en la indiscutible primera posición entre las cuatro “grandes” economías latinoamericanas, en lo que a dependencia de productos agropecuarios y agroalimentarios del exterior se refiere.

Lo peor del caso es que en este renglón el incremento ha sido constante, y de 2000 al primer semestre de 2008 México erogó cerca de un billón 120 mil millones de pesos (12 por ciento del PIB, más o menos, a precios actuales) para importar alimentos y demás productos del campo, que no mucho tiempo atrás producía internamente.

En los primeros 19 meses del gobierno calderonista, por la importación de esos productos salieron del país 323 mil millones de pesos, con ganas de que al cierre de 2008 el saldo se incremente a 440 mil millones, de acuerdo con las estimaciones estadísticas del Banco de México sobre la balanza comercial, referidas en el segundo “informe” calderonista. Si el restringido concepto de inseguridad que utiliza Carstens para su evaluación puede llegar a costar 2 puntos de PIB en el primer bienio de la “continuidad”, la inseguridad alimentaria fácilmente duplicaría esa proporción.

No es muy grato referir que en el sexenio de Fox, cuando el campo creció y produjo “como nunca” (el de las botas dixit), las referidas importaciones significaron una erogación de 78 mil millones de dólares, con un incremento de 70 por ciento en el periodo. Sin embargo, en sólo dos años de “continuidad”, el crecimiento en el mismo renglón, con respecto al cierre foxista, superaría 45 por ciento al concluir 2008.

Entonces, cada día que pasa más dependientes e inseguros en materia alimentaria, por mucho que desde el micrófono oficial se presuman “presupuestos históricos” para el campo. Lo cierto es que el resultado de muchos años de “olvido” resulta espeluznante, con el agravante de que la creciente importación de alimentos en el sexenio calderonista se da en un contexto de alza permanente en los precios internacionales de los granos básicos.

En este sentido, la Cepal advierte que el presente ciclo de alzas de precios de los alimentos presenta características que lo distinguen de anteriores “experiencias”, que dificultan su absorción por parte de la economía global. “En efecto, la duración media del ciclo, en términos de meses de alzas sostenidas, más que se ha duplicado (en ciertos casos triplicado) en prácticamente todos los casos de materias primas y bienes básicos que exhiben alzas. Estos rasgos permiten caracterizar al presente ciclo de auges de precios como distinto de experiencias previas, un ciclo que por un tiempo mayor a lo originalmente esperado exhibirá mayores precios relativos para los combustibles, las materias primas y alimentos. Tras ello están factores de demanda originados en una etapa de crecimiento global mayor, así como también insuficiencias en el nivel y crecimiento de la oferta. Por ejemplo, el índice general de todos los productos básicos muestra un incremento real de 140 por ciento en un periodo de 25 trimestres consecutivos”.

Mientras el campo mexicano permanece en el abandono, el inquilino de Los Pinos ya anunció que va a “respaldar la generación de diesel y etanol sin afectar la producción de alimentos en México”, como si ésta registrara su mejor época. No parecen estar dadas las condiciones para garantizar ese dicho, pero la propia Cepal asegura que actualmente la producción y consumo de biocombustibles se concentra en tres grandes mercados: Estados Unidos, donde se produce y consume etanol con base en maíz; Brasil, donde se produce y utiliza etanol elaborado con caña de azúcar, y Unión Europea, donde se produce y usa biodiesel a partir de oleaginosas.

La producción de etanol a partir de maíz en Estados Unidos comenzó a incrementarse rápidamente en 2003, en tanto la de biodiesel en la Unión Europea lo hizo a partir de 2005. Por el contrario, en Brasil la producción de etanol de caña de azúcar para mezclar con gasolina se remonta a los años 60, aunque tiene sus antecedentes en los años 30. Además, este país es el único en el que la producción y el consumo se desarrollan actualmente sin subsidios.

La producción de biocombustibles a partir de materias primas agrícolas puede incrementar los precios de éstas a través de dos mecanismos. De manera directa, al reducir la oferta de dichos productos para consumo humano y elevar la demanda para uso como biocombustibles, o ambos. De manera indirecta, ya sea por la sustitución de cultivos destinados a uso humano, por cultivos para usos energéticos, por el incremento en la demanda por productos que sustituyen a los cultivos energéticos en la alimentación animal y humana (maíz y trigo, por ejemplo), y por el aumento en los costos de alimentación de animales, cuya producción se destina al consumo humano (maíz y soya en la alimentación de ganado lechero y vacuno, cerdos y aves).

Las rebanadas del pastel

La empresa de entretenimiento mediático “Para Vivir Mejor SA” regala más sorpresas al público consumidor: a partir de hoy, nueva alza en los precios de los combustibles… Y hoy, también, paquete económico 2009, con más caramelos como el citado.