La causa de la causa
Cuando un grupo de alumnos tiene malos rendimientos, el diagnóstico inmediato es: falta de aplicación o de inteligencia. ¿Sí? Pues no. La verdad es más dramática.
A principios del año pasado, el director de una de las facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México se percató de que aumentaba el número de estudiantes con bajas calificaciones. Siete de ellos, escogidos al azar, fueron puestos al cuidado de un sicólogo y de maestros especiales que los ayudaron fuera de sus horarios de clase. Al cabo de seis meses, duración prevista de la prueba, los siete alumnos llegaron a sus exámenes y los resultados fueron nulos, no mostraron avance alguno. El director hizo una junta con esos y otros maestros para discutir el enigma y tratar de entenderlo. Hubo toda clase de propuestas.
Se llamó a una nutrióloga. Fueron sometidos a exámenes médicos. Se les dio de comer conforme a una dieta balanceada. En el siguiente examen semestral todos habían aumentado su rendimiento. Se decide repetir el experimento con 30 muchachos en similar situación: 27 de ellos subieron su calificación, 20 en forma notable, de seis a ocho. Asombroso.
Investigan a fondo el entorno y los antecedentes familiares, situación económica, vecindario, influencias, diversiones y vicios. Todos eran de familias que ingresaban no más de tres salarios mínimos, en algunos casos menos.
Todos ellos estaban desnutridos. No comían bien. No suficiente. Algunos iban a clases en ayunas. Hay una serie de variables sobre la causa. Se amplía el universo investigado a todos los alumnos de la facultad: el 10% padece desnutrición. El director y los maestros coinciden en que es un desperdicio de recursos tratar de educar a desnutridos.
Primero hay que darles de comer. Pero no hay partida presupuestal para tantas comidas. Se acuerda generar los pesos necesarios por medio de asesorías profesionales en un recurso que se llama “ingresos propios” y se utiliza para cubrir necesidades no comprendidas en los presupuestos escolares. Deciden ampliar el programa a 200 muchachos elegidos por sorteo entre los de bajas calificaciones. Se hace una licitación entre las cafeterías de la UNAM para comprarles comidas vigiladas por nutriólogos.
En el primer semestre los alumnos, cuyo promedio de calificación era de 6.8, alcanzaron 8. Estaba demostrado que era consecuencia de la nutrición. Habría que agrandar los planes para dar de comer a todos los alumnos en iguales condiciones. Ahí empezó el problema más grave: el dinero necesario excedía todas las posibilidades económicas de la escuela. El director recurrió a la Fundación UNAM. Omito el nombre de la facultad por respeto a los alumnos que pudieran sentir molestia por la difusión pública de este hecho.
El martes pasado el licenciado Rafael Moreno Valle Suárez, presidente, informó al rector, doctor José Narro Robles, y a los miembros del Consejo Directivo de la Fundación UNAM, de la petición del director, dando, por supuesto, los nombres de él y de la facultad y poniendo a consideración de los consejeros la posibilidad de alimentar a 800 alumnos. El licenciado Moreno Valle llevaba otros datos. En la Universidad hay 27 mil estudiantes desnutridos o hambrientos. La Fundación hará de éste uno de sus programas importantes. Lo extenderá a todos los urgidos de él. Se hará escuela por escuela hasta los posgrados, pasando por preparatorias y facultades. Se abarcará a los de primer ingreso. El que llegue a promediar 8 tendrá, además de alimentos, beca.
El de las becas es el menester que más recursos obtiene de la Fundación.
Se otorgan 14 mil becas de 750 pesos mensuales a preparatorianos y de mil a estudiantes de carreras. Parecen poco y son poco dinero, pero suficiente para que muchos alumnos con promedio superior a 8 puedan llegar a obtener un título, sin depender por completo de los escasos ingresos familiares. 69% de los becados son mujeres, 31% hombres. Casi 28% de la población universitaria pertenece a familias que ingresan tres salarios mínimos o menos.
La cifra de escolaridad del padre o la madre: 6% analfabetas, 29% terminó la primaria, 29% la secundaria. 70% de los becarios no tienen antecedentes de familiar en la UNAM.
Numerosas instituciones oficiales y privadas aportan recursos para que esta gran institución siga siendo del pueblo, una de las pocas opciones, la mejor desde luego en todos sentidos, a fin de que su situación económica no sea obstáculo para quienes aspiran a superarse despegándose de la peor de las pobrezas que es la intelectual.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) será la primera universidad en el mundo que mediante el rescate físico eleve el nivel de aprovechamiento de sus 300 mil alumnos.
Primer enemigo a vencer: el hambre.