lunes, 15 de septiembre de 2008

Recreo de J. Luis Medina Lizalde en Imagen

Recreo
AL PRINCIPIO
En el infantil juego de vencidas entre las ferias de Fresnillo y Zacatecas que vemos este año, aparece otra vez la paranoia.
Un correo electrónico anticipando secuestros durante la feria capitalina es percibido en los medios oficiales como el causante de una menor afluencia.
En otras entidades también lo han recibido en vísperas de sus respectivos festejos.
Pero aquí el discurso oficial le dio una resonancia al rumor que en otras entidades no ha tenido, al atribuirle un origen local y una intencionalidad política.
El rumor, dicen los que saben, es consecuencia del vació de información.
Sembradores de rumores siempre hay, pero sólo unos cuantos tienen éxito, prenden cuando hay caldo de cultivo, es decir, predisposición colectiva para el mismo.
Las posibilidades tecnológicas para investigar el rumor vía internet las concentra la policía cibernética, unidad especializada de la Secretaria de Seguridad Pública Federal.
Si ellos no “dan con bola”, ya nadie lo hizo.
Los ocultamientos, las medias verdades y las mentiras completas con que la autoridad informa sobre los episodios de inseguridad los hace vulnerables a los más inofensivos rumores.
El mensaje contradictorio estimula el éxito del rumor: somos un estado seguro pero se desplazan en autos blindados, no hay peligro durante la feria, pero la vigilancia, pudiendo ser discreta es ostentosa ¿si no hay peligro por qué tanta policía?

“EL NARCOTRÁFICO SE DEBE ENFRENTAR ACABANDO CON LA CABEZA DE LOS
CÁRTELES, PERO TAMBIÉN CON LOS POLÍTICOS QUE LOS APOYAN Y LOS
EMPRESARIOS, BANQUEROS Y FINANCIEROS QUE LES LAVAN EL DINERO”
Raúl Vera, obispo de la Diócesis de Saltillo

Al escuchar a la titular del ejecutivo estatal referirse a la masacre de policías perpetrada el 28 de diciembre pasado en Jerez, Zacatecas, uno esperaría el reporte del avance de las investigaciones, los fallecidos no perdieron la vida en una catástrofe natural.
La matanza de policías no generó la más leve autocrítica ni de las autoridades locales ni de las federales.
Como si el diseño y la ejecución del operativo de traslado hubiesen sido perfectos, como si las ausencias de la AFI y la Policía Federal Preventiva y el Ejército en el momento de los hechos se explicaran por sí mismas.
Amalia García y Felipe Calderón parecen compartir la misma visión de la delincuencia. Ambos excluyen en la presentación que hacen del problema las causas que señalan los expertos (Luís Astorga, Ernesto López Portillo, José Luís Piñeiro, Jorge Luis Sierra, Alejandro Gertz Manero, etcétera).
Todos, con distintos matices, encuentran el origen del problema en la combinación letal de la impunidad de los poderosos con el desempleo, la carestía, la desigualdad, la falta de escuelas en número suficiente.
Cuando la gobernadora enfatiza su política contra el crimen, mediante los chalecos antibalas y las laptop entregadas a lo agentes, así como los incrementos salariales, la percibimos en la misma lógica que Calderón, que parece asumir que el problema es de dinero.

¿DINERO BUENO
AL MALO?
El espectacular aumento presupuestal en el rubro de seguridad que propone Calderón revela una visión reduccionista del problema, por demás contraproducente cuando pretende sacrificar recursos de los programas sociales.
Un presupuesto así parece diseñado para fortalecer los factores criminógenos.
Las carencias materiales y la insuficiencia salarial de las fuerzas del Estado son una realidad, pero también su podredumbre.
Los gobernantes prefieren “solucionar” todo con dinero e ignorar la aportación de los expertos.
Atender opiniones libres y fundadas en el conocimiento, implica para el poder, revisarse a sí mismo.
Es imprescindible dilucidar cómo se gobierna y para quién se gobierna, porque en el combate al crimen organizado también hay clasismo.
Las autoridades, organizaciones patronales y muchos medios de comunicación suelen reaccionar según la importancia económica y/o social de la víctima, como si hubiera secuestrados de primera, segunda y tercera.
Los delincuentes lo saben y por eso suelen concentrarse en profesionistas clase-medieros, agricultores, ganaderos, pequeños empresarios, puro Juan pueblo de preferencia.
La dureza de la respuesta institucional es demagógica y contraproducente mientras no se proceda contra los verdaderos jefes del crimen.
Los jefes reales viven en las más lujosas zonas residenciales de este país, y no sabemos hasta qué grado participan en las decisiones trascendentes de la vida pública.
En el intercambio de balas sólo participa, por ambos lados, la carne de cañón.

AL ÚLTIMO
La propaganda con cargo a los impuestos que se permite días antes y días después de los informes da cuenta de la mentalidad de la clase política, que en ese tema no exhibe diferencias.
El gasto es, en mi opinión, un ilegítimo quebranto de las finanzas públicas y un inútil esfuerzo por quedar bien.
Lo que desempeño no da, propaganda no lo presta.