martes, 6 de mayo de 2008

El Recreo

J. Luis Medina Lizalde

AL PRINCIPIO

Aunque sea cierto que fue en Jalisco en donde “levantaron” y ejecutaron a las siete personas cuyos cadáveres fueron encontrados en territorio zacatecano, nadie con idea de lo que pasa puede ignorar que Zacatecas es cada vez más teatro de operaciones de la delincuencia
organizada.
El reemplazo de jefes policiacos en Zacatecas, Jerez y Guadalupe, y los signos de inquietud que se advierten en Fresnillo, describen un panorama potencialmente conflictivo.
La impunidad de la que gozan los asesinos de policías caídos en Pánfilo Natera, Ojocaliente, Pinos y Jerez, así como la desaparición del sombreretense Cirilo Puente, hablan de la vulnerabilidad extrema de nuestros cuerpos policiacos.
Los magros resultados en la investigación de delitos, así como pifias monumentales como la del caso Siri de la Torre, sugieren ineficiencia, desorganización e incapacidad.
¿Cuándo y cómo colocar en el centro de la atención social el tema de la seguridad pública?
No nos irá bien si nos esperamos a las campañas electorales.
Propiciemos mejor la deliberación pública e informada de la academia y los colegios
profesionales.

DEL PLEITO DE FAMILIA AL PLEITO DE FAMILIAS

En un sistema político-social nunca es lo mismo el pleito de los de abajo con los de arriba, que el pleito de los de arriba con los de arriba.
Cuando la protesta es por falta de oportunidades, por insuficiencia salarial, contra el abuso de poder e inclusive cuando la sociedad se escinde por temas de trascendencia histórica como el petrolero, entonces estamos ante la manifestación lógica de posturas de insatisfacción ciudadana.
Pero cuando el Ejército ocupa oficinas de la Procuraduría del Estado de Oaxaca, como sucedió la semana pasada, y detiene a presuntos implicados en la desaparición de dos miembros del EPR, estamos ante una ruptura entre las élites gobernantes, veteranas por cierto, en la tortura y desaparición de guerrilleros o de sospechosos de serlo.
Cuando un general de división “encuera” la complicidad con el narcotráfico, de parte de funcionarios del gobierno de Baja California, tan panista como el federal, sería ingenuo pensar que estamos ante una mera explosión de impaciencia de un militar celoso de su deber.
Es obvia la confección del expediente delincuencial del gobernador de Sonora, confección improbable sin la participación de núcleos de inteligencia del más alto nivel.
Somos el País de las complicidades más deleznables, como las de la Suprema Corte con el gobernador de Puebla, de la misma manera que somos el País de las vilezas toleradas, como las de Peña Nieto contra los pobladores de Atenco.
Cuando las élites están en calma, y sólo los de abajo se alebrestan, puede pasar eso y más sin que se altere la paz social.
Se puede, por ejemplo, el asesinato de un cardenal en Guadalajara.
O una mortífera emboscada al candidato presidencial en Lomas Taurinas.
O matar a un político de ligas mayores como Ruiz Massieu, a la luz del día en el corazón de la Ciudad de México.
Y qué decir de matanzas como las de Aguas Blancas, Acteal o de tantos y tantos operativos con “brigadas blancas” destrozando activistas sociales en cárceles clandestinas financiadas con el erario.
Pero en México las élites ya no están en armonía, sus pleitos ya no son de familia, sino de familias en el sentido siciliano.

EL DON NO HA MUERTO

Y cuando eso sucede, se declara roto el pacto de silencio. (Omerta).
Salinas de Gortari ha escrito un libro al que llama “La década perdida: 1995-2006, neoliberalismo y populismo en México”.
Pone como al perico a Ernesto Zedillo, su sucesor escogido e impuesto por él mismo.
Salinas también le da “hasta con la cubeta” a Vicente Fox, con el que tantas veces intrigó, contra sus comunes adversarios, cuando menos mientras su hermano Raúl abandonaba la cárcel.
También arremete contra López Obrador, pero con él jamás comió del mismo plato, como con los otros dos.
Leídos los adelantos que del libro publican diversos medios y en espera de su distribución inminente, útil será, para una mejor comprensión, releer “El padrino”, de Mario Puzo, o recetarse la película en la que tanto brilló Marlon Brando.

AL ÚLTIMO

La UAZ vive un proceso electoral complicado por inequidades intrínsecas, por prácticas facciosas incubadas durante décadas, por legislación barroca, en mucho incumplida y en mucho incumplible.
Aun así, con padrón bajo sospecha y un inexplicado hurto de boletas, no hay razón para rupturas, sobre todo porque más que proyectos nítidamente delineados, compiten visiones en donde lo común supera a lo
diferente.
La avaricia de poder es mala consejera, afortunadamente esta avaricia es más externa que intra-aulas y, por lo mismo, neutralizable.
Ojalá que después de la votación venga la construcción de consensos.

Nos encontramos
el lunes en El Recreo.

luismedinalizalde@ gmail.com