lunes, 11 de agosto de 2008

El Recreo

J. Luis Medina Lizalde.
Imagen, Zacatecas

AL PRINCIPIO
EL SÍNDROME DEL POLICÍA CHINO
La fallida comparecencia del secretario general de Gobierno y el Procurador de Justicia ante la Legislatura para abordar el tema de la seguridad pública está rodeada de misterio.
Si se programó que la sesión fuera cerrada, imaginamos que ahí se abordarían temas de difícil comprensión para el común de los mortales.
Imaginamos que ahí se diría dónde anda y a qué dedica el tiempo libre el junior y principal implicado en el cruel homicidio del “Cobijas”.
Seguramente ahí se explicaría el por qué del silencio respecto a los levantones y secuestros de los que sólo nos enteramos por voz de los familiares y amigos de las víctimas.
Los diputados se enterarían de la identidad y paradero de los asesinos de mi amiga Minerva Lamas, y del también amigo y maestro universitario jubilado Esteban Zapata.
Ya entrados en gastos, se explicaría que las ineficiencias del C4 son una táctica para despistar al enemigo.
¿Por qué se suspendió la comparecencia?
¿Usted es de los mal pensados que le atribuye el show a la irrefrenable vocación de opacidad de los
protagonistas?
Cuando el misterio es política de estado, siempre hay una razón.

LOS OLMOS SIGUEN SIN DAR PERAS
La propuesta de Calderón Hinojosa de establecer la cadena perpetua para modalidades agravadas del secuestro es una elocuente exhibición de la carencia de respuestas de la clase gobernante al drama de la
inseguridad.
La exigencia del incremento de los castigos, hasta llegar al de la pena de muerte, es en la sociedad un estado de ánimo y en la clase política un aprovechamiento oportunista de la lógica indignación social generada por crímenes que agreden la sensibilidad humana.
Los asesinatos del adolescente Alejandro Martí y del empresario sinaloense Marco Iván del Rincón Jarero demuestran que la inseguridad es un producto social que no se neutraliza con carros blindados, guardaespaldas o sofisticadas alarmas, lo que constituye una dolorosa lección para las minorías que gozan de un elevado nivel de vida, de que su indiferencia ante la suerte de las mayorías, se les revierte.
En ningún lugar del mundo alguien está seguro cuando los menos ejercen su derecho a lo superfluo mientras los más carecen de lo estricto, parafraseando a Díaz Mirón.
Además del ineludible trasfondo económico y social de la inseguridad, está la severa crisis de las
instituciones.
El poder judicial severamente desacreditado y públicamente recriminado por el propio Calderón, con una Suprema Corte que demostró de qué está hecha -una vez más- en el caso de Mario Marín, gobernador de Puebla.
La función de persecución de los delitos permanece secuestrada por los intereses facciosos de los grupos gobernantes en la federación y en las entidades federativas, merced a la ausencia de la siempre predicada pero siempre pospuesta autonomía del ministerio público.
Cuerpos policíacos infiltrados hasta la médula, sin equipamiento adecuado y con una crónica desconfianza social.
Un sistema penitenciario bajo control de la delincuencia, que hace que los penales pasen de ser proveídos a proveedores de
estupefacientes.
La mayor parte de los delitos no se denuncian, la mayor parte de las denuncias no se investigan, y cuando se identifica a los culpables, si no logran huir, la ineficiencia y la corrupción operan “el milagro” en muchos de los casos.
Pero la descomposición de las instituciones es acompañada de otra descomposición: la de las élites.

LOS ALEGRES INTOCABLES
El consumo de drogas de las estrellas del espectáculo, sus crisis, sus internamientos en Oceánica, generan notas para el “periodismo rosa” tipo “Ventaneando” o “La Oreja”, sin que se persiga a quienes los abastece de sustancias prohibidas.
Nada perturba el negocio que fomenta la admiración social por los grandes delincuentes mediante narco-corridos, películas y, últimamente, telenovelas.
Nadie se mete con los “industriales del entretenimiento” a pesar de episodios como los asesinatos de Víctor Iturbe “El Pirulí”, Paco Stanley, el cantante de K-paz de la Sierra o Valentín Elizalde.
Tampoco la ley toca a ese sector del clero ávido de “narcolimosnas”.
Ni se sumerge en el mundo empresarial, ni en las lujosas zonas residenciales, en donde es ostensible la presencia de los “capos”.
La propuesta de cadena perpetua, lo que perpetúa es la prisión de la sociedad, rehén de una grupocracia multicolor notoriamente rebasada.

AL ÚLTIMO
El siempre amigo Gerardo López Carrillo cubre los juegos olímpicos que tienen lugar en China.
Con ésta, es la tercera vez que reportea el máximo evento deportivo del mundo, mostrando el espíritu batallador que se forjó en el barrio de “La Pinta”.
¡Bien por el periodista deportivo!

Nos encontramos el lunes en el recreo.
luismedinalizalde@gmail.com