Carlos Fernández-Vega
La Jornada, 29 de agosto 2008
■ Fábula en cadena nacional
■ Las “razonables” cifras olvidan a 50 millones de pobres
En su fábula del miércoles por la noche, el inquilino de Los Pinos se animó a decir que “a pesar de todo (…) la economía mexicana ha resistido razonablemente con solidez este escenario económico adverso y poco a poco vamos saliendo adelante”; que “el empleo también ha seguido creciendo, ya van más de 800 mil nuevas fuentes de trabajo en el país desde el inicio de mi gobierno”; y “para que podamos vivir mejor es indispensable contar con una economía competitiva, una economía fuerte y en crecimiento, que sea capaz de generar los empleos que necesitamos”.
Lo dijo en cadena nacional, en horario triple A, en la que considera la más alta tribuna de la nación y más fresco que un turista en el mar. De entrada, habría hecho un enorme aportación a la multitudinaria audiencia que atentamente sigue sus agudos comentarios encapsulados, con miras a lo que llama “segundo informe de gobierno”, si tras la aseveración de “…ha resistido razonablemente…”, hubiera detallado qué entiende por razonable, porque de entrada más de 50 millones de pobres, según cifras oficiales, cancelan la posibilidad de defensa racional de una política económica devastadora para el grueso de los mexicanos.
Es “razonable”, por ejemplo, que más de la mitad de los mexicanos (cifras oficiales) sobrevivan en la pobreza y la miseria; lo es la vergonzosa concentración del ingreso y la riqueza; acaso es “razonable” que en poco más de cinco lustros la tasa de “crecimiento” anual promedio a duras penas sea de 2.3 por ciento; es “razonable” una economía que reporta una brutal deuda social, con creciente déficit de empleo, salarios raquíticos y una migración incontenible. Sin rubor, él dice que sí.
En aquello de “el empleo también ha seguido creciendo…” tendría que fundamentar sus cifras, porque las oficiales indican que a lo largo de la “continuidad” en términos netos no se ha generado una sola plaza. De hecho, se han cancelado, pues la tasa oficial de desempleo abierto creció 0.75 puntos porcentuales del primer día de diciembre de 2006 al cierre de julio de 2008, al pasar de 3.4 a 4.15 por ciento de la población económicamente activa (la mayor tasa en 20 meses del gobierno de la “continuidad” y el doble de la reconocida en noviembre de 2009). Aún en el supuesto que se diera por buena la estadística que él maneja en sus comentarios encapsulados, las 800 mil plazas equivalen a 40 por ciento de la demanda real en lo que va de su gobierno o, lo que es lo mismo, que seis de cada 10 mexicanos que por primera vez se incorporaron al mercado laboral en busca de un empleo se quedaron con las ganas, es decir, en la desocupación.
El tercer elemento tampoco ayuda (“… economía competitiva, fuerte y en crecimiento…”). Cuando se aposentó en Los Pinos, México ocupaba el escalón número 49 a nivel internacional en lo referente a competitividad; un año después en el 52, mientras en materia de “crecimiento” económico las cosas han ido de mal en peor. En 2007 el “incremento” real del producto interno bruto resultó 33 por ciento inferior al registrado en 2006, y para 2008, en el mejor de los casos, será 15 por ciento menor al del año previo.
Ya picado, subrayó “la confianza que hay en México”, la cual “ha permitido que aumente la inversión del mundo en nuestro país, que es una inversión, además, que genera empleos y que el año pasado alcanzó una cifra récord de casi 25 mil millones de dólares”. Pues bien, todo indica que “la confianza” se ha reducido sustancialmente, toda vez que un par de días atrás la Secretaría de Economía, con otro de los cuates de Calderón despachando en la oficina principal, no tuvo más remedio que reconocer que en este renglón la inversión extranjera directa se desplomó 20 por ciento en el primer semestre de 2008.
No podía faltar el eslogan oficial de moda, con un sic cortesía de Los Pinos: “la inflación que mide el aumento de precios en México es la más baja en nuestro país en todo el continente americano, salvo el caso de Canadá, y desde luego es la más baja de todos los países de América Latina”. Ya el Banco de México había advertido que en 2008 este indicador duplicará la meta del gobierno calderonista, de tal suerte que no tiene mucho qué presumir en este renglón.
A pesar de todo, no hay por qué alarmarse, porque lo anterior no es un problema para los mexicanos, sino para aquellos que viven allende nuestras fronteras. Ya lo explicó el inquilino de Los Pinos: “desafortunadamente, este último año México ha enfrentado uno de los peores ambientes económicos internacionales. Hacía muchos años que no sufríamos, al mismo tiempo, recesión e inflación internacional, que son los dos peores males de cualquier economía… Los problemas económicos internacionales que ahora enfrentamos son transitorios a final de cuentas, van a quedar atrás; pero lo que van a permanecer son los cambios de fondo que le estamos haciendo a la economía. Al final de esta coyuntura (que ya suma 26 años) difícil tendremos una economía más fuerte, más sólida, que crecerá más rápido y generará más empleos”.
Que se preocupen los envidiosos que no viven en este heroico país de la “continuidad”, porque para los que aquí sobreviven el inquilino de Los Pinos –según su atinada y convincente cápsula– realiza “grandes esfuerzos para que no se afecte la economía de las familias más pobres; pero no sólo estamos trabajando para superar esta coyuntura adversa, también estamos decididos a transformar a nuestro país con una visión de largo plazo”.
En fin, que los logros virtuales de Calderón tienden a superar a los de su predecesor y ahora “estratega” Vicente Fox. Y si alguien encuentra los “cambios de fondo que le estamos haciendo a la economía”, favor de reportarlo a Locatel.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría, sobre el PIB por habitante: “si calculamos los ingresos mensuales del ingeniero Slim obtenemos que equivalen a los de un millón 299 mil mexicanos que ganen cinco salarios mínimos mensuales o a 900 mil que ganen siete. Cuando se comparan los ingresos per cápita de Suecia, Noruega, Japón, Corea, entonces sí se tiene muchísimo menor dispersión de los datos, lo cual es lógico, ¿alguien sabe qué ciudadano de esos países está entre los primeros diez más ricos del mundo? Ahí si existe democracia, la cual comienza con la distribución de la riqueza. Así podemos ir calculando a cuántos mexicanos arrastran los millonarios ingresos de las principales familias del país, con lo que logramos ese fabuloso ingreso de 11 mil dólares per cápita anual” (Félix Morales, flmc02@gmail.com).