Y sigue...
Ya el pueblo de México sabe por qué la iniciativa de Calderón que él y sus personeros han llamado “de la reforma energética” no es otra cosa que un burdo intento de justificar la entrega del patrimonio nacional petrolero a la iniciativa privada, principalmente extranjera. Con la misma certeza sabe que la de Manlio Fabio Beltrones no es otra cosa que una repetición burdamente adobada de la primera. La propia y cándida aprobación oficialista hizo palmaria la convicción popular de que se trata del documento de un “palero”, que, en el decir mexicano, es el cómplice en un engaño.
La consulta popular, exitosa, sigue cumpliendo sus fases: uno, los estados gobernados por el PRD; dos, los municipios presididos por gente progresista, y tres, el resto del país. Su importancia y validez ha sido ya argumentada y demostrada en diversas ocasiones. En ésta solamente se señala que la consulta en su conjunto es también un recordatorio de que en materia petrolera el pueblo no está dispuesto a que nadie decida por él. Sobre el petróleo nacional decide su propietaria: la nación mexicana.
La convicción –primero intuitiva y ahora certeza informada– de que el patrimonio nacional debe ser defendido de sus depredadores ha alcanzado una expresión superior: la iniciativa ciudadana.
En el debate en el Senado y las universidades, en los periódicos y en los sindicatos, en los círculos de estudio y en los foros populares, se reunió un selecto grupo de ciudadanos expertos en las diversas facetas del tema petrolero con los intelectuales progresistas de la nación, reconocidos también por su carácter cívico y patriótico. La contraparte derechista no pudo reunir sino a funcionarios bisoños, a intelectuales orgánicos y a políticos chocarreros; todos superficiales.
Los patrióticos se han dado a la tarea de hacer una propuesta que señale no solamente los motivos del rechazo a la contrahecha propuesta calderonista y a su remedo priísta, sino también las maneras y medidas necesarias para corregir los daños, los agravios y los entuertos ocasionados a Pemex y a México por las administraciones neoliberales. Sería también muy deseable que el documento ciudadano cuente con el texto de las iniciativas legales necesarias para la rectificación, la reparación y la compostura de la gran institución que debe volver a ser Pemex. No es que no se sepa qué hacer. Ya la población está bien informada de lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. La gran importancia de la iniciativa ciudadana está precisamente en que será ciudadana. No será proveniente de partidos con la credibilidad menguada ni de bancadas dadas al compromiso. Tampoco de los gobiernos. Ni del espurio ni del legítimo. Del primero, por su carácter falsario y retorcidos propósitos; del segundo, para no dar pie a que la claque mediática lance una nueva campaña de mentiras y descalificaciones que sirvan de cortina de humo a sus infamias.
La criba de los debates extrajo de manera natural a la enjundia del pensamiento patriótico del México progresista y creó con ello la mejor representación ciudadana para la defensa del petróleo.
Toca a ellos hacer el esfuerzo necesario y suficiente para poner a consideración de la población, de los partidos, de las bancadas y del propio gobierno legítimo el documento que contenga una iniciativa responsable, progresista, patriótica y suficiente para asegurar a México el uso de su patrimonio energético en su propio desarrollo y en el fortalecimiento de su soberanía.
Parada en seco la iniciativa traicionera, se impuso el debate, se realizó la consulta, se hará presente la iniciativa ciudadana y se sentirá la fuerza de la movilización popular. Sépanlo quienes lo tienen que saber, recuérdenlo quienes lo deben recordar, mantengámoslo quienes lo debemos mantener: la defensa del petróleo va en serio, lo repito, va en serio.