Carlos Fernández-Vega
La Jornada, 26 de agosto 2008
■ Una propuesta para frenar la fiesta privatizadora de Pemex
Ya son tres las iniciativas en materia petrolera presentadas a consideración del Legislativo: la primera, del inquilino de Los Pinos, que pretende seguir la fiesta privatizadora y de inmediato meter el acelerador a fondo; la segunda, de la empresa Beltrones y asociados, que busca lo mismo, pero un poco más light a corto plazo, para más adelante abrir la puerta de par en par; la tercera, del Frente Amplio Progresista, que procura detener lo anterior y fortalecer a Pemex con una visión nacionalista y recursos propios.
En vía de mientras, entre los cambios y alcances propuestos por el FAP destacan los siguientes: otorgar autonomía presupuestal a Petróleos Mexicanos y establecer un nuevo régimen fiscal que lo libere del rapaz control que sobre la renta y los ingresos petroleros ejerce la Secretaría de Hacienda.
Que el gobierno federal absorba gradualmente la deuda de los Pidiregas para permitir a Pemex obtener recursos en mejores condiciones para financiar sus inversiones y saldar la deuda asumida. En lo inmediato debe eliminarse la absurda exigencia de mantener un amplio superávit que ha congelado cuantiosos recursos en los últimos años.
Restablecer a Pemex como una industria plenamente integrada (fuera subsidiarias) para aprovechar las economías a escala, el poder de negociación, la eficiencia en la operación, el control, la seguridad industrial y evitar la multiplicación de funciones
En esta perspectiva debe reconocerse a todas las actividades de la industria petrolera como estratégicas y, por lo tanto, la exclusividad de Pemex en la propiedad, control y operación de las mismas; las industrias de refinación y petroquímica nacionales para satisfacer la demanda interna.
La disponibilidad de recursos para Pemex permitirá invertir en proyectos urgentes, sobre todo mantener la producción de crudo en campos existentes y recuperar reservas. Este esfuerzo es factible dirigirlo principalmente a las aguas someras y tierra, donde existen 45 mil millones de barriles de reservas probadas, probables y posibles.
Diseñar un nuevo sistema de precios de transferencia en el sector energético, que permita maximizar los resultados de una industria petrolera integrada y favorezca la generación eficiente de energía eléctrica.
Aumentar el desarrollo de capacidades nacionales en el área energética, a través del apoyo a la investigación y desarrollo y la formación de técnicos y científicos que impulsen la investigación en el área, tanto para desarrollar aportaciones originales, como para adaptaciones tecnológicas y negociaciones sobre la transferencia o adquisición de tecnología existentes.
Acciones sustantivas de Pemex basadas en el desarrollo de la ingeniería nacional; eliminar la contratación sistemática con empresas extranjeras e incentivar el desarrollo de empresas de mayoría de capital nacional, así como revitalizar las firmas nacionales de ingeniería, las empresas y cooperativas de trabajadores, así como consultores y proveedores nacionales.
Y en sus considerandos plantea: “sin duda hay consenso de que urge una radical transformación de Pemex; sin embargo, las visiones son distintas. Se requiere, sí, un Pemex fuerte pero pleno de sus facultades constitucionales, sin ceder a la iniciativa privada sus áreas de exclusividad; autónomo en el manejo de sus recursos y sus acciones; con un régimen fiscal no confiscatorio, equitativo y justo para el buen desempeño de sus funciones, pero con los controles ciudadanos que garanticen transparencia y honestidad; eficiente, pero a partir de las capacidades y talentos nacionales; ágil, pero sin relajar las normas al límite de la discrecionalidad de sus funcionarios. Un Pemex de todos los mexicanos, sin injerencias de los extranjeros ni manipulaciones de nacionales; dirigido por funcionarios capaces y honorables, libres de conflictos de interés y ajenos a intereses en conflicto.
“Un Pemex con ductos y refinerías (propone, de entrada, la construcción de cuando menos tres) propiedad, todo, de la nación; sin contratos de riesgo ni de servicios múltiples, ni abiertos ni disfrazados; con una estructura integrada, con capacidades de gestión y con recursos suficientes para su actualización permanente y su crecimiento, con mecanismos de supervisión y control internos y externos adecuados, y con un sindicato democrático, digno de la calidad de los trabajadores petroleros, que atienda las funciones esenciales de la organización sindical que hoy, más que velar por los legítimos derechos de los trabajadores, por conveniencia de y por conveniencia de la administración federal en turno cuida sus parcelas de poder político y económico, lo que estimula la corrupción y la ineficiencia.
“En suma, un Pemex nuestro, no por un nacionalismo trasnochado ni por chovinismo, sino por la conciencia de la importancia del petróleo en el contexto geopolítico mundial, por nuestra vecindad geográfica, por el tránsito ampliamente documentado de nuestra historia, por la trascendencia de nuestra seguridad energética como elemento sustantivo de seguridad nacional y, por ende, de nuestra soberanía.
“Pemex no sólo puede cumplir cabal y ampliamente con esta tarea fundamental, como se ha demostrado en múltiples ocasiones, sino que debe hacerlo por el mandato irrenunciable que deriva de la Constitución.
“La seguridad energética del país requiere una política de Estado definida en función de los intereses nacionales, que considere la transición energética y al petróleo como un recurso no renovable de amplio uso económico. Por ello, en las condiciones del país, una política energética de Estado es inseparable de la construcción de un nuevo paradigma de desarrollo económico, energético y ecológico. Una propuesta que sólo busca reformar Pemex es notoriamente insuficiente e inadecuada. Más aún cuando persigue instaurar las condiciones para que capitales privados constituyan corporaciones que se beneficien del crudo y de las labores de exploración y extracción de hidrocarburos, en especial en algunas zonas del país y sobre todo del Golfo de México… La soberanía energética es un asunto estratégico de seguridad nacional”.
Las rebanadas del pastel
Los gallos, pues, ya están en el palenque, aunque todo indica que la pelea está arreglada.